16.

407 42 4
                                    

Adrián había abandonado la cama y ahora estaba parado muy lejos.

Estaba molesto. Y como no. Tenía derecho a estar tan enfadado como quisiera, después de lo que hice.

Adrián había sacado lo que contenía el bolsillo de su saco. Era una cajita que contenía un anillo de compromiso, me dijo que lo había hecho hacer con el joyero del pueblo calculando mi medida.

El anillo era completamente liso y con buen diamante blanco en el centro.

- Le arreglaremos lo que haga falta-dijo emocionado, queriendo tomar mi mano para probármelo. Entonces yo quité mi mano y le dije:

-No.

Parece que el mundo se desmoronó para Adrián. Sus ojos se apagaron y su expresión fue melancólica. Adrián me miraba como si yo hubiera agarrado un puñal y se lo hubiera hundido en el pecho. Le había roto el corazón.

Traté de tocar su brazo para explicarle, pero entonces él no me dejo y entonces sentí que la apuñalada era yo.

Adrián se puso de pie, y me preguntó si mi respuesta se debía a mis padres o al hecho de que aún seguía pensando irme del pueblo.

Le dije qué: -Ninguno.

Pero él ya me conocía muy bien y se puso más furioso aun cuando vio que le mentía.

Traté de justificarme:

-El problema es que somos muy jóvenes...

-¡No me mientas! ¡El problema no somos nosotros, Emma! -gritó como nunca antes, y yo me sobresalte... incluso me asuste, porque Adrián nunca me había levantado la voz.

Bajé la mirada sin saber que más decir. Adrián vio eso y maldijo para sí.

-Lo siento-se disculpó.- Perdóname. No quería gritarte -. Pero aun había decepción en su voz.

Solo asentí.

-Vámonos-dijo luego.

Jadeé.
Eso no me lo esperaba.

No hacía nada que acabábamos de llegar y él ya quería irse, lo que nunca sabía suceder.
Él siempre intentaba alargar nuestro tiempo juntos.

Pero también sabía que este cambio repentino se debía a mi respuesta.

Imagine que el trayecto hacia el pueblo sería incomodó y silencioso. Y me lo merecía.

Resignada a aceptar mi castigo, me bajé de la cama y me calce mientras Adrián seguía mirando hacia la ventana.

-Vamos-murmuré tan bajo como pude. Adrián me miró por encima de su hombro y tragando duro, asintió. Se veía triste... desolado. -Adrián, yo...

- No pasa nada, Emma. Vamos.

- No quiero que te enfades -musite.

-No estoy enfadado contigo. Te dije desde un principio que iba a respetar lo que pidieras. Y lo hare. Es solo que yo... Yo necesito estar solo -dijo seguro-. Tengo que pensar en muchas cosas.

Oír eso fue como recibir un golpe en la garganta.

Yo respetaba eso, respetaba su decisión de querer estar alejado. Adrián había sido muy paciente conmigo, con mis inseguridades y miedos. Nunca me había sentido presionada a ser algo que no quisiera a su lado.

Sé que ahora yo debía comprender y respetar la decisión que estaba tomando... pero, me entró mucho miedo de que esto significará que él me dejaría.

Quizás en su soledad llegaría a la conclusión de que podría ser más feliz con otra mujer que si aceptara su petición de matrimonio. Una mujer con la que no tendría que esconder su amor... y esa mujer no era yo.

Emma. A Solo Un Beso Del Pecado. (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora