Adrián salió un momento afuera y luego volvió por mí, me llevo hacía atrás de la iglesia, por un atajo hacia la calle que ni yo misma conocía... ¡y eso que me pasaba horas enteras en este lugar!
Y sí, al salir a la calle no había ni un alma. Solo su carruaje y su chofer que ya nos esperaban.
— No te preocupes por mi chófer — dijo al ver mi mirada recelosa —. No le dirá nada a nadie. Confía en mí.
Si confiaba.
Pero, sabía que, si iba con él, de por si las cosas ya serían diferentes entre nosotros.
Ya no podría verlo como Adrián, el chico que solo era amigo de mi hermano. Si no que ahora sería Adrián, el chico que me besó en mi cocina y con el que fui de paseo un sábado por la tarde.
Esas eran muchas razones para no aceptar su invitación... pero no pude, menos estando frente a su carruaje ya.
Esta vez, era de esas veces donde lo incorrecto parecía mejor que lo correcto...O bueno, Adrián hacia que las cosas se vieran de ese modo.
Por el camino las cosas estuvieron un poco incomodas al comienzo. Que podía decir, yo no era una charladora nata, así que Adrián tuvo problemas sacándome conversación...hasta que comenzó a hablar de libros, y entonces todo fluyó. Brinque a la conversación como un nadador experto se lanza al agua.
Comencé a hablar con entusiasmo de los ejemplares que había leído de la biblioteca, y él aportaba cosas muy interesantes de los ejemplares que había leído también.
También me dijo que en su casa había una biblioteca con cientos y cientos de libros, que podía ir cuando quisiera. Le dije que gracias por cortesía, porque sabía que eso nunca sucedería. No había manera de que mis padres me dejaran hacerle una visita a un muchacho... así se tratara del mismo Adrián Aldama.
Luego empezamos hablar de su familia... y de la mía. Julio estuvo muy presente en nuestra charla, y yo quedaba indignada al oír que Adrián decía solo cosas halagadoras de él, así que mientras me burlaba, no tuve idea de cómo se me ocurrió decirle:
—Pues, Julio nunca ha leído ni una página de los libros que le obsequias...—Adrián dio una carcajada al oírme y yo me cubrí la boca, arrepentida.
—¡No vayas a decirle que yo he dicho eso...! —me cubrí la cara—, Dios, por favor... no le digas nada a mi hermano—le pedí.Adrián dejó de reírse al ver mi angustia. Con sumo cuidado me destapo la cara.
—No pasa nada, Emma —dijo mirando mi rostro con detenimiento, como siquisiera memorizar hasta la última peca y lunar.
—He metido la pata.
—No, yo sé qué Julio nunca ha leídos esos libros.
¿De verdad?
—Bueno, sí. Es verdad. Nunca los ha leído, pero los he leído yo—dije muy rápido—. Así que no te enfades, por favor.
Adrián sonrío satisfecho, mirándome con ternura. Su mano se posó en mi mejilla, y con su pulgar acaricio mi labio inferior.
Me faltó el aire.
—No estoy enfadado, porque yo nunca compré esos libros para Julio, ¿Sabes? —me dijo bajo y mis ojos se abrieron.
—¿Qué dices?
—Los libros siempre fueron para ti, Emma.
Estaba tan anonadada, sorprendida...tenía muchas, muchas ganas depreguntar ¿A qué se refería con eso?, pero el chófer nos avisó que ya habíamos llegado a nuestro destino.
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Emma. A Solo Un Beso Del Pecado. (Terminada)
RomanceEmma es una muchacha dulce y tímida, nacida en una época pasada, bajo el seno de una familia religiosa y muy conservadora. A la edad de trece años, Emma sufre la desgracia de enterarse que padece de un mal, algo que no va a matarla, pero definitiva...