12.

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Los primeros segundos parpadeé sin saber qué otra cosa hacer... luego mis instintos envueltos en timidez me hicieron sonrojarme hasta que sentí mi cara arder, y por lo mismo quise salir corriendo de ahí. Pero Adrián adivinó mis intenciones y me retuvo. Primero agarrando mi brazo y luego acercándose tanto a mí, que nuestros cuerpos se tocaban del todo y ya podía respirar su aire.

—No voy a dejar que huyas, Emma—parecía dolido, sonaba así.

—No huyo—mentí apartando la vista.

—Mientes. Has huido de mí, desde la madrugada en que nos conocimos. ¿Por qué lo haces?

— Porque no está bien. Nada de esto lo está.

— ¿Tan malo soy para ti? —ahora hizo que le mirará y lo enfrentara—. Dime, por favor. ¿No hay ninguna posibilidad de que... —tragó duro—... de que algún día me sonrías en vez de huirme?

Cerré los ojos al escuchar su tono lastimero.

—No lo hago para hacerte sentir mal, Adrián. Lo juro.

—Pero no tienes idea de cómo lástima que lo hagas. Me siento fatal al ver cómo me esquivas y huyes de mí.

—Perdóname... es que tú... me pones nerviosa—fue lo que le respondí angustiada.

—¿Por qué? —preguntó aun sosteniéndome.

—No lo sé. Solo me sucede desde que te conocí.

—Emma...

Estallé ante la presión del momento.

—¡Es que te juró que no sé!... tu voz, tu presencia... ¡hasta tu sonrisa me descompone!

— ¿Te descompone? —indagó dolido y  triste—.  ¿Tanto así te desagrado?

¡No!... Sentía todo menos desagrado por él.  Sentía un terremoto de cosas a su lado y se lo dije:

— No es como piensas, Adrián  —. Me sincere.  — Nunca me ha pasado antes con nadie. Yo sólo se que  tú presencia me acelera los latidos... incluso creo siento...

—Cosquillas en el estómago—termino de decir por mí.

Le miré extrañada.

—¿Cómo sabes eso?

Adrián sonrío.

—Porque es exacto lo que yo siento al verte.

Jadeé. —¿Qué?

—Emma, sé que no tienes mucha experiencia en esto, pero, necesitó que sepas que estoy loco por ti.

Negué con la cabeza jurando que había oído mal, pero de nuevo Adrián, se encargó de aclararme todo.

—​​, Emma. Estoy enamorado de ti y no dejo de pensarte.

—No, eso no puede ser posible.

— ¿Por qué no?

— Ni siquiera soy de tu clase. No tengo dinero, tierras  o herencia alguna.

— Eso no me importa.

—¡Que dices!, si que importa. La sociedad no te lo permitiría, Adrián.

— Al carajo la sociedad —bramo furioso y decidido—. Sé que lo que siento por tí es real.  Eso es lo único que me importa. Y la razón por la que voy a menudo a tu casa, es para verte, aunque sea dos segundos.

—P-pero ¿Y Julio?

Adrián sonrió.

—Julio es mi mejor amigo. Es un gran tipo, y sé que debería sentirme mal de manipularlo para que me deje pasar más tiempo en tu casa. Pero, la verdad no puedo. Verte vale la pena de todo lo que hago. Emma, no he dormido bien desde que te besé en tu cocina, menos desde que me dijiste que quieres irte. El convento donde vas a irte está a TRES DIAS del pueblo, no a un día como tu supones.

Emma. A Solo Un Beso Del Pecado. (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora