29: La conoces

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*Vuelvo a insertar ese +18 más inservible que el gobernador de mi País.*

-Yo te ayudo

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-Yo te ayudo. -Me dijo y se acercó a mí.

Llevó su boca a mi cuello para dejar un beso antes de apartarse y quitarme la camisa de una vez.

-Eres hermosa, Calle. -Me susurró al oído.

Sentí sus manos en el broche de mi sujetador. En un segundo mis pechos estaban expuestos y sus ojos en ellos.

-Al menos termina tu trabajo. -Le dije al tomar su barbilla y obligarla a levantar su mirada hasta mi rostro.

-Es que son perfectas. -Llevó su mano derecha a mi seno derecho y lo acarició sutilmente.

Acto que ya alteraba mis sentidos y me producía escalofríos.

-Te dejo disfrutar si terminas. -Recurrí al soborno o se quedaría así por mucho tiempo y yo quería sentir sus manos recorrer todo mi cuerpo. Sentir sus besos y sentir como me amaba.

De inmediato, me desabotonó el pantalón y lo bajó poco a poco haciendo que mis piernas, como era costumbre ante su roce, de debilitaran.

Poché tomó nuestras prendas tiradas en el suelo y las colgó pobre la puerta.

-Ven. -Me extendió la mano y me llevó debajo de la pluma. Abrió la llave y el agua comenzó a caer en forma de lluvia mojándome aún con mi prenda inferior puesta.

Para mí sorpresa el agua no estaba fría ni caliente, estaba perfecta.

Poché llevó sus manos a mi pecho y volvió a masajear, pero esta vez con agarres un poco más fuertes que me hacían morderme el labio inferior. Soltó mi pecho izquierdo y llevó su boca a él.

Sentir el agua recorrer nuestros cuerpos casi al aire libre y tener a Poché succionando mi seno me estaba dando motivos extras suficientes para tener cosquillas en todo mi cuerpo y para desearla aún más.

Con su boca y lengua continuó su tarea en mi seno, mientras que con la mano que acariciaba el otro fue bajando hasta llegar a mi tanga.

La cual estaba mojada en todos los sentidos. Su mano acariciándome por encima me hacía mover mis caderas en busca de más.

-Poché... -Gemí cuando, aún por encima de la tela, hizo presión sobre mi clítoris.

-Me encantas. -Susurró mientras dejaba descansar mi pecho para irse al otro.

Me estaba torturando y no se lo iba a permitir.

Tomé su mano y yo misma la introduje dentro de la tela.

-Es ahí donde debes tocar. -Le dije con la voz temblorosa de placer y ella de inmediato comenzó a pasear sus dedos por toda mi feminidad.

Cansada de aguantar estar de pie me recosté un poco de la pared que para mí suerte era fija.

A Un Click: Siempre Tú Y Yo EDITANDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora