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Un mes después.

Gracias a Dios, la salud de mi madre fue mejorando. El doctor dijo que tuvo una complicación seria… pero que su mal también se debía a una tiricia de mi ausencia. 

Estaba de acuerdo, porque mi madre estaba muy contenta de tenerme aquí con ella. Yo también lo estaba. Hacía mucho no pasábamos tanto tiempo juntos.

Con la que no iba nada bien, es con mi hermana Beatriz. Discutíamos todo el tiempo debido a sus berrinches y la manera tan déspotas en que trataba a los empleados.

Ni siquiera mi padre podía ponerle límites, y eso es realmente lamentable.

Tuvimos una última discusión cuando le dije a mi madre y a mi padre que me casaría con Emma, que  lo haría cuando mamá mejorará del todo y yo regresará.

Beatriz enloqueció, argumentaba que yo “un joven rico”, no podía desposar a una muchacha que no era de clase.

Que Emma era una pobre infeliz y además una sucia oportunista que solo quería hacerse con mi apellido y nuestro dinero. Dijo que esperaba que se muriera antes de que yo pudiera darle el anillo.

Nunca me sentí tan furioso en mi vida… y con tantas ganas de sacudirla.

Gracias a Dios, mi madre tuvo fuerza para pararse y darle una buena bofetada, que hizo que el puro de mi padre cayera de su boca del asombro.

—Es la última vez que te oigo decir algo tan desagradable como eso, señorita. ¡Vete ahora mismo a tu habitación!

Beatriz aún tenia agarrada su mejilla y me miraba a matar.

—Esto es tu culpa—me gruño.

—Si no fueras tan indiscreta y no hablaras mal de personas que no conoces, estoy seguro que te evitaras esto—le dije, y ella se fue furiosa.

Mamá se sentó y habló conmigo respecto sobre mi decisión de casarme.

—¿Estás seguro que quieres casarte con esa muchacha?

—Se llama Emma—intervino papá.

—Deja que responda nuestro hijo, Mario.

Sonreí.

—Sí, estoy completamente seguro, madre. Amo a Emma, y no me importa que no sea de clase o no tenga dinero. Yo tengo la seguridad de que todo lo que Beatriz ha dicho, no son más que blasfemias.

—¿Cómo estás tan seguro? ¿Cómo sabes todo eso?

—La conozco, madre. Conozco su corazón, tanto como tú conoces el de mi padre. Y la amo. Y sé que ella me ama por lo que soy y no por lo que tengo. Ya verás que lo que te digo es cierto, cuando la conozcas y conozcas su bondad.

Mamá me sonrió y acaricio mi mejilla, yo la tomé y la besé.

—Mi chiquito, estás muy ilusionado.

—No, mamá. Estoy enamorado— la corregí sonriente y seguro.

—Tienes que mejorarte pronto, corazón —dijo mi padre—, ya veo que nuestro hijo necesitará que lo lleves al altar.

*
Emma y yo habíamos estado enviándonos cartas a cada que podíamos.

Era reconfortante leer sus palabras y lo que podía contarme… pero,  lo sería más, si pudiera verla y tocarla unos segundos.

Emma. A Solo Un Beso Del Pecado. (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora