Una farsa de matrimonio

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En estos momentos, a las siete de la mañana estoy montada en un avión de camino a Las Vegas, sí, de nuevo.... Resulta que mi cliente se ha fugado y se ha ido a la mansión, ¿¡qué demonios hace allí sabiendo que no puede estar?! Parece que no le entra en la cabeza cómo funcionan los juicios de divorcios... Así que el juez me ha mandado hacer la maleta y mover mi bonito trasero hasta aquí para buscarle y traerle de vuelta, me siento como una niñera...

Esta vez consigo alquilar un coche, menos mal, si llego a ir andando como la anterior vez me pego un tiro aquí mismo en el desierto.

Llego por fin a la mansión y me recibe la criada.

Me deja pasar encantada y al ver la casa los recuerdos me inundan... Aquí fue donde empezó toda esta locura de mi matrimonio con Draco, sonrío al recordar fragmentos de aquella noche, fue todo tan inusual...

Mis pensamientos son interrumpidos por unos gritos, vienen de arriba. Voy corriendo, ¿¡por qué tiene que ser tan grande este castillo?! a pesar de que no saber que habitación es, abro la puerta.

-¿¡Qué pasa?!-. Pregunto preocupada. Me fijo en la habitación o no es un dormitorio, y Blaise está acompañado de Pansy. Rápidamente me doy la vuelta, creo que les he pillado con las manos en la masa... Aunque más bien, con las manos puestas en otra cosa...

-Dios mío, lo siento, lo siento... Pensaba que gritabas...-. Digo avergonzada apartando la mirada.

-Claro, ¿tú no gritas?-. Ambos ríen y se cubren a besos, pero ahora decido enfocar el tema a lo que en verdad he venido a hacer aquí.

-Bueno, el caso es que ¿qué demonios hacen aquí?

-Verás, vinimos en aviones diferentes y estábamos a punto de destrozarlo todo. Cuando apareció la criada y dijo feliz aniversario.

-Tres años...

-Sabes, nos casamos aquí, en Las Vegas

-Y... Hemos decidido volver a intentarlo, nunca hay que rendirse ¿no?

-No podría estar más de acuerdo-. La voz de Draco resuena en la habitación, y aparece entrando por la puerta. Me quedo perpleja mirándole ¿qué hace él aquí?.- Granger

-Malfoy

-Un momento que no me aclaro, ¿Qué hacen ustedes aquí?-. Pregunta Blaise confuso

-Yo he venido a decirte que legalmente no puedes estar aquí-. Le explico evitando la mirada de Draco

-Ya pero estamos... Es decir, todo esto es nuestro. Pero oyes, gracias por pagarte el viaje igualmente. Pero tranquilos, se pueden quedar a cenar, es más, lo van a hacer.

-Pero antes debemos hacer una cosa...-. Me mira, y sé a qué se refiere. Tomamos el coche y vamos a los juzgados para divorciarnos, por fin se había acabado el caso y por lo tanto nuestro matrimonio. En el camino vamos sin mirarnos, él conduce y yo miro por la ventana el paisaje, pensando en qué va a ser de mi vida sin él.

Por fin llegamos y tras pedir los papeles resulta que en realidad no tramité ningún papel a Nueva York, ¡ni siquiera nos casamos oficialmente en Las Vegas! Todo era una fiesta, y sin querer pedimos a alguien que nos casase. Estábamos demasiado borrachos para darnos cuenta de ello, además creo que hasta nos prohibieron la entrada en ese lugar... ¡Genial, ahora sí que sí adiós al alcohol de por vida!

Volvemos a la casa, yo decepcionada... Así que al final no nos casamos... Nada ha sido real, por lo menos mis sentimientos lo eran...

-Bueno... Al final, no estamos casados...-. Me dice una vez que aparca el coche delante de la puerta.

-Eso parece-. Respondo con la mirada baja con un hilo de voz

-Estarás contenta, por fin tienes lo que tanto querías-. Me mira melancólico, y por un momento voy a responderle que no, que le necesitaba en mi vida, que estoy perdida si él se va, que simplemente... Lo amo. Pero guardo silencio, no sé porque pero mi voz no reacciona a mis órdenes, lo único que hago ahora es mantener la mirada baja y debatirme interiormente si decirle algo de lo que se me está pasando por la cabeza o seguir callada. Al final consigo decir algo.

-Draco yo...

-No hagas las cosas más difíciles de lo que ya son... Diles que no me voy a quedarme a cenar-. Me interrumpe y arranca el coche, dejándome sola, mirando por donde se va con los ojos acuosos. Un momento, ¿no debería de estar feliz? Esto era lo que quería, divorciarme de él y no volver a verle, cumpliría su promesa, no lo dudo, pero me siento vacía.

Y ahora me doy cuenta de que en verdad lo amo, más de lo que jamás he llegado a pensar desde que le conocí. Cuando al principio supe que nos casamos me pareció el fin del mundo, pero poco a poco supo cómo hacerse un hueco en mi corazón a tal punto que ha dejado huella. Ahora este es nuestro último momento juntos antes de perderle de vista, y no he podido ni siquiera impedir que piense que lo odio. Estoy perdida...

-¿Te encuentras bien?-. Me dice Pansy, ya vestida, acercándose a mí.

-Sí... Estoy bien-. Digo en un hilo de voz. Me mira, no muy convencida de mi respuesta. Por mi aspecto y mi tono de voz no puedo convencer a cualquiera.

-¿Sabes lo que me parece a mí?, que han tenido una pelea amorosa-. Añade convencida, yo asiento con la cabeza, no se equivoca en nada, ahora los papeles se han invertido, parezco ella cuando la encontré llorando aquella noche en el concierto y ahora está consolándome. ¿Desde cuándo me he vuelto en la pobre mujer llorando por el hombre?

-Lo amaba...-. La confieso.

-Una vez, una mujer me soltó un rollo de que el divorcio es la última alternativa, de que hay que luchar por el matrimonio hasta el final...-. Me mira divertida, se que se refiere a mí, lo que me hace que una sonrisa se me dibuje en la cara, por lo menos se acuerda de lo que la aconsejé.

-Creo que sé quien lo dijo...-. Río

-Sí, y la tengo a mi lado, llorando, justo como yo estaba hace semanas.

-Pero ya no se puede hacer nada, se habrá ido a Londres, lo he perdido...-. Suelto una lágrima, por fin, ya no podía soportar más el sentimiento de haber perdido algo importante en mi vida

-Oye, gracias a tu consejo he salvado mi matrimonio, ahora yo te voy a dar un consejo... ¡Mueve tu precioso trasero, ve allí y dile a ese hombre que lo amas!, porque nunca es tarde para nada, y mucho menos para el amor-. Dejo de llorar, tiene razón, debo ir y luchar por mi no matrimonio, por él hombre de mi vida, nada me sirve lamentarme como una magdalena es hora de actuar. Llevo todos estos años escondiéndome del amor y de los hombres por miedo a que me hicieran daño, pero eso se acabó, si hago el ridículo, lo haré intentando recuperar a mi hombre.

Amor a JuicioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora