Capítulo 59: Te extraño

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No puede ser.

Dan se acaba de hacer la automoricion.

Andar con esa bola de inútiles me está haciendo mal.

Aún seguía oscuro y el pelirrojo no se quitaba de encima, nuestros chalecos se habían apagado hace rato dejándonos completamente privados de la única fuente de luz que poseíamos. Hacía calor, y su cuerpo sobre el mío no mejoraba las cosas. Su suave cabello tocaba mi frente haciéndome cosquillas.

Nuestras respiraciones chocaban. Mi cuerpo se estremeció al sentir al pelirrojo moverse, pero no se levantaba, se acercaba a mi rostro. Entré en pánico cuando sentí sus labios rozar con los míos.

Quiero besarlo, joder.

No, no puedo hacer eso. Debo alejarme de él.

Mis manos apretaron su camisa mientras exhalaba freneticamente, sentía mi rostro arder al igual que mi cuerpo, pero quemaba, no era normal.

Enseguida mi reloj empezó a sonar.

Oh mierda.

Apreté más fuerte la camisa de Dan acercando su pecho al mío.

No quiero separarme de él.

—Dan... —susurré—. Yo...

Mis ojos se llenaron de lágrimas.

Aún permanecía cerca de mis labios, quiero que me beses de una buena vez.

—Leo —su ronca voz me hizo estremecer—, debes comer la pastilla.

—No, no quiero —refunfuñé—. Dan, p-por favor... Bésame —supliqué.

Es lo que más quiero ahora, aunque mi lado consciente quiere alejarlo y salir corriendo, yo quiero que permanezca tal y como está.

No he perdido completamente la cordura, sería un gran desastre si eso pasa, pero estoy aturdido, y siento unas fuertes ganas de enredar mis labios con los del pelirrojo.

—Mierda, Leo, estas ardiendo.

—Dan... —gemí, sin un ápice de vergüenza.

Me estoy excitando.

Dan maldecía por lo bajo mientras juntaba nuestras frentes. Podía sentir su nariz junto a la mía y sus labios a escasos centímetros de los míos.

Sólo un poco mas...

Dan se acercaba.

¿Piensa besarme? Joder, es lo que más quiero.

Pero antes de que siquiera se rozaran hundió su cabeza entre la curva de mi cuello y hombro abrazandome calidamente. Su suave cabello hacía cosquillas.

Lentamente envolvía mis brazos en su gran cuerpo.

—Te extraño.

Susurré apretando fuertemente el agarré, él hizo lo mismo.

Oh Dan, si tan sólo supieras cuanto quise que me abrazarla de esta forma y nunca me soltaras. Tan peligroso pero a la vez tan confortante.

Mis labios temblaban.

No quiero alejarme por nada del mundo.

Mi cuerpo entero se estremeció.

Necesito las pastillas si no quiero hacer algo de lo que pueda arrepentirme... o no.

La mano de Dan se aventuraba en mis pantalones en busca de algo. Sacó las pastillas, al suspirar se apartó de mi sentándose en mi cuerpo a la vez que abría el frasco.

FÓLLAME ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora