Te quedan 10 minutos.

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Vacío.
Silencio.
Tal y como debería ser el espacio, callado, frío, muerto.
Los restos del Galaxy One flotaban con suavidad junto a los restos de las naves de guerra de Lord Comandante.
Y aún con toda la destrucción el espacio se veía hermoso, estrellas brillantes, polvo espacial verdoso, simplemente hermoso. Ya no quedaba nada más que el interminable espacio hasta que el joven capitán del Galaxy One jadeo.
¿Qué estaba pasando? ¿Dónde están los demás? ¿Quinn? ¿Mooncake? ¿Pequeño Cato? ¿H.U.E? Todo dolía pero la ansiedad fue mas dolorosa e inevitable  invadiendo a Gary que comenzó a jadear y entrar en un ataque de pánico ante el angustiante silencio y soledad que lo rodeaba hasta que la voz de H.U.E. lo tranquilizó.
Tu integridad física está en estado crítico, te aconsejo que te relajes Gary.
¡H.U.E! — Sollozo Gary —. H.U.E. yo... todos...
Un largo silencio se extendió, ni el rubio y la IA sentían la necesidad de hablar hasta que el humano comenzó a jadear de nuevo, en clara señal de que su tiempo se estaba agotando.
No nos favoreció el resultado Gary— indicó la IA con su tono neutral.
Ve al punto— jadeaba el rubio— ¿Qué probabilidades tengo de salir de esta?—Pregunto Gary a pesar de saber la respuesta.
Pero le era imposible no preguntar, todo se sentía tan irreal, era como estar soñando, flotar en el espacio a la merced de la deriva y el vacío era como estar soñando.
—En tu estado actual pasarás el límite de recuperación en díez minutos— indicó H.U.E. —También estas perdiendo oxígeno Gary.
El rubio escuchaba atentamente a la voz calmada de la IA mirando su guantelete que indicaba en verde un 2% de Oxígeno.
Ah que curioso, eligieron el verde para una alerta roja, yo habría escogido el rojo, o tal vez violeta, o no se, tal vez habría escogido el color ponche. Dios, ni siquiera se si eso es un color, cielos ahora quiero tomar ponche— se lamentó Gary melodramáticamente.
Me temo que eso será imposible ahora Gary—indicó H.U.E.
Si, creo que si...
Gary se mantuvo en silencio, encerrado en sus pensamientos que iban más allá que el espacio mismo.
Por más que debería estar aterrado y hecho trizas, simplemente no podía sentir nada, estaba en calma total.
A pesar del dolor punzante de su abdomen por la herida que a penas había logrado cerrar, el hecho de que todos sus amigos habían muerto y que pese a todos sus esfuerzos había perdido la tierra, no podía sentir nada en lo absoluto.
Eso le recordó cuando tenía doce años y unos tipos le rompieron un brazo en un intento de robo. Estaba tan asustado, enojado y adolorido mentalmente que su cerebro no tuvo el tiempo para procesarlo todo y no sintió dolor en lo absoluto hasta que logró escapar de aquellos sujetos escondiéndose en un basurero; una vez que su cerebro conecto con las demás partes de su cuerpo, se sumergió en un mar de dolor puro.
Era la primera vez que sentía un dolor físico tan grande, pero no seria la última vez que lo sentiría.
La vida es dura para un don nadie sin hogar, sin motivaciones, con altas expectativas sobre sus hombros por el simple hecho de llevar el apellido Goodspeed; incontables veces habían sido las ocasiones en las maldijo a su padre, ¿Porque había sido el? ¿Porque de entre todos los capitanes  de la Guardia Infinita habían elegido a su padre? ¿Acaso no lo amaba? ¿Porque lo había abandonado?
Preguntas que jamás habían tenido respuesta, pero aun así la rabia de Gary nunca duraba tanto y terminaba por derrumbarse. A pesar de todo, amaba a su padre con cada célula de su ser y el molestarse con el recuerdo de su padre era algo que lo lastimaba profundamente. Poco a poco el mundo lo endureció obligándole a formar gruesas barreras de protección para que nadie más pudiese lastimarlo de nuevo, así que toda su soledad la enterró bajo una fachada de inquebrantable  optimismo y desinterés.
Hacia lo que quería, viajaba a donde quería sin rendirle cuentas a nadie, ni tener un lugar al cual volver, con personas que esperarían a su regreso. Una vida sin preocupaciones, hasta aquel día en que entró a aquella taberna y vio a Quinn; concentrada, fría, mortal y hermosa como siempre, ahora que recuerda como se hizo pasar por el piloto que dejó inconsciente en el baño y causó un destrozo total de un restaurante de comida mexicana  dando como resultado quedar confinado a cinco años de aislamiento total siendo un simple mecánico satelital no pudo evitar reír melancólicamente.
Se sentía como si hubiese pasado una eternidad.
Una eternidad.
Una eternidad desde que pudo hablar con su padre, desde que conoció a Quinn, a Mooncake, Avocato, a todos.
Durante más de diecisiete años estuvo sólo, abandonado, valiéndose por si mismo de la mejor forma que podía, sintiéndose como el ser más inútil de toda la galaxia... hasta el día en que fue arrestado.
Cuando H.U.E. se hizo cargo de el, aunque haya sido por obligación en un comienzo, jamás había tenido a alguien que velará por su seguridad; siempre había sido el quien frustró sus propios planes de suicidio, quien hacia cosas increíblemente osadas y estúpidas sólo para sentir algo. Desde ese momento dejo de estar sólo y su vida comenzó a mejorar.
Gary sonrió cerrando sus ojos sintiendo como la falta de gravedad hacia flotar su maltratado cuerpo hacia ninguna parte.
Casi como si estuviese acunándolo suavemente.
La fuga de oxígeno te dejará sin vida en nueve minutos— indicó H.U.E. cortando el silencio.

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Diez minutos.- [Garycato]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora