Capítulo 43

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Giro sobre la cama, y veo que Willow está más que despierta.

Ella mira con atención las figuras que cuelgan en la parte de arriba de la cuna y mueve las piernas. No se ha soltado a llorar, pero por experiencia sé que tiene hambre.

-Buenos días cariño -susurro, y ella hace algunos ruidos agudos mientras se sigue moviendo-. ¿Ya quieres comer?

Willow sigue entretenida con las figuras, pero la saco de la cuna y le doy su biberón. Ella come apresurada, y me mira.

-Más despacio pequeña -sonrío-. La leche no va a irse a ningún lado.

Se termina la botella, y después la bajo a la sala. La pongo en su mecedora mientras desayuno, luego, me pongo a trabajar en mi laptop.

Así es nuestra rutina de todos los días. Casi siempre estoy con ella, y la traigo a la sala porque es el lugar de la casa que más parece gustarle, así que he tenido que adaptarme y trabajar desde aquí. La oficina de mi padre la pone intranquila por alguna razón.

-Pero si ya estás aquí -escucho que dice mamá, y carga a Willow. Le besa la cabecita-. Que bebé tan preciosa y madrugadora.

Me mira.

-¿Ya le diste de comer? -me pregunta.

-Si, hace rato.

Asiente con la cabeza, y camina por la sala mientras le habla a Willow. La arrulla, y cuando se queda dormida, vuelve a ponerla con cuidado en la mecedora.

-Tu padre y yo vamos a salir -me dice, con cierta seriedad-. No tardaremos. Si necesitas algo, la señora Brown está en la cocina.

-De acuerdo.

Ellos se marchan, y me quedo solo mientras mi hija duerme.

Trabajo, y trato dejar la mente en blanco, porque, siempre que me encuentro solo, es cuando se agudiza el dolor y la desesperación.

Mis intentos son en vano, porque no consigo concentrarme, y sólo puedo pensar en Katniss.

Hace casi tres semanas que no la veo y el diagnóstico no parece prometedor. Finnick siempre me dice lo mismo, que ella necesita recuperarse casi del todo para reducir el riesgo de que pueda pasarle algo peligroso, pero no sé cuánto tiempo más logre soportarlo. Más teniendo en cuenta que Finnick no podrá encubrir por más tiempo la ausencia de mi hija en el hospital. No quiero ni pensar qué podría pasar si los Everdeen descubren la verdad.

Me obligo a seguir trabajando, y de vez en cuando le echo un vistazo a Willow. Ella se queda dormida un buen rato, y cuando se despierta, por supuesto que tiene hambre.

Le preparo su leche. La cargo, y le doy el biberón.

-A veces pienso que tu leche te hace más feliz que yo -le digo, y ella sólo se me queda viendo-. No es justo, lo sabes. ¿No?

Ella sigue comiendo, y cuando termina, vuelvo a dejarla en la mecedora. Sigo trabajando mientras ella se entretiene con las figuras que cuelgan en lo alto del aparato, y aprovecho que está tranquila para terminar.

Consigo concentrarme tanto, que me sobresalto al escuchar que la puerta principal se abre.

Echo un vistazo, y veo que es mamá. Vuelvo a mirar la laptop.

-Creí que se tardarían más -le digo, sin voltear a verla.

Ella no responde.

Comienzo a creer que está enfadada conmigo, aunque no sé del todo porqué. En la mañana se encontraba seria, y ahora...

-Peeta.

Me quedo quieto al escuchar esa voz.

El pulso se me acelera ante la posibilidad de que en realidad se trate de ella. Aunque una parte de mí dice que no es cierto, es imposible que se trate de ella, porque Finnick dijo...

Espero verte de nuevo [Everllark]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora