El sol se cuela por la ventana, y por primera vez en mucho tiempo, agradezco que ya haya amanecido. Ahora tengo un motivo por el que agradecer que he despertado, porque finalmente estoy con Peeta y nuestra hija.
No podría estar más feliz que ahora.
Después de tantos días de espera, de añoranza, de soledad en el hospital, por fin puedo sentirme tranquila de nuevo. Era una completa tortura despertar y saber que iba a estar otro día lejos de casa, sin estar con Peeta y Willow.
Lo miro a él, y reprimo lo que quiere impulsarme a acariciarle la cara. No quiero despertarlo, luce bastante cansado, es mejor que aproveche su descanso.
No sé cuántas veces se levantó para atender a nuestra bebé, pero casi no durmió.
Quise ayudarlo, aunque sea alimentando a Willow con el biberón, pero él insistió que yo debo descansar. Y ahora, lo mínimo que puedo hacer por él, es dejar que duerma aunque sea un poco más.
No quisiera dejarle toda la responsabilidad de nuestra hija a Peeta, pero él tiene razón. Debo cuidarme lo más que pueda, así me recuperaré antes, y pronto podré ocuparme de los cuidados de nuestra bebé.
Me levanto con cuidado de la cama, y me acerco silenciosamente a la cuna. Sonrío al ver que Willow se encuentra despierta, y mira con atención a Peeta a través de los barrotes de la cuna.
Sus piernitas se mueven con entusiasmo, y parece estar tranquila por ahora.
Me muerdo el labio inferior, nerviosa. Quiero cargarla, pero no sé si eso va a inquietarla.
Sigo mirándola, y casi sin pensarlo, meto los brazos en la cuna, y con mucho cuidado, alzo a Willow.
Aún no tengo mucha experiencia cargándola, por lo que soy lo más cuidadosa que puedo. Ella hace algunos ruiditos mientras la levanto, y me preocupa estar haciéndole daño, por lo que termino de sacarla, y la miro. Sus ojos se fijan en los míos, y por fortuna, no se suelta a llorar.
-Hola -le sonrío, y camino de regreso a la cama-. Lamento haberte sacado, pero necesito estar contigo.
Me siento despacio sobre el colchón, y me acomodo. Recargo la espalda en el respaldo de la cama, y a ella la acomodo sobre mi pecho. Le acaricio suavemente la espalda mientras la miro.
-Te extrañé mucho -bajo la voz para no despertar a Peeta-. No sabes cuánta falta me hicieron tú y tu papá en el hospital -le beso la cabecita-. Pero te prometo que va a ser la última vez que me aleje tanto tiempo de ustedes.
Me dejo contagiar por la calma que ella emana. Y me pone contenta que ella se queda tranquila conmigo, parece estar relajada.
No puedo dejar de verla, y es que es verdaderamente maravilloso que finalmente pueda estar con ella. Tanto tiempo deseé tenerla, que es un tanto irreal que por fin pueda hacer algo como esto.
No sé cuanto tiempo paso solamente observándola, pero de repente noto que Peeta se remueve a mi lado.
Él mira hacia la cuna, y cuando se da cuenta de que está vacía, voltea hacia mí.
-Se ven muy lindas así -dice con voz ronca, claramente somnoliento-. ¿Tiene mucho que despertase?
Niego con la cabeza.
-Hace rato, sólo quería estar un momento con Willow.
Sonríe.
-¿Necesita algún cambio de pañal o algo? -le toma la manita, ella se le queda viendo.
-No creo -le sonrío-. Se ve tranquila.
Pienso que va a quedarse acostado, pero se sienta en la cama y se estira.
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Espero verte de nuevo [Everllark]
RomanceVersión [Everllark] [Los Juegos del Hambre] Él es el hombre con el que ella quiere estar, más no con quien puede estar. Muchas personas creen que los matrimonios forzados eran cosas del pasado, pero eso no es del todo cierto. En medio de un ambiente...