Capìtulo 21

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Me dirigí a mi habitación luego de hablar con la directora, empecé a empacar mis cosas en una maleta que habían dejado a mi disposición.

Cuando termine con mi ropa, fui hacia el armario para alistar algunas de mis pertenencias. Mientras sacaba un pequeño cuaderno, vi algo caerse en el piso; me agache a recogerlo y observe que era la foto de mi madre.

Sus rasgos eran muy parecidos a los míos, cualquiera podría decir que éramos gemelas; el mismo cabello café, al igual que los ojos, el mismo tono de piel y los labios delgados.

Ya no tenía ningún significado tener esa foto, así que la rompí y arroje con fuerza los papelitos sobre la cama.

Me escurrí por la pared hasta que estuve en el piso y metí la cabeza entre mis piernas.

— ¡¿Por qué no estás aquí conmigo?! ¡Me abandonaste! —grite frustrada.

Las lágrimas turbaban mi visión y se hacían incontrolables. Si ella estuviera aquí todo sería diferente; no tendría que ir a una casa de completos desconocidos.

Cuando las lágrimas dejaron de caer por mis ojos me seque la cara con el dorso de la mano y me levante. Decidida a dejarlo todo atrás; sin importar las consecuencias.

Empaque en la maleta todo lo que encontraba a mi paso. Desafortunadamente no pude cerrar la cremallera por más fuerza que hiciera; tenía que esperar a que alguien viniera para que me ayudara.

Por ahora tendría que arreglar un poco el desorden que había provocado. Limpie el suelo y ordene la cama.

Sentí que golpeaban la puerta, así que la abrí y quien estaba al otro lado era Stephen.

— ¡Hola! —dijo Stephen tomándome en sus brazos y dándome una vuelta.

Cuando por fin me soltó tuve que sostenerme para no caer.

— ¡Hey! ¿Cómo has estado? —pregunte.

Pero antes de responder a mi pregunta hizo otra.

— ¿Has estado llorando? —me dijo y me abrazo.

—Aja. No importa. Ya vámonos. ¿Si?

—De acuerdo. —dijo levantando la vista hacia la maleta que aún se encontraba abierta. — ¿Necesitas ayuda?

—Sip.

Se abrió paso entre la habitación y se hizo a un lado de la maleta.

— ¿Puedes venir?

Me acerque a su lado.

—Siéntate. —me ordeno.

— ¿En la maleta?

—No, en mis piernas. —Sonrió y lo mire sorprendida— Si, ¡en la maleta!

—Bien. —hice lo que él me pidió.

Stephen se arrodillo y tomo la cremallera, empezando a cerrar la maleta poco a poco. Estaba demasiado cerca de mí. Podía incluso sentir su aliento en mis labios.

Me acerque despacio, y el hizo lo mismo. Reduciendo de esta manera el espacio que hace unos segundos había entre los dos. Tomo mi rostro en sus manos y terminamos de juntar nuestros labios. Al principio el beso era lento, enrede mis dedos en su sedoso cabello y aumento la intensidad. Le di espacio a su lengua, y exploro mi boca como nadie antes lo había hecho. Gemí en sus labios.

Me separe de repente; recordando el lugar en el que nos encontrábamos y recordando que él desde hoy iba a ser mi hermano.

¡MI HERMANO! ¡Acababa de besar a mi hermano!

Sin razón, con locuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora