CAPITULO XXII.

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«Ain't nobody hurt you like I hurt you

But ain't nobody love you like I do

Promise that I will not take it personal, baby

If you're moving on with someone new  »

–Happier, Ed Sheeran.

'Supe que me estaba aferrando demasiado cuando las lágrimas llenaron mis ojos'


     —Dame un motivo. Dame una buena razón para volver a ti —exclama con rabia contenida.

     Me siento fuera de balance por un momento.

     —¿Qué...? ¿Qué tiene que ver eso? —cuestiono, confundida con su pregunta y su tono.

     —Solo dame un motivo, Alex —pide, casi ruega.

     Aprieto mis manos en puños al sentir la vulnerabilidad en el tono de su voz.

Sé que la conversación ha tomado un rumbo distinto al que yo esperaba, y aún así no comprendo lo que está sucediendo, pero sé que, por alguna razón, es mi culpa. Tal como en el pasado.

     Guardo silencio sin saber qué decir; sin tener un motivo para que se quede. Quiero hacerlo, con todas mis fuerzas. Quiero, necesito que se quede. Que deje de correr.

     Pero no puedo hacerlo. No puedo porque lo veo en este exacto momento y todas las razones que podría darle desaparecen en cuanto me doy cuenta de lo mucho que esto está afectándole, y no lo entiendo. Todo estaba malditamente bien, y no me cabe una idea en la cabeza sobre qué cambió. Qué pasó para que nos encontremos en esta situación.

     Era consciente del anillo, todos los días. También recuerdo su significado, y probablemente lo mejor sea sacarlo de su escondite y recordarle que ya pasamos por esto hace no mucho tiempo atrás. Porque se supone que esta era nuestra segunda oportunidad, aquella que nos prometimos antes de que todo se fuera cuesta abajo y que yo había decidido utilizar luego de verlo en la boda de Stephanie y Cooper.

     ¿Cómo habíamos llegado a esto? ¿Por qué nos encontrábamos en esta situación? ¿Qué diablos sucedió en Dubai que se comporta de esta forma?

     Sólo sé que no puedo dejarlo ir. No cuando todo estaba tan bien. No cuando finalmente sentía que las cosas iban bien –a pesar de los últimos días.

     No puedo apartar la mirada de él, ni siquiera cuando el frío me comienza a calar los huesos y casi puedo apostar que comenzará a llover. Estar a las afueras del departamento tampoco ayudaba mucho, en especial porque temía que esta fuera la última vez que lo viera.

     —¡Dame una maldita razón para entender de una vez por todas por qué no puedo dejarte ir! —gruñe entre dientes.

     Está exasperado; está perdiendo la paciencia y eso no es una buena señal. Y por un momento me atrevo a decir que algo está ocultando. Hay algo que no me está diciendo.

     —¡No tengo una! —chillo ante su arrebate—, ¿vale?

     —¿Tienes una maldita idea de todo lo que ha sucedido durante el tiempo que estuviste ausente? —acorta la poca distancia que nos separaba con rapidez provocando que sus pasos resuenen en el estacionamiento, y el ruido siendo vagamente interrumpido por el sonido de la lluvia que pronto lo comienza a empapar.

     Por una cuestión de segundos me siento en un deja vu. Ya hemos pasado por esto una vez, y las cosas no terminaron bien.

     —No, no la tienes —se responde a sí mismo, y me quedo en silencio al no saber qué responderle—. Llegaste a mi vida sin avisar y luego te fuiste, te largaste cuando te lo pedí. Ya no estabas aquí, y a pesar de eso logré dejarlo todo atrás y seguir adelante, por lo que no vengas ahora esperando que te acepte nuevamente. No vengas a decirme que podemos intentarlo si no tienes una buena razón para ello. No vuelvas a despertar los sentimientos si seguiremos con el mismo estúpido juego.

SECOND SHOT © {#2 Begin Again Series}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora