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Capítulo 67: Mieles, azules

Siento que quiero morir. Ya no puedo respirar bien.

Hay un gran silencio adornando el ambiente, lo único que se escucha es el sonido del auto indicando que debe ir sobrepasando los ciento sesenta.

Jadeaba y temblaba como si estuviera en el mismo Polo Norte, aún cuando el rubio colocó la calefacción yo sentía un helado frío. Empezaba a tiritar.

—M-Mark...

—Tranquilo Leo, falta poco para que lleguemos, aguanta un rato.

No creo hacerlo. Aún no entiendo porqué si mi fiebre supera los cuarenta grados nunca he convulsionado como los demás.

Ja, es irónico, no soy como los demás.

Cambio de posición acostandome de lado para que así mis muslos hagan presión correctamente en mi entrepierna, es lo único que me mantiene aliviado.

Lucho por no perder la cordura, más de una vez me vi envuelto en pensamientos obscenos, como querer masturbarme ahora mismo para aliviar mi erección, pero eso es algo estúpido, no puedo masturbarme estando en el auto de Mark, y mucho menos en su presencia.

Pensaría que soy un jodido pervertido.

El auto se detuvo.

No podía moverme, quería pero me sentía como si toda mi fuerza fuera absorbida. La puerta de Mark se abrió encontrándose ahora junto a mí.

Con cuidado agarró mi cuerpo sentándome en el asiento. Me abrazaba fuertemente, pero de mis brazos no sentía el calor que necesitaba. Choqué mis pupilas con aquellas azules llenas de preocupación.

—¿Qué sucede, Leo?

—Nada, sólo ayúdame a entrar, prometo contarte después —aparté la mirada.

Su mano descansó en mi mejilla acariciandola en un suave roce.

—Estas como una olla de presión.

Su mano se sentía helada, mi cuerpo se estremeció al sentir el choque de temperaturas.

—Tranquilo, es normal.

—¡¿Cómo una fiebre así es normal?!

Su voz me aturdía, y más estando así de alterado.

—Mark, baja la voz por favor —supliqué apretando mi cabeza.

—Lo siento, pero cómo quieres que reaccione si prácticamente estas hirviendo ¿Qué sucede Leo?

Mi boca de abría pero no salía ninguna palabra.

¿Debería de contarle? ¿Cómo reaccionaría al enterarse que sin mis pastillas enloquezco?

En este tipo de situación supongo que está bien decirle, me acaba de ayudar. Vino a toda velocidad apenas se lo pedí, aunque de todas formas iba a buscarme.

¿Me tratará como normalmente lo hace? ¿Me apartará? ¿Sentirá asco? ¿Me odiará?

Joder, no lo sé.

Ahora mismo esto se siente como un deja vù.

Se supone que estamos algo así como "saliendo" asi que debería enterarse ¿No?

¡Ahh, no lo sé! Tengo miedo de contarle.

Lo miré a los ojos. No, no puedo decirle, tal vez mas adelante, cuando este cien por siento seguro. No me siento tan cómodo como para contarle lo que me pasa.

—Lo siento...

Sentí una suave caricia en mi mejilla.

—Tranquilo, sin presiones, tomate tu tiempo —habló comprensivo.