Capitulo 29

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La cara de asombro que tenia Amy en esos momentos no tenia precio, al igual que su hijo estaban literalmente con la mandíbula desencajada, Stephen estaba del color del papel, no quedaba color en su rostro.

—¡¿Que es lo que acaban de hacer?!

—Yo... Mamá... —empezó Stephen pero se detuvo al ver que sus argumentos no tenían ningún sentido.

—¡April a tu habitación! ¡Ahora! —gruño Amy, su cara estaba cubierta de una tonalidad roja parecida a la de un tomate, obviamente no por la timidez sino por el enojo.

Me levante y corrí antes de que mis piernas se negaran a funcionar, temblaba de la punta de los pies hasta la cabeza, baje las escaleras como pude y mis temblorosas piernas me llevaron al jardín delantero en donde arroje todo mi peso al césped recién cortado, dejándome llenar por una fuerte sensación de vació.

***

Alcance a escuchar unas frases que iban y venían a través de la habitación, estaban discutiendo, abrí los ojos pero una fuerte luz me hizo imposible distinguir las cosas que me rodeaban, poco a poco se fue aclarando hasta que enfoque la mirada de lastima y pena que me daba Bryan, su cara reflejaba la repugnancia que le producía verme.

—¡Al fin despierta! —dijo Stephen desde una esquina de la habitación, su ansiedad se notaba en cada movimiento que daba.

—No te atrevas a acercarte. —lo amenazo Bryan con el ceño tan fruncido que sus cejas casi se juntaban.

—April hemos tomado una decisión... Y lo mejor para todos es que te regreses al orfanato.

Mi vista se estaba empezando a nublar y mi estomago se contrajo notablemente... No por favor no... el orfanato no... Hubiera querido rogar para que no me llevaran, pero las palabras solo se formaban en mi mente sin poderlas siquiera pronunciar.

—¡No hemos tomado ninguna decisión! —gruño Stephen—¡Ustedes la tomaron por todos!

—Stephen... —logre articular —Creo que es lo mejor, ellos... tienen razón, no soy la clase de persona adecuada para esta familia.

—¡¿Y que persona seria la adecuada?! —subió la voz 

—¡Una que este dispuesta a lidiar con esta mierda! ¡Contigo! ¡Con ustedes! Simplemente no puedo.

Por lo visto funciono porque no dijo una sola palabra más.

—Iré a empacar las maletas. —Me levante con cuidado de la cama, pero sentí que cada pieza de mi cuerpo se iba a desmoronar ahí. 

—Yo te ayudo. —Se apresuro Stephen a tomarme del brazo. 

—Por favor no lo hagas. —Apreté la mandíbula y se alejo.

Me puse en pie y me deje guiar por la pared hacia la habitación en la que había descansado durante el ultimo mes.

Amy llego detrás de mi.

—Empaca ligero, el viaje sera largo.

—¿Viaje? ¿de que mierda estas hablando?

—Iras a un orfanato en Londres.

—¿Lo-londres?

Asintió, y ese simple gesto hizo que entendiera la magnitud del problema.

No lo volvería a ver. Jamas.

Sus besos tan suaves pero a la ves salvajes, sus caricias en el lugar correcto; sabia como hacerme sentir bien; pero también era el mismo que había acariciado con la misma intensidad y el mismo deseo a muchas chicas.

Sin razón, con locuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora