—¿P-por qué no...? —sentí que se me incendiaron las mejillas.
Adrián se acercó hasta que sus rodillas tocaron las mías, para luego decir:
—Creo que todavía hay cosas aquí por las que podrías quedarte.
—Yo no lo creo.
—¿Y si te demuestro que sí? —su rostro se acercó un tanto más hacia el mío y su mano subió por mi brazo.
Temblé bajo su toque y negué con la cabeza, tragando saliva.
—Emma, no tengas miedo—pidió sonriendo mínimamente—. No voy hacerte daño.
—Estás demasiado cerca—tragué duro.
—Lo sé, pero no me temas. Solo quiero demostrarte que hay una razón para que te quedes—musitó bajo.
Otra vez negué, pero esta vez mi respiración presurosa me delataba los nervios.
—Adrián, esto no...—ni siquiera supe que decir. Lo olvidé. Su cercanía logró eso en un solo segundo.
Cerré los ojos para no tener que ver la expresión de Adrián.
—Eres tan dulce. Tan hermosa, Emma—susurró bajo con decisión, pero a la vez con lentitud.
Sus labios rosaron los míos. No pude contener un jadeo impresionado que se me salió.
Yo nunca había sido besada, ni tocada por ningún hombre...y me daba mucho miedo lo que sucedía en este momento.
Adrián llevó su mano hasta mi rostro y acunó mi mejilla derecha cariñosamente.
No tuve valor ni para abrir los ojos, ni para mirarle. Me mantuve a ciegas mientras sentí como la nariz de Adrián acarició la mía con una delicadeza que yo creí que las personas no poseíamos. Y con esa misma delicadeza volvió a besarme, succionando mi labio inferior, primero una vez y luego otra. Sus labios eran suaves y su beso delicado y húmedo.Gemi casi inaudible sabiendo que ¡Esto estaba mal!... Pero, se sentía tan bien.
Adrián también hizo un sonido un tanto ronco y satisfactorio, que pareció salirle del pecho al seguirme besando. Mis latidos golpeaban con fuerza contra mis costillas, mientras me encontraba petrificada contra el cuerpo de Adrián.
No sabía si debía hacer algo que aportara a la situación, y tampoco tuve tiempo de averiguarlo...
Escuché que la puerta se abrió con una fuerza descomunal y no me hizo falta ver quien era.
Solo Julio abría la puerta de un solo golpe desconsiderado.
Empujé a Adrián lejos de mí. Le miré aterrada por lo que acababa de pasar y por lo que podía pasarme a mí, si alguien nos hubiera encontrado de esta forma.
Desesperada y confusa salí lejos de sus manos... pero aún con eso sentía mis labios húmedos y hormigueantes.Era como si parte de su esencia se hubiera quedado en mí.
—Emma, yo...—dijo bajo y ronco, estirando la mano hacia a mí. Me miraba preocupado o cuidadoso... como si quisiera abrazarme... o como si yo fuese un animalillo asustado... Tal vez me veía igual.
Salí de ahí como si me guiará la corriente de un huracán y choqué con Julio.
—¡Ay, Dios, Emma! ¿Qué te pasa? —preguntó mirándome de pies a cabeza, extrañado. Seguramente que yo no traía muy buena pinta.
¡Ni se imaginaba porque era!
—Nada —dije y seguí corriendo hacia mi habitación.
Como la casa era una caja de fosforó escuché que Julio le preguntaba a Adrián:
—¿Qué ha pasado?
—Eh... charlábamos con Emma sobre los vegetales, y luego a salido corriendo. ¿Todo está bien?
—Bah, ni te preocupes. Ya sabes lo rara que es.
—Sí, bueno, ¿Crees que podría asegurarme que está bien?
No, no, no.
—No, hermano.
— Por favor, será rápido.
— Créeme, Adrián. Harás más bien si no lo haces. Emma es así, no te preocupes.
—Claro, entiendo—se aclaró la garganta —. ¿Quieres que hablemos aquí o nos vamos? —preguntó Adrián.
—¿No quieres comer primero?, huele delicioso. Creo que Emma ya ha preparado la comida. Le diré que nos sirva—oí decir a Julio.
Me sentí morir con solo imaginarme que tendría que volver a la cocina y ver a Adrián. ¡No iba a poder!
Hasta me imagine tumbándome todo encima por los nervios.—Er... no, no—se apresuró a decir Adrián—. No es necesario que la molestes. Yo quiero invitarte a comer al pueblo.
— Diablos, amigo. ¿Estás borracho o algo? — oí decir a Julio incrédulo—. Acabamos de llegar de allí.
Dios, se iba a dar cuenta... Estaba muerta. Estaba. Muerta.
— Es que... Llegando aquí he recordado qué, tenía que recoger unas telas para las cortinas del recibidor —. No sabía si aquello era cierto o no. Solo era consciente de que Adrián parecía hacer un notable esfuerzo por sacar a Julio de aquí.
— ¿No podemos hacerlo mañana?, en verdad muero de hambre y Emma siempre cocina como los ángeles, hermano.
— Lo sé. Pero, papá vendrá muy pronto — murmuro Adrián—. Me gustaría que viera la nueva fachada del hotel, sabés. Eso también hablaría muy bien del trabajo que has venido haciendo.
Imaginé que Julio se encogía de hombros, cuando le respondió:
—Bien, de acuerdo. Salgamos entonces. Tengo mucho que contarte.
No sospecho nada— respire al fin.
***
Ese día estuve de lo más extraña. No pude probar bocado desde lo de Adrián. Mi estómago se había convertido en un estrecho nudo.
Hasta la hora de la cena mis padres empezaban a mirarme extrañados y empezaba a preguntar si no estaba enferma.
Dije que no, pero tenía mis dudas. A cada que pensaba en lo sucedido en la cocina con Adrián, mi corazón se disparaba, mis manos y cuello me sudaban y ese nudo en mi estómago parecía empeorar.
Luego no hizo falta recordar el momento, si no el solo hecho de pensar en su nombre traía como consecuencia esos síntomas raros. Los únicos en los que me podía apoyar como ayuda y consejeros, eran mis libros. Pero, todos ellos decían que de lo que yo padecía era enamoramiento.
Eso era absurdo. Yo no podía amar a Adrián.
Porque ni siquiera podía hablar en frente de él. Su presencia perjudicaba mis nervios de tal forma que deseaba ser tragada por la tierra cuando lo veía. Además, donde mi familia se enterará...sobre todo, si mi padre supiera que estuve tan cerca de un muchacho, me despellejaría viva.Ya dije que él nunca me levantado ha la mano, pero él miedo que le tengo va mucho más allá de eso.
Mi cuerpo se estremeció con tanto miedo, que me invadieron los escalofríos.
Tenía que mantenerme lejos de Adrián...o de cualquier muchacho.
Apreté mi almohada contra mi cara y maldije...cerré los ojos jurando dormirme esta vez, pero al cerrar los ojos, vi a Adrián acercar su rostro al mío... e imaginé la sensación de sus labios contra los míos.
Otra vez.
ESTÁS LEYENDO
Emma. A Solo Un Beso Del Pecado. (Terminada)
RomansaEmma es una muchacha dulce y tímida, nacida en una época pasada, bajo el seno de una familia religiosa y muy conservadora. A la edad de trece años, Emma sufre la desgracia de enterarse que padece de un mal, algo que no va a matarla, pero definitiva...