Un abogado muy arrogante

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Me despierto por la mañana, son las nueve y el juicio empieza a las diez en punto.

Salto de la cama y lo primero que hago es darme una buena ducha, tengo que estar relajada si quiero ganar a este nuevo abogado, que por cierto, no me suena haber trabajado con él antes. Una cara nueva, un juego distinto, una nueva experiencia...

Me arreglo, me hago un moño y me visto, esta vez opto por uno de mis famosos trajes, el negro, mi favorito.

Desayuno ligero, nada más que una magdalena y un poco de café. Y a las diez menos cinco ya estoy plantada en los juzgados.

Bajo del taxi y me encuentro a mi secretaria y a mi cliente esperándome en la puerta. Tras un saludo formal pasamos dentro, y mi cliente no para de preguntarme por la nota de ayer.

-¿Eso es algo bueno o algo malo?-. Me pregunta con un cierto tono de preocupación en su voz

-Te lo dije ayer y te lo vuelvo a repetir, no, ni bueno ni malo, solo significa que su marido ha cambiado de abogado, eso es todo, su nombre es un tal Draco... Malfoy

-No me suena de nada

-A mí tampoco -. Contesto sin darle importancia

-Es nuevo aquí Señorita Granger-. Añade mi fiel secretaria que nos sigue detrás con paso ligero intentando cogernos el ritmo.

-Me pone muy nerviosa eso...-. Dice mi cliente preocupada

-Relájate, no tienes nada de qué preocuparte, un nuevo abogado que jamás ha trabajado en Nueva York ¡no tiene posibilidades! Así que tranquilízate, además, yo jamás he perdido ni un solo caso en lo que llevo de carrera

-De acuerdo-. Responde convencida.

Por un momento mis palabras la han tranquilizado pero no a mí, así que desesperada me voy corriendo al baño a relajarme. "Hermione tranquila, no hay problema, es pan comido, tranquila está bien, ganarás" me repito mentalmente. Abro mi bolso y veo que me he traído uno de esos bollos que tanto me gustan. Sin dudarlo lo abro y empiezo a comer, no hay nada más que me baje los nervios que comer, una manía mía que me viene desde pequeña...

En unos segundos el bollo que tenía entre las manos ha desaparecido y ya no quedan más de él que las migas.

Salgo de ahí, no sin antes lavarme la cara y posibles restos de mi rápida comida, ahora mucho más relajada que antes. Salgo de ahí a hurtadillas y las veo que están en la puerta esperándome.

-¿Lista?-. Le digo con ánimo

-Sí-. Me responde con ímpetu.

Caminamos hasta entrar en la que sería nuestra sala. Es como cualquier juzgado que se ven en las pelis, amplio con un montón de gradas, ambos sitios izquierda y derecha para víctima y acusado y el estrado con la enorme bandera americana ondeando detrás. Solo hay un pequeño detalle, hay un hombre durmiendo en la silla del abogado contrario. Le miramos detenidamente y después nos miramos entre nosotras.

-Ese es el abogado de Neville-. Me informa mi cliente. Ahora mi mirada pasa de nuevo al abogado, le miro no muy convencida, no me inspira mucha elegancia y menos aún durmiendo en la silla.

Avanzamos por el pasillo y nos sentamos en nuestra mesa, dejo mi bolso, las cosas y miro de nuevo al de la silla. Me acerco a él y le toco con el lápiz suavemente, pero ni se inmuta, vuelvo a hacerlo, pero ahora con más fuerza, esta vez se despierta sobresaltado.

-Hermione Granger, represento a la Señora Lovegood-. Me presento formalmente

-Draco Malfoy-. Se da la vuelta y por poco no me da un ataque al ver de quien se trata. ¡Es él! ¡Mr. Arrogante, el hombre del avión, el hombre que me rescato cuando me desmayé en el bar y ahora, el hombre que tengo delante de mí!

Amor a JuicioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora