Capítulo 25

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Al ver dormir a su hijo, Sora salió de la casa.

No podía creer que él muy idiota de su ex-esposo fuera a atormentar a Jirou en sus partidos.

Sabía muy bien dónde encontrarlo, en una taberna donde apostaban. No tenía miedo de un lugar así, era enfermera y había visto cosas peores cuando fue estudiante.

— Oh, vaya una belleza exótica nos viene a visitar esta noche. ¿Qué le trae por aquí muñeca?— dijo el cantinero apenas la vio entrar en el bar haciendo que todos los presentes se giraran a verla, silbar y gritar obsenidades. A Sora aquello no le importó, siguió caminando hasta encontrar a Ryuzaki sentado en una esquina del bar quien estaba acompañado de una joven mujer con kilos de maquillaje y un vestido demasiado ajustado y bebía licor como si no hubiera un mañana.

— Oh, parece que tenemos a alguien que se quiere unir a la fiesta. ¿Qué dices Sora?— dijo Ryuzaki enfocando la vista — Tal vez tu gemela también se quiera unir —

— Por el Amor a todos los cielos. ¿Cuanto más alcohol debes tomar para matarte las pocas neuronas que te quedan?—

— Vamos. Ya tengo dinero y...—

— ¿Cómo obtuviste ese dinero?— dijo Sora entrecerrando los ojos mirándolo acusadoramente.

— ¿Cómo? Pues apostando, cielo — dijo la mujer — Ryu-kun es muy buen apostador— beso su mejilla — El fútbol juvenil deja más dinero del que se puede imaginar —

— Así es, Shampoo — sonríe Ryuzaki y besa sus labios — El fútbol juvenil es muy bueno. Sobretodo el Instituto Imperial—

— ¡Apostaste por Jirou!— le dijo indignada Sora — ¡Eso es lo más sucio y rastrero que has hecho!—

— Bueno ese anormal es sucio así que está bien. Al menos algo bueno salió de ese... Aunque casi me hace perder —

— ¡Deja en paz a Jirou! Pensé habértelo dicho hace años, Jirou es mi hijo, no tuyo, no tienes derecho a verlo ni a acercarte a él. Tú solo vas y arruinas lo que él ama —

— Lo que él ama es a sus iguales y sabes a lo que me refiero Sora. Ese marica ha hecho algo bueno hoy, al fin me tiene utilidad no seas...—

— ¡Jirou no está para que...!—

— ¡Estoy apostando por el equipo, no por ese inútil!—

— Eso no importa. Jirou seguirá jugando y tú irás a verlo y eso arruinará todo para el. Déjalo en paz o pediré una orden de restricción contra ti —

— Pero no puedes impedirme apostar...—

— Si es necesario desmantelare el establecimiento y toda esta red de apuestas —

— No te atreverías—

— Pruébame. No dejare que arruines la felicidad de Mi hijo —

[***]

Al día siguiente Jirou estaba de buen humor. Parecía feliz por alguna razón.

— ¿Dormiste bien, Jirou?— dijo Sora sonriendo al servirle su desayuno.

— Si, mamá — Jirou recibió un beso en la coronilla mientras su mamá le abrazaba por la espalda.

— Me alegro — le susurra.

Para Sora su hijo era lo mejor que le pudo pasar en el mundo. Mentiría si dijera que no le hubiera gustado criarlo con un padre a su lado. Antes de que Jirou cumplirá los 5 años Ryuzaki era diferente, tal vez no fuera muy cariñoso pero al menos trataba a Jirou con respeto y cariño. Pero... Cuando Jirou dijo algo inapropiado por error todo eso cambio.

Aún recordaba las dulces y tiernas palabras que salieron de la boca de su hijo cuando le leía cierto cuento de hadas donde había una doncella que olvidaba su zapatilla de cristal en un baile y al final se casaba con un príncipe.

¡Me casaré con un príncipe así algún día!— dijo su hijo con ilusión e inocencia. Sora se sorprendió al principio pues lo normal sería que dijera que se casaría con la doncella. Aún así, la mirada triste de su hijo al ver que no lo apoyaba le hizo cambiar su gesto.

— ¿N-No puedo casarme con un príncipe?— pregunto Jirou triste.

— A-Ah no, espera Jirou, si, si puedes casarte algún día pero no estoy segura si será con un príncipe...— dijo nerviosa — Pero si sé que será una buena persona... Un buen hombre — le consuela haciendo que su hijo sonriera de nuevo.

— Si, será alguien como el príncipe— aseguraba Jirou mirando embelesado el dibujo del príncipe.

Si a su hijo le gustaban los príncipes ¿qué tenía de malo?

Es obvio que Ryuzaki no lo tomó muy bien. Cuando se enteró de lo que dijo Jirou. Pocos meses después Jirou empezó con problemas con su padre, y también apareció el problema con su ojo. Sora no podía soportar ver a su hijo infeliz así que tramitó el divorcio y se llevó a Jirou lo más lejos que pudo.

Aún así, en su interior guardaba cierta esperanza y anhelo estupido. Que su hijo tuviera a su padre para el. Por eso le daba a Ryuzaki la oportunidad de visitar a Jirou en su cumpleaños para que viera lo dulce y buen Niño que era Jirou pero nada de eso sirvió.

— ¿Mamá?— aquello hizo que Sora despertara de sus ensoñaciones— ¿Me puedes soltar para desayunar?—

— S-Si. Lo siento, no me di cuenta — susurra avergonzada — L-Lo siento, pensé mucho en algo — lo suelta y Jirou le sonríe antes de comer.

Después de unos minutos tocan a su casa y va a atender aunque ya sabe de quién se trata.

— Buenos días — le saluda Genda.

— Buenos días, Koujirou — le sonríe Sora — Jirou bajará en un momento dijo que había olvidado algo —

Genda sonríe ante eso.

— ¡Ya estoy! — dijo Jirou y salió por la puerta — ¡Nos vemos luego mamá!—

— Que les vaya bien —

Sora sabía que Jirou había encontrado a su príncipe en Genda y sabía que Genda protegería la sonrisa de su hijo así como lo hace ella.

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