48: Fin

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-¿A dónde iremos, amor? -El misterio de a donde iríamos se envolvía con la emoción de tener justo a mi lado a la persona con la que pasaría el resto de mi vida.

¿Había algo mas hermoso que eso?

Saber que a tu lado estaba la personas que tu amas, que tu quieres y que a penas hacia unas horas te había jurado amor eterno.

Posiblemente sí, pero ahora no había nada más hermoso que ella y yo.

-Sorpresa amore mía. -Me sonrió y me dio un pico rápido.

-Te amo Poché.

-Ti Amo Calle. -La besé de nuevo, pero con más ganas.

Me estaban ganando las ganas de ella al verla con su cabello perfectamente despeinado y al oler su perfume con mas vida que antes.

-No sé si me pueda esperar a llegar. -Le confesé mientras terminaba el beso con su labio inferior entre mis dientes.

-Debes... valdrá la pena esposa mía. -Me sonrió y con su pulgar me limpió el labial que se me había corrido.

-Eso se escucha perfecto. Esposa mía.

-¿Vamos a dormir? -Me preguntó mientras se paraba.

-¿Quieres dormir?

"Tenemos una cama grande en este barquito y quieres dormir..."

-Sí... porque solo te dejaré cerrar esos ojitos que me encantan entre gemidos cuando lleguemos. -De inmediato me paré.

-¡A dormir! -Y como si de una carrera se tratase, llegué primera a la cama y Poché se acomodó detrás de mi.

Su brazo aferrado a mi cintura me dejaba saber que no me soltaría nunca más.

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-Amor despierta... -Beso en mi mejilla. -Amor, ya llegamos... -Beso y una mano acariciando mi cintura. -Bebé... -Su mano comenzó a descender metiéndose por dentro la parte inferior de mi chandal.

-¿A donde va esa mano? -Abrí los ojos y ella sonrió.

-A despertarte. -Respondió de forma inocente. -Es un método para despertarte en caso de emergencia.

-Boba... -La tomé del cuello y la atraje a mi para besarla.

-Me quedaría aquí, así, contigo siempre... pero debemos bajarnos ya amor. -Susurró contra mis labios.

-¿Y que estamos esperando? -Me incorporé de inmediato con una sonrisa y mi esposa comenzó a reír mientras tomaba una de las maletas. -¿Dónde estamos? -Le pregunté curiosa mientras tomaba mi maleta.

-Cuando salgamos, verás. -Me sonrió y se adelantó.

Al salir ya estaba el atardecer haciendo acto de presencia.

Estábamos en un pequeño muelle de madera. El atardecer se hacía presente al igual que el frío nocturno.

-¿Dónde estamos? -Ella me extendió su mano y yo la tomé.

-Bali. -Se limitó a responder con una sonrisa.

Luego de tomar un taxi, llegamos a nuestro principal destino: una casa privada.

-¿Aquí? -Le pregunté mientras veía la belleza del lugar.

-Aquí. -Asintió y agarradas de la mano entramos a la casa.

A Un Click: Siempre Tú Y Yo EDITANDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora