—Su hijo es Leo Fenández ¿No? —preguntó la doctora.
—Sí —respondió la madre del niño.
—Está apunto de cumplir los seis años ¿Me equivoco? —volvió a preguntar.
—Exacto, los cumple en mayo, en dos meses.
La doctora ojea la carpeta que trae en las manos y vuelve la vista a la madre preocupada quien tiene al niño en sus piernas mientras lo abraza.
—Según los anteriores chequeos su hijo ha padecido de acaloramiento por las noches y temblores repentino incontrolables, a parte de esto ¿El niño ha desarrollado otros síntomas?
—Hace tres días y ayer. Su piel se eriza mientras su cara se sonroja quedando rojo hasta las orejas, su piel se vuelve sensible, tartamudea y se le entrecorta la respiración —contestó la madre acariciando el cabello de su hijo.
—Bien... Creo saber lo que padece su hijo, pero no estoy segura.
—¿Es un tipo de cáncer o leucemia? —espetó con lagrimas en los ojos, esperando que la doctora negara sus palabras.
—No, al parecer Leo sufre de "Der Reiz", una enfermedad que a muy pocos les ha afectado. Está en plena infancia, puede que se complique y sufra síntomas distintos en la pubertad.
El niño no entendía nada de lo que hablaban, él lo único que quería entender era por qué su madre se encontraba tan preocupada estos días. Él veía la angustia en sus ojos, y haría lo que fuera para no verla más así.
Aunque tiene un poco de curiosidad de la causa de sus altas temperaturas y sentir un terremoto en su cuerpo, pero la curiosidad la deja de lado mientras se centra en su madre, él quiere tranquilizarla, y va a cumplir su promesa y encontrará la manera.
—Por ahora estas pastillas servirán —la pediatra se levantó y buscó en una caja lo que necesitaba, al hallar las pastillas se las entregó a la madre—. Vienen en dosis pequeñas, así que no le causarán daño en su crecimiento ni nada psicológico. Por ahora una pastilla antes de dormir servirá, si se presenta el caso donde se descontrole dele una de inmediato.
—Muchas gracias doctora —habló aliviada, por fin había encontrado un doctor que le recetara lo que necesitaba.
Estaban listos para irse, pero antes de cruzar la puerta el niño jaló la bata de la doctora captando su atención. Esta se colocó de cuclillas y lo miró a los ojos con ternura.
—¿Qué sucede cariño?
—L-las pastillas —jugueteó con sus manos nervioso—, ¿Saben feo?
La doctora sonrió ante la pregunta del infante.
—Para nada. Saben a fresas ¿A ti te gustan las fresas? —el niño asintió enérgicamente—. Disfruta tus pastillas, y cómelas cuando tu mamá te diga, así ella podrá estar más tranquila ¿Vale?
—¡Lo prometo! —dijo con ánimo aquel infante. El único en ese momento que traía esa enfermedad que sólo una mínima cantidad de personas poseía.

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FÓLLAME ©
RomanceLeo no es como los demás chicos. Él carga con una enfermedad desde su nacimiento, la cual tiene como nombre "Der Reiz" causándole marcas en el cuerpo y calentura corporal. Debido a eso debe tomar unas pastillas especiales diariamente. Conocerá a chi...