Capítulo 34

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Me acomodo en el sillón y miro la televisión mientras espero a que Peeta llegue del trabajo.

Mi mano sube casi por automático a mi vientre abultado, y pasa por encima, acariciándolo con suavidad, esperando sentir algún movimiento. Lo que sea.

El bebé aún no ha comenzado a moverse, y una parte de mí no puede evitar preocuparse. Miles de terribles posibilidades me cruzan por la cabeza a menudo, y no me dejan estar tranquila, pero debo intentar controlarme. No gano nada pensando lo peor.

Debo confiar que él o ella está bien, que está a salvo dentro de mí. Sólo debo esperar lo mejor.

Volteo al escuchar que se abre la puerta, y veo que Peeta entra cargando varias bolsas. Empuja la puerta con el pie para cerrarla, y se acerca a mí.

-¿Qué tanto traes ahí? -frunzo el ceño.

-Hola a ti también -sonríe, deja las bolsas en el suelo y se inclina para besarme-. Salí un poco temprano, y fui a comprar más cosas para el bebé.

No puedo evitar abrir los ojos con sorpresa.

-¿Más? -miro las bolsas-. Peeta, el fin de semana compramos cientos de cosas.

-Lo sé, pero ya sabes cómo es con los bebés -se encoge de hombros-. Nunca se tiene suficiente.

Me río.

-Mira quien lo dice, alguien que no tiene ni idea de cómo cambiar un pañal.

-Tú tampoco sabes hacerlo -se defiende, pero sonríe-. Y aprenderé, mamá me prometió que me enseñará a hacerlo.

Lo ayudo a llevar las bolsas a la habitación que está a un lado de la nuestra. Enciendo la luz, y dejo las cosas cerca de la pared.

La pintura amarillo pastel aún está algo fresca, por lo que tengo cuidado para no estropearla. Peeta se tardó mucho en terminar de pintar la habitación, y aunque no quiera admitirlo, sé que le costó mucho trabajo dejarla lista. Pero él quería hacerlo, él quería ocuparse del cuarto de nuestro bebé. Aún faltan varias cosas, pero él ya ha progresado bastante.

Veo que Peeta se arremanga la camisa blanca, y se acerca a la enorme caja que compramos el fin de semana. Donde está la cuna.

La abre y saca las piezas. Se sienta en el suelo, y mira el instructivo.

-¿Vas a armarla de una vez? -le pregunto.

Asiente con la cabeza, pero no me mira. Está concentrado en las instrucciones.

-Si, ¿por qué?

Me muerdo el labio inferior, nerviosa.

-He estado pensando, y... -suspiro-. No quiero que el bebé duerma aquí. Está muy lejos, y...

Él frunce el ceño, confundido.

-Pero aquí van a estar todas sus cosas, y esta es su habitación.

-Lo sé, pero no quiero estar lejos de él durante la noche. Los primeros meses necesitará mucho de nosotros y...

-¿Lejos? -frunce aún más el ceño-. Nosotros estamos en la habitación de a lado.

-Él debería dormir con nosotros. He estado leyendo y...

Espero verte de nuevo [Everllark]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora