Capítulo 24

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—Bien, espérame, iré por el auto.

—Ok.

Espere unos minutos hasta que vi que el auto de Stephen me esperaba afuera; me dirigí a él, abrí la puerta del copiloto y entre en el auto.

— ¿Lista?

—Sip.

Encendió el auto haciendo que este saliera disparado, me quede observando a las casas pasar. No sabía si estaba realmente lista para enfrentarme a la vida de Stephen, para unirme a su escuela, para infiltrarme en su vida; me sentía mal por esto, yo había llegado para ser una carga adicional a su vida.

— ¿Qué tienes? —me pregunto en un tono tierno estirando la mano para ponerla en mi muslo.

—Nada.

—No es cierto, dime ¿Qué tienes? —Gire mi cabeza para encararlo y me encontré con sus profundos ojos azules mirándome fijamente. —Vamos, dime, puedes confiar en mí.

—De acuerdo, no es nada… estaba pensando en que… tú tienes tus cosas aquí… y que ehh, pues yo vine y me estoy metiendo en esto y pues… no sé, me siento como una carga o algo así.

Stephen detuvo el auto frenando bruscamente, se acercó y me dio un casto beso en los labios.

— ¿Eso es lo que te preocupa? —Asentí —, no debería hacerlo; me refiero a que no sabes todo lo que causas en mí y en nuestra familia, con tu forma de ser haces que mis días se iluminen; no sé cómo me veas a mí y eso me preocupa, porque tu vida era mucho más sencilla que esto que te estamos obligando a vivir.

—No era sencilla, era aburrida, no sabes todo lo que deseaba encontrar a una familia que me aceptara y la he encontrado por fin es solo que…  —se acercó y me silencio con un beso —Ya me siento mejor. —le guiñe un ojo.

—Qué bueno —se rio—,  vamos.

Volvió a poner el auto en marcha, condujo durante unos minutos más hasta que llegamos a un gran edificio rodeado por rejas y grandes jardines, entramos en el estacionamiento, y Stephen aparco el auto en el.

Unas chicas se encontraban al frente de nuestro auto hablando sobre Stephen mientras lo señalaban, eso hizo que me hirviera la sangre, aunque lo disimule bien con una sonrisa.

— ¿Y esas perras en celo? —Aparentemente mi comentario le causo gracia porque empezó a reírse como loco de mí.

—Amo cuando te pones celosa.

— ¿Celosa? ¡No estoy celosa!

—Si lo estas —dijo tocando mi mejilla suavemente con su mano —, ninguna de las que están ahí me importan como lo haces tú.

—Eso espero —dije acercándome a su rostro para besarlo pero me detuvo.

—Aquí no, recuerda “somos hermanos” —dijo haciendo énfasis en las comillas con sus dedos.

Bufe frustrada y abrí la puerta del auto, me dirigí hacia las enormes puertas del edificio, en el habían muchas personas rondando por los pasillos y susurrando cosas entre si cuando me vieron.

Me dirigí hacia una oficina para reclamar mi horario y la llave de mi casillero. Cuando por fin me lo dieron salí y me encontré con el pasillo vacío, mire el horario y aparecía que mi primera clase era historia, antes de que pudiera dar un paso para buscar el salón alguien me detuvo cogiéndome del brazo y girándome. Él era alto, sus ojos cafés, cabello castaño…

—Con que tú eres la hermanita de Stephen…

—Si ¿Por qué?

—Por nada, solo quería conocerte, por cierto soy Daniel, eres muy bonita. —desafortunadamente mis hormonas o lo que sea no ayudaron y me sonroje; el empezó a reírse.

Sin razón, con locuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora