2.

652 50 5
                                    

Cuando cumplí los trece años, fue la edad en que según mamá me empecé a convertir en mujer. El periodo me había llegado, como a cualquier señorita de mi edad... Solo que había un problema.

Mientras los días pasaban el flujo de sangre era demasiado abundante para ser "normal" decía mamá. Además de que padecía fuertes dolores en el bajo vientre, la parte superior de mi pierna y tenía fiebre arriba de 39°, con escalofríos que me traían de su cuenta.

Por ese entonces pensaba que convertirse en mujer, era una maldición llena de dolores.... Aún lo sigo pensando.

Así qué, sin esperar más, mi afligida madre me llevó al médico del pueblo, quien era un hombre de aproximadamente unos sesenta años. Le decían, Hernández.... Nunca he sabido su nombre.

Cuando él me reviso, de inmediato dijo:

—Pero que barbaridad, esta niña está muy pálida. ¿Qué es lo que pasa?

—Está con el periodo. Pero hace tres días que la sangre es muy abundante, mancha lo que lleva puesto, las sábanas... ¡Incluso se desangra mientras ésta de pie! —balbuceaba mamá —, y tiene mucho dolor y...

—Tiene fiebre muy alta y escalofríos —terminó de decir el doctor, revisándome los ojos. Mamá asintió.

Desde aquí podía ver la angustia de mi pobre madre, me apenaba tenerla en esta situación.

—¿Qué es lo que le pasa a mi hija, doctor?

—Me temo que es un mal que ya he visto antes, Rosaura.

A mamá se le salió un sollozo, como si ya le avisaran de mi muerte, luego se limpió los ojos para decir.

—¿Tiene cura?

El doctor negó con la cabeza, y las lágrimas de mamá se le cayeron sin consuelo.

—Lo que Emma tiene, es el mal del O.

No tenía idea de que era eso y creo que mamá tampoco, porque se quedó mirándole muda al doctor Hernández.

—Emma, no podrá tener hijos —le explicó el doctor —, la razón por la que sangra demasiado es porque sus ovarios no son buenos. No serán fértiles para procrear un bebé. A eso, en algunos lugares fuera de aquí le llaman el mal del O.

—Pero... ¿No hay nada que se pueda hacer?

—No, Rosaura.

—Pero... es que Emma... Algún día se casará y...

—No podrá tener hijos—le volvió a decir el doctor con más énfasis—. Créeme Rosaura, ya he visto esto antes, solo un milagro podría curar a Emma del mal del O. Las muchachas que padecen su mal, nunca han podido procrear. Lo siento—. Eso nos lo dijo a las dos.

—¿Pero y que pasara cuando se case y su esposo descubra eso? —vi como mamá entro en pánico —. Cu-cuando sepa que no puede tener hijos, ¡la va a dejar!

El doctor Hernández no estaba para nada alterado o preocupado de oír las lamentaciones de mi madre. Él seguía revisándome sin prisa, cuando le dijo:

—Bueno, el hombre que ame realmente a tu hija, la querrá enferma o sana. Con hijos o sin hijos.

—¡Eso es absurdo! —mamá casi gritó alterada.

—Sí, es muy absurdo, pero no es imposible —murmuró, esta vez mirándome a mí, con un semblante tranquilo y pasivo, como diciendo, tú tranquila. —Te voy a dar unas plantas para que  se las des de beber como agua, mientras el sangrado duré. Eso disminuirá el dolor y hará que el flujo de sangre  sea normal. Oh, y ponle paños húmedos en la frente si la fiebre sigue.

Emma. A Solo Un Beso Del Pecado. (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora