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<<Emma>>

A nadie le gusta el sufrimiento o las lágrimas.
A nadie le gusta ser asfixiado o apuñalado por la angustia...pero, lo aceptamos y vivimos con ello.

Creo que es porque en el fondo, todos sabemos que el sufrimiento y el dolor nos hacen quienes somos realmente.

Fue la última frase que leí antes de cerrar mi libro, para obedecer la orden seca de mi padre.

Rápido dejé el ejemplar sobre la silla y de un brinco nervioso me encaminé hacia la cocina para traer los platos.

La cena ya estaba lista y mi trabajo era poner la mesa, en lo que mamá le daba el ultimo toque de sazón a las lentejas.

Cogí cuatro platos y cuatro cubiertos, porque en casa somos cuatro personas. Luego volvería por los vasos y la jarra de agua.

En la cabeza de la familia estaba mi padre, Cecilio Romero: Es carpintero.

Su aspecto es el de un tipo duro y de escasas emociones. Tiene el cabello cobrizo y unos ojos negros azabaches. Él es muy alto y fornido. De barba llena al mismo color de su pelo. La seriedad que se le impone en la cara, nos causa pánico a todos en casa. Jamás en su vida nos ha abrazado más de dos veces al año. Es temido y respetado por todos aquí... nadie, absolutamente nadie, se ha atrevido alguna vez a contradecirlo. Porque todos le tememos por igual.

Mi madre, Rosaura Merian: Es costurera de profesión.

Ella es todo lo contrario a mi padre. Es buena, amorosa y bondadosa. Es la mujer más abnegada y sumisa que conozco. Ella daría la vida por nosotros sus hijos, haría lo que fuera por nosotros... menos contradecir a mi padre.

Mi madre tiene el pelo negro y es de figura fina y delgada. Tienes unos hermosos ojos verdes y una sonrisa amable. A mis ojos es muy bella, pero ella dice que en su juventud, lo fue mucho más.

Mi hermano, Julio Romero Merian: Actualmente desempleado.

Él es una mezcla muy buena de papá y mamá. Es rudo como papá. Pero cuando se requiere y cuando es necesario, es bondadoso y comprensivo como mamá.

Físicamente Julio ha sacado casi todas las características de mi madre. Es Alto, de cabello negro, nariz respingada... (Como mamá) Tiene un porte muy bueno. Lo sé, porque cuando vamos al pueblo a más de una se le va la baba. Papá sonríe y dice que es porque "¡el muchacho es muy apuesto! "
Y como Julio es el mayor, también es el que tiene más privilegios con mi padre... bueno por eso, y también por ser varón.

Envidio que mi padre le deje hacer todo lo que a mí no, (tener amigos y amigas, por ejemplo)

Y luego estoy yo, Emma Romero. La ultima y pequeña de la familia.

Yo soy la que más parecido le ha sacado en lo físico a mi padre. Mi pelo no es rubio ni castaño, tiene esa mezcla rara que papá llama cobrizo. Soy delgada y a pesar de que mi madre, mi padre y Julio son muy altos, yo no he crecido mucho. Le llego al hombro a Julio, y soy una cabeza más baja que mamá.

Tengo un rostro adornado con unas diminutas pecas y cejas demasiado gruesas y pobladas. Una vez al mes mi madre tiene que tomar una pinza y quitarle un poco del arco y los bordes... así lograba que se vean presentables. Incluso bonitas, diría yo. Para infortunio mi nariz no es encantadora como la de mamá y Julio, sino que es redonda, como la de papá.

Él dice que gracias a Dios soy guapa, pero no demasiado como para tentar a los hombres. O sea, que no era desagradable a la vista.

Además de eso, yo era una tímida irremediable.

Apenas y me salían las palabras para saludar al prójimo. Fue por eso mismo que papá decidió ya no enviarme más a la escuela.
A diario repetía qué: Era tiempo desperdiciado, pues ¡un perico tenía más gracia hablando que yo!

Entonces, solo enviaban a mi hermano a clases..., a mí me hubiera gustado seguir yendo. Una vez oí decir a la maestra, que yo era de las mejores de su clase.
Me gustaba pensar que si, pues sumaba, restaba y dividía a la misma altura que Julio, quien era mayor con dos años. Yo también escribía perfectamente...privilegio que casi no tienen las señoritas de mi clase.

También leía.

Si, leía.

Mi paraíso era ese.
Zambullirme en los libros de la biblioteca del pueblo y maravillarme con otros mundos a los cuales solo podía tener acceso devorando esas páginas.

A veces creía que eso era lo que me mantenía a flote.

Pues para mí pésima suerte, no solo ser mujer y rondar por la sociedad machista en la que vivía, era un problema.
Habían más.
Y a mis trece años me enteré que yo estaba bajo la sombra de uno de ellos.

Me enteré, de que yo no podría tener la misma suerte que tendrían las demás jóvenes del pueblo.

Emma. A Solo Un Beso Del Pecado. (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora