Capítulo 14

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Gire a ver para saber quién era el que había abierto unos segundos antes la puerta, y me sorprendí al ver a Stephen mirarme de arriba para abajo.

— ¡Oye! ¡No mires! —intente bajarme como pude la camisa.

—Descuida, muchas chicas han estado así en mi habitación, no es como si fueras la primera. —me respondió.

—Bien, pero eso no justifica que me devores con la mirada.

— ¿Devorarte?, sigue soñando… —rodé los ojos —solo para que lo sepas, si lo hubiera querido hacer, lo habría hecho hace mucho, no te creas con suerte. —me guiño un ojo.

— ¿A qué viniste? —pregunte ya exasperada.

—Vine a pasarte esto. —me mostro una crema dental y un cepillo de dientes — si es que te lavas los dientes por lo menos.

— ¡FUERA! —lo empuje fuera de la habitación y le cerré la puerta en la cara.

— ¡Tus intentos por resistirte no funcionaran! —me dijo.

Di la vuelta y camine hacia el baño en donde me cepille los dientes. Al salir me acosté en la cama y me quede dormida rápidamente.

A la mañana siguiente tenía un brazo alrededor de mi cintura, me gire y me sorprendí al ver a Stephen durmiendo en la misma cama que yo, ¡esto era el colmo!

Lo empuje y se calló de la cama.

— ¡Ups! —dije.

— ¿Qué te pasa? —pregunto con voz ronca desde el piso.

— ¿Qué me pasa a mí? ¿Quién fue el que se acostó aquí?

—Lo siento, ya supéralo. —lo mire y me di cuenta de que no traía la camisa y baje la vista a su abdomen. — ¡deja de mirarme pervertida! —rodé los ojos.

—Ajam… —sonó un teléfono y Stephen contesto, sorprendentemente estaba en la mesa de noche.

—Hola, si amor, ok ya bajo, espérame, si yo igual. —Rodo los ojos— que sí, bueno adiós.

— ¿tu novia? —pregunte.

—Sip, esta abajo. —Stephen salió de la habitación, escuche que abrían la puerta y una voz chillona lo saludaba.

Recordé que estaba en camisa y que me tenía que ir al orfanato así que busque la ropa que había traído ayer pero no estaba, tendría que esperar a que Stephen volviera.

Pasaron unos minutos y Stephen no subía así que decidí ir al piso de abajo. Salí de la habitación y baje las escaleras, al llegar al piso de abajo no se veía a nadie, pero escuche un ruido proveniente de una habitación, iba caminando hacia allí pero me tropecé con una prenda de vestir, la recogí del suelo y me di cuenta de que era un sostén rojo.

— ¿Stephen? —dije, llámenme celosa o lo que quieran, pero quería que ya dejaran de hacer lo que quieran que estuvieran haciendo.

El ruido ceso, celebre en mi mente.

— ¿April? —dijo.

— ¿Quién es April? —Pregunto una voz chillona —no te importara si voy y miro quien es ¿verdad?

—No, no vayas. —dijo Stephen.

Recordé que estaba solo en una camisa así que decidí subir las escaleras lo más rápido que pude, cuando estuve arriba me encerré en mi habitación. Sentí unos pasos rápidos que venían hacia donde yo me encontraba y segundos después alguien golpeaba la puerta de la habitación.

— ¡Abre la puerta maldita perra! —dijo la voz chillona.

— ¿Cómo me estás diciendo? —dije.

— ¡Ya detente Rachel! —dijo Stephen.

— ¡Una perra hablando de orejas! —dije.

— ¡Ya deténganse! —grito Stephen al otro lado de la puerta.

— ¿Y yo que tengo que ver con tu mierda Stephen? —le pregunte.

—Nada April lo lamento. -dijo Stephen.

— ¡No le pidas perdón! —dijo Rachel.

— ¡No te metas zorra! —grite.

— ¡Quita-novios! —me dijo.

—Si eso soy yo, ¿tú que eres? —le respondí.

— ¡YA PAREN! —grito exasperado Stephen.

—No lo hare hasta que tu perra-novia me pida perdón.

— ¿Perra-novia? —pregunto divertido.

— ¡¿Te parece gracioso?! —dijo la perra, perdón, Rachel.

Sin razón, con locuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora