37.

501 50 21
                                    

Pude ver a mi amada, sentada en esa cama vieja, ella tenía su rostro desviado hacia a un lado, porque peinaba su cabello con sus dedos.

Mi alma.

La observé cuanto pude...que no fue demasiado, porque mi desesperación me obligó a caminar hacia ella. No podía creer que ya estaba despierta. Al fin.

Cuando Emma escuchó mis pasos, volteó de inmediato, su pequeño rostro se llenó de sorpresa.

—Adrián, ¿Que- qué estás haciendo aquí? —murmuró perpleja, luego me miró mejor—¿Qué te ha pasado en la cara?

Negué con la cabeza. Mis heridas no eran nada a comparación de las suyas.

—Hola, amor —dije al borde de la emoción. Emma no se movió ni un centímetro, solo me miraba petrificada con esos hermosos ojos verdes.

Con cuidado me senté a su lado y acaricié su pelo.

—Te echado muchísimo de menos, sabes.

Inmediatamente los ojos de Emma, se llenaron de lágrimas. Esos hermosos ojos, lloraban.

—Adrián—volvió a decir como si no lo creyera. De repente sus manos tomaron mi rostro y su frente se pegó a la mía. —Dios mío... ¿Estoy soñando?

—No, amor. No lo estás.

—Creí... yo creí que no volvería a verte.

Tomé sus manos temblorosas y las besé.

—Te dije que no iba a permitir que nada nos separará, y he venido a cumplirte, amor.

Emma lloró más fuerte y eso me destrozó.

—Por favor no llores, cariño— dije limpiando la desdicha de sus mejillas—. No quiero ver más lágrimas en tu rostro, mi ángel.

—Es que estoy muy feliz... — dijo mirándome entre lágrimas—. Te tengo conmigo.... De verdad creí que eso no volvería a pasar.

—Vas a tenerme contigo toda la vida en adelante — Le prometí suave—. No me pienso separar de ti nunca más.

Ella negó con la cabeza y juraba que esa era una expresión culpable.

—No, no puedes hacer eso.

Fruncí el ceño.

—Sí que puedo, amor.

—No, Adrián. Por más que a ambos nos duela, tú tienes una promesa que cumplirle a tu madre... y tienes un compromiso con Romina— dijo con tristeza—. No puedes quedarte conmigo.

Entonces recordé con ira lo que Beatriz y Romina tramaron suciamente, para separarme de Emma. Gracias al cielo pude explicárselo rápido.

—¿Qué dices? — dijo más sorprendida que al principio.

Tomé su mano y la besé.

—Que mi hermana le pago a un falsificador de letras, para que falsificará la mía y te enviara la carta que recibiste— dije—, mi madre no ha muerto, cielo. De hecho, ella ya está muy bien. Y no, no tengo que casarme con Romina.

—Pero ella... Romina tenía el anillo que tú me ofreciste alguna vez. Me lo mostró en la iglesia.

Asentí.

—Por desgracia, mi hermana y Romina se hicieron muy amigas. Romina está obsesionada conmigo, creo, y mi hermana está algo chiflada y berrinchosa. Ambas se juntaron e hicieron de las suyas— Le avise disgustado—. Hace unos días mi hermana, mi hermana confesó todo lo que hicieron. Ella estaba segura de que casarme con Romina era lo mejor para el apellido de la familia. Así que un día que yo no estaba, mi hermana robó el anillo de compromiso de mi maleta y se lo entregó junto con la carta falsa a Romina. Y ya luego, esa hizo de las suyas, entregándotela a ti.

Emma. A Solo Un Beso Del Pecado. (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora