Salimos de marcha

1.3K 94 0
                                    

Llegamos a nuestro destino. El bar es ruidoso y está lleno de gente, de turistas que han salido a pillar una buena borrachera. Allí nos encontramos los tres, Ginny, Alex; un amigo de Ginny al que nos hemos encontrado de camino y yo. Al principio no me encuentro muy cómoda, ya que no suelo frecuentar este tipo de sitios. Pero enseguida se me pasa al comenzar la "gran noche" con unas cuantas piñas coladas. Mientras me bebo la quinta copa, hablamos y reímos por tonterías, y por un momento pienso que no es buena idea beber tanto.

-¿Y ahora qué harás, Hermione? —me grita Alex.

-Volveré a mi casa, seguiré con mi trabajo y todos contentos.

-Dios mío, cómo viven algunos... Pero volverás para vernos ¿no?

-Por supuesto, Alex. No podría vivir sin volver a verte—le contesto sonriendo.

Me pasa el brazo por la cintura y me acerca a él. Le estoy permitiendo demasiadas confianzas a pesar de haberlo conocido hace media hora. Creo que debería de dejar de beber por una buena temporada...

-Es muy importante para mí volver a verte, Hermione—me susurra al oído—. ¿Otra piña colada?

-Alex Johnson... ¿estás intentando emborracharme? Porque creo que lo estás consiguiendo -.le digo riéndome—. Creo que mejor me tomo una cerveza. Voy a buscar una jarra para todos.

-¡Así se habla Hermione! —grita Ginny.

Me aparto de Alex y me levanto de nuestra mesa. Empiezo a pensar que me estoy descontrolando un poco, le he cogido mucha confianza a Alex y Ginny le conozco.

Me incorporo. Uf, me da vueltas la cabeza.

Tengo que agarrarme al respaldo de la silla para evitar tropezarme y caer al suelo. Los cócteles con tequila no son una buena idea.

Me dirijo a la barra y decido que debería ir al baño ahora que todavía me mantengo en pie. Bien pensado, Hermione. Me abro camino entre el gentío tambaleándome. Por supuesto hay cola, pero al menos el pasillo está tranquilo y fresco. Esperando, me doy cuenta de que estoy bastante borracha, la verdad. La cabeza me da vueltas mientras avanzo en la cola. Bueno, el objetivo era salir y divertirme, y ha salido todo a pedir de boca, incluso he conseguido emborracharme, a pesar de que ese objetivo no estaba en mi plan. Y ya veo lo que era emborracharse hasta perder la consciencia... Me temo que no merece la pena repetirlo.

La cola ha avanzado y ya me toca. Después salgo de allí y ahora me toca esperar una eternidad en la barra, hasta que me dan una jarra grande de cerveza, y por fin vuelvo a la mesa.

-Has tardado un siglo —me riñe Ginny—. ¿Dónde estabas?

-Haciendo cola para el baño.

Alex interrumpe nuestra conversación y nos sirve cerveza, doy un trago largo. Ya no soy consciente de cuantas me he bebido en lo que llevo de noche. Todo me da vueltas y el ambiente que hay aquí dentro no ayuda en nada

-Ginny, creo que saldré un momento a tomar el aire.

-Hermione, no aguantas nada...

-Hace mucho que no bebía te lo dije

-Ok, sal a tomar aire

-Solo cinco minutos y vuelvo.

Vuelvo a abrirme camino entre el gentío. Empiezo a sentir náuseas, la cabeza me da vueltas y me siento inestable. Más inestable de lo habitual.

Voy abriéndome paso haciendo eses hasta la salida pero me topo con algo grande y... Musculoso, el duro golpe me hace retroceder.

-Perdón-. Me disculpo, hago un esfuerzo para enfocar la vista y me encuentro con dos hombres, uno de los cuales me resulta muy familiar...

-Mira bien por dónde vas-. Me responde uno de ellos con un tono no muy agradable. Intento hacer memoria, pero con su voz ya me quedó claro a quién me estaba enfrentando.

Perdona señor arrogante, eres tú el que está en medio-. Respondo con valentía. Siempre quise llamarle arrogante desde el momento en que me despertó en el avión, puede que en mi estado normal nunca me haya atrevido a decirlo pero es el alcohol me está dando esta valentía, por una parte lo agradezco.

Me da un repaso de arriba abajo con la mirada. Un escalofrío me sacude de arriba abajo y por un momento puedo decir que me siento intimidada...

-Vaya, una mujer con carácter...

-Pues sí, y has tenido suerte de pillarme con buen humor, y ahora si me permites, voy a beber-. Me aparto de él pero me agarra el brazo impidiendo que avance.

-¿Te apetece bailar?-. Me pregunta de repente con un tono un tanto... ¿¡Seductor?!, y por un momento me rompe todos los esquemas, ¿qué clase de bipolaridad es esta?

-No, quiero beber

-¿Me tienes miedo?-. Ríe. Yo nunca he tenido miedo, y menos de los hombres.

-¡Vamos a bailar!-. Le contesto con seguridad y para dejarle claro que no me intimidaba en absoluto le sonrío de manera arrogante. Él me devuelve la sonrisa y su mano, que antes estaba en mi antebrazo, se desliza por él hasta llegar a mi mano. La agarra fuertemente y después me lleva hacia la pista.

A mitad de camino me detengo. Mierda. Acabo de recordar que yo no bailo. Se da cuenta de que no quiero, y bajo las luces de colores veo su sonrisa divertida y burlona. Tira fuerte de mi mano y caigo en sus fuertes brazos. Empieza a moverse y me arrastra en su movimiento. Vaya, sabe bailar, y no puedo creerme que esté siguiendo sus pasos. Quizá sigo el ritmo porque estoy bajo el efecto del alcohol o porque me he quedado embobada mirándole. Yo diría que es una mezcla de las dos. Siento que me aprieta contra su cuerpo... Por un lado se lo agradezco si no me sujetara con tanta fuerza, seguro que me desplomaría a sus pies.

Después de bailar un par de canciones, empiezo a forcejear para salir de su agarre. Él se da cuenta de que ya me he cansado de bailar y cede. El mareo se va acrecentando y necesito salir a fuera a tomar el aire y poner distancia entre aquel desconocido y yo. Le he dejado hacer algo que estando consciente nunca hubiera permitido.

Me voy haciendo eses de camino al aparcamiento. No sin antes coger una copa por el camino.

Mientras bebo al aire libre, en la zona de aparcamiento, empiezo a ser consciente de lo borracha que estoy. No veo bien. La verdad es que lo veo todo doble y además creo que voy a vomitar. ¿Cómo he podido acabar así?

Me apoyo en la pared y oigo a lo lejos unos pasos, pero no les doy importancia.

Mierda. De repente siento una arcada y me inclino hacia delante. Mi cuerpo no puede seguir tolerando el alcohol y vomito en el suelo todo el líquido de esta noche.

Mientras hecho al suelo todo, oigo una risa detrás de mí.

-Vaya con que, aquí te habías metido-. Reconozco su voz, otra vez el chico del avión... Si no estuviera en esta situación ya le hubiera gritado un par de cosas.

Me incorporo lentamente pero vuelvo a vomitar... y otra vez. Joder... ¿Cuánto va a durar esto?

Por fin consigo parar, y aunque tengo el estómago vacío y no sale nada, espantosas arcadas me sacuden el cuerpo. Me prometo a mí misma que jamás volveré a beber. Es demasiado vergonzoso para explicarlo.

Al fin dejo de sentir arcadas. Mis manos tiemblan y la cabeza me da vueltas. Vomitar tanto es agotador.

Consigo incorporarme y estoy muerta de vergüenza. Me doy asco.

-¿Qué haces aquí?-. Pregunto con la poca dignidad que me queda

-Venía a ver porque habías desaparecido tan rápido

-Pues ya lo sabes, y ahora me voy-. Me doy la vuelta y camino con piernas temblorosas de nuevo al bar. No quería verle, me acababa de ver vomitando y eso me hacía sentir vulnerable, y esa sensación no me gusta nada.

-¡De nada por preocuparme por ti!-. Me grita debido al elevado volumen de la música

-No necesito que te preocupes por mí, y ahora ¡déjame en paz!-. Me alejo de él unos cuantos pasos. Aquí hace mucho calor, hay mucho ruido, demasiados colores... demasiadas luces. Me da vueltas la cabeza. Oh, no... Siento que el suelo sube al encuentro de mi cara, o más bien soy yo la que voy a su encuentro. Lo último que oigo antes de desmayarme es la palabrota que suelta alguien:

-¡Joder!

Amor a JuicioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora