Capítulo 40: Abrigo

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Weeeeenaaaaaaas

¡Ya es viernes linduritass!

Así que aquí esta el cap 😁

Disfruten💜

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El cielo seguía nublado, la lluvia todavía no se ha detenido, aunque su intensidad había bajado. Mi cuerpo tiembla al sentir la fría brisa que provocaba la tormenta.

Se sintió tan bien abrazar a Dan y escuchar su melodiosa voz cantar en mi oído junto al palpitar de su corazón, hasta que su estómago empezó a rugir, señal de que tenía hambre, así que después de acariciar mi cabello se levantó hurgando en su mochila. Yo seguía en el mismo lugar, con la mirada perdida abrazando mis piernas.

¿Por qué siento que esto ya ha pasado? Se siente como esos deja vú de los que habla la gente.

¿Habrá pasado lo mismo antes? Pero entonces ¿cuando? Joder, esto es muy confuso.

Me sobresalté al sentir algo cubrir mis hombros. Estaba tan perdido en mis pensamientos que no me di cuenta cuando Dan se paró a mi lado cubriéndome con su chaqueta.

Esto de cierta forma es algo cliché, pero no me importa. La chaqueta se sentía cálida y traía el olor de Dan, impregnando mis fosas nasales de su fragancia tan varonil y única. Lo acomodé cubriéndome por completo, era grande.

Levanté la mirada chocando directamente con los ojos de Dan, quien me dedicaba una sonrisa. Miré su pecho aun desnudo, sé que intenta ocultarlo, pero puedo darme cuenta de que tiene frío, un pequeño temblor en su cuerpo lo delata.

—C-creo que es mejor que la uses tú —dije quitándome la chaqueta y tendiéndosela para que la tomara.

Su mano tocó la mía.

—No... —la empujó lejos de él—. Úsala, la necesitas mas que yo.

—Pero... —balbuceé.

Repentinamente se sentó a mi lado arrebatándome la chaqueta, se acomodó acercándose mas a mi cuerpo colocando su chaqueta sobre nosotros. La calidez de su cuerpo junto a la de la chaqueta calentaba mi cuerpo, el cual al querer mas calor reaccionó por sí solo agarrando la mano del pelirrojo quien se sobresaltó debido al repentino movimiento, pero luego dejó de darle importancia.

Recogió sus piernas al igual que las mías

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Recogió sus piernas al igual que las mías.

—¿Mejor? —preguntó mirándome.

—Sí... —susurré fijando mi vista en una roca.

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