Bryan
Entro con cautela al callejón completamente oscuro donde se alza la penumbra al ser más de las once de la noche.
Es raro que un padre deje a su hijo salir a estas horas, sobre todo con lo peligroso que se han vuelto las calles. Nada que una maravillosa mujer y una vasta excusa no puedan resolver.
Dije que me quedaría en casa de un amigo.
Ja, ni amigos tengo.
Suelto un bufido mientras muevo mi pié impaciente.
Odio que me hagan esperar.
Pero no me queda más nada que cerrar el hocico hasta que desaparezca. Si causo aunque sea un jodido problema me irá mal, no sólo recibiré uno de los famosos castigos del señor S, sino que el cliente tiene la libertad de vengar su incomodidad.
Y eso no es lo que se quiere.
Lo del jefe es lo de menos, puedo aguantar cualquier golpiza, pero no puedo prevenir lo que puede hacerme un depravado desconocido.
Tal vez no deba juzgar los castigos del jefe con tanta confianza, ya que nunca he recibido uno. Aunque deben ser bastante malo si al recibirlo inmediatamente renuncias, o quedas en reposo por un mes.
Sea lo que sea, debe ser fuerte.
Para pasar el rato decidí fumar un cigarrillo.
Hasta que escuché pasos adentrarse al callejón.
Mi trabajo es entregar y recibir. Algo fácil, ¿no? Pero lo complicado es salir ileso en cada entrega.
Yo escondía mi cara en una capucha, pero el otro sujeto parecía recién salido de una fiesta de disfraces. Con la poca iluminación divisé una máscara en forma de pollo.
Patético.
Saqué el sobre del bolsillo de mi sudadera para entregárselo, pero al ver que traía las manos vacías lo volví a su lugar.
Ay no.
Un fuerte puñetazo hizo que voltear la cara y la capucha cayera.
Odio este tipo de situaciones.
Me eché para atrás alejándome de él tocando mi mejilla lastimada, que al mínimo roce dolió como la mierda. Joder, esto será un problema cuando vuelva a casa.
El tipo se acercaba amenazante.
Hay veces en que los compradores se pasan de listos y creen que somos unos estúpidos.
Pues este no es el caso.
Otro tipo salió de las sombras, se abalanzó al hombre haciéndolo caer mientras presionaba un cuchillo en su cuello.
—Cuidado con lo que haces —escupió el encapuchado.
Sí... sólo una vez intentaron hacer esto mismo, y corrí con la suerte de que esa primera vez era mía, en la que querían quitarme el paquete a la fuerza. Después de eso fuimos más cauteloso.
El encapuchado dejó que se levantara para darle un puñetazo y sacarlo del callejón a patadas. Esta situación sin duda se la comentaremos al jefe, y no se quedará de brazos cruzados, nunca lo hace.
Salí de ese lugar oscuro para encontrarme con el encapuchado. La calle estaba completamente desolada. El chico frente a mí se quitó la capucha.
—¿Estás bien? —dijo intentando tocar mi mejilla.
—Joder hombre, te mato si me tocas —se detuvo para después reír—. Buen trabajo, Lukas.
Me guiñó un ojo.
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FÓLLAME ©
Storie d'amoreLeo no es como los demás chicos. Él carga con una enfermedad desde su nacimiento, la cual tiene como nombre "Der Reiz" causándole marcas en el cuerpo y calentura corporal. Debido a eso debe tomar unas pastillas especiales diariamente. Conocerá a chi...