Meses después.
Estábamos en una de las habitaciones de la casa del lago . Adrián, dijo que había traído a la mucama de su casa para que limpiara y desempolvara el lugar.
—Dijiste que no has podido descansar bien estas noches. Así que hoy quiero que duermas todo lo que quieras y que estés cómoda.
Lo miré un poco dudosa.
—¿Qué? —preguntó.
—Adrián, no voy a dormirme aquí.
—¿Por qué no? —me cuestionó—, te prometo que han limpiado todo muy bien. Incluso han cambiado las sabanas, preciosa.
—No lo digo por eso—dije observando que sí, anterior a otras veces, ahora toda la habitación brillaba. —Sino, porque ¿Qué se supone que harás tú, mientras yo duermo?
Adrián pasó su mano por mi cintura y me atrajo hacia él, para luego besarme corto en los labios y decirme:
—Yo soy feliz con solo verte a mi lado, Emma. Además, no tengo ningún problema en verte dormir. Es más, siempre he soñado con eso—murmuró cerca de mis labios.
Mi corazón latía emocionado, latía fuerte, como laten los corazones enamorados.
Haciéndole caso a su insistencia, me acosté en esa enorme cama y me acomodé de un costado.
Adrián se quedó parado mirándome embelesado. Era lindo verlo ahí, pero se me ocurrió que sería mejor tenerlo cerca.
—Ven—lo llamé palmeando el lugar de mi lado. Adrián se movió y subió ala cama, y con sumo cuidado se acostó a mi lado. Pasaron varios minutos del reinado silencioso, hasta que le pregunté: —¿Por qué no me abrazas?
Adrián dibujo la forma de mi nariz con su dedo y respondió:
—Me muero por hacerlo, pero no quiero incomodarte.
—Estoy incomoda ahora que no estoy en tus brazos— hice un falso puchero y él sonrió feliz. De inmediato se acomodó y paso su brazo por debajo de mi cuello, y luego me trajo mucho más cerca suyo. Tan cerca que mi nariz tocaba su saco. Cerré los ojos disfrutando de su aroma.
—¿Mejor?
—Muchísimo—murmuré. Otra vez lo oí sonreír.
—Tú eres perfecta para mí, Emma. No importa si aún no lo entiendes—lo sentí besar mi pelo.
Quise responderle, pero me di cuenta de que el sueño ya me llevaba por delante, y no me fue posible.No sé cómo pude caer rendida tan pronto, si las noches anteriores el insomnio me jugaba malas pasadas. Quizás se debía al hecho de que Adrián siempre lograba hacerme sentir bien. No solo cómoda, si no bien.
Él podía lidiar con mi timidez y hacerme salir de ella, a veces sin que yo misma me diera cuenta.
No sé cuánto dormí... solo sé que desperté cuando inconscientemente me aferraba más a Adrián, y sentí que el bolsillo de su saco tenía algo duro y sólido, que me sacó de mi ensoñación. Hice algunos ruidos quejosos, que a Adrián le dieron gracias.
—¿Problemas con el sueño? —me susurró en el oído. Negué con los ojos cerrados.
—¿Cuánto he dormido? —le pregunté.
—Solo veinte minutos.
—¿Solo veinte minutos? —refuté sin creerlo.
—Sip. Te dormiste rápido y te despertaste igual.
—Ummm—me quejé.
Adrián se burló de eso, pero luego me dijo amable:
—¿Quieres volver a intentarlo?
Negué como respuesta, y luego le dije:
—¿Qué traes en el bolsillo de tu saco?
Adrián contuvo la respiración al oír la pregunta... la verdad pensé que estaba siendo muy indiscreta, preguntando cosas que no eran de mi incumbencia y me sentí mal.
—No importa. No tienes que decirme—quise corregirme al ver que él se había quedado muy callado de pronto.
—No, no—dijo nervioso—, si tengo que decirte... es solo que... que no planeaba hacerlo en este momento.
—Pues no lo hagas— le dije levantando un hombro—, no pasa nada.
—Si pasa— dijo Adrián. El tono de su voz me preocupó y me incorporé para sentarme.
Adrián también lo hizo.—¿Estás bien? —le pregunté, puse mi mano en su mejilla, para hacer contacto con sus ojos, pero Adrián los cerró.
— Adrián...—llamé preocupada. Y su respuesta fue tomar mi mano y besarla.—Adrián, habla por favor...
—Cásate conmigo, Emma—dijo abriendo por fin los ojos.
Mi respiración se detuvo.
ESTÁS LEYENDO
Emma. A Solo Un Beso Del Pecado. (Terminada)
Storie d'amoreEmma es una muchacha dulce y tímida, nacida en una época pasada, bajo el seno de una familia religiosa y muy conservadora. A la edad de trece años, Emma sufre la desgracia de enterarse que padece de un mal, algo que no va a matarla, pero definitiva...