¡Vivan Las Vegas!

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Amanece en Nevada y ya estamos en pie. Nos levantamos y abrimos la puerta de la caravana dispuestos a otro largo día de intensa caminata por el desierto, pero nos llevamos una sorpresa al descubrir que el cartel luminoso que da entrada a Las Vegas esta justamente delante de nuestras narices. Y un poco más lejos la mansión.

-¿Tan cerca estábamos?

-Ajá

-Al diablo con Blaise y Pansy, ¡la quiero yo!-. Exclamo al admirar el enorme cazolón que tenemos delante de nosotros. Es una maravilla arquitectónica, como si hubiera sido sacado de los cuentos de hadas y trasladado a la vida real. Tomo nota, cuando tenga tanto dinero me tengo que comprar una de esas...

-El deber nos llama

-Sí-. Empezamos a caminar entre los matojos, hierbas y más hierbas, es lo único que veo por aquí

-¿Crees que el personal respaldará tu versión?

-Créeme que sí-. Seguimos caminando y nos encontramos delante de la gran puerta de metal, llamamos con tres suaves golpes y una muchacha morena de ojos azules nos da la bienvenida con una sonrisa

-Hola, represento al señor Zabini, querría hablar con el personal de la propiedad solo un momento-. Decimos al unísono. La pobre muchacha se queda sin saber que decir, creo que la hemos asustado con tanta prisa.

-Ustedes deben de ser los abogados de Nueva York

-Sí

-Estupendo pasen-. Se aparta a un lado y nos deja entrar, pasamos a un recibidor, con suelo de mármol, columnas de piedra y amplios techos. Una lámpara de araña cuelga del techo, además de los distintos cuadros y muebles que adornan la sala.

Rápidamente tomo un cuaderno y boligrafo y recorro todas las habitaciones de la casa, parece un castillo por dentro... Subo las escaleras y las bajo para recopilar información del personal, hablo con criadas, jardineros, chofers, de todo. Ahora voy a subir a otra planta y me cruzo con Malfoy

-Por ahora todos están de acuerdo conmigo

-Y conmigo-. Sigo subiendo escaleras, pero me detengo, un momento... ¿¡Todos están de acuerdo con ambos?! Esto no puede ser, esto no puede estar pasándome a mí...

Voy a mi habitación, no sé si frustrada o decepcionada por haberme pasado toda la mañana hablando con gente para al final acabar en donde empecé, en no tener absolutamente nada.

-Micaela, creo que voy a tener que volver a entrevistar al personal, no he conseguido nada...

-Lo siento Señorita Granger, pero va a ser imposible, todos se encuentran en la fiesta

-¿Qué fiesta?

-Por las noches nunca se trabaja, los trabajadores se van de fiesta a cualquier edificio. Siempre cantan y bailan.

-¡Oh que bonito!-. Me doy un último retoque en los labios con el brillo. Me examino en el espejo, mi vestido rosa de seda me queda estupendamente, hice bien en traérmelo conmigo, y combinan a la perfección con mis Louis Vouitton beige. En el pelo llevo un semi recogido que me he hecho con un antiguo broche que tenía guardado en un cajón.

Salgo a la puerta y me encuentro con Draco, que viste de forma sencilla pero resultona, lleva unos vaqueros con una camisa blanca, acompañada por una americana negra, el pelo ligeramente despeinado, no repeinado como en los juzgados. Este me gusta más, le da ese efecto sexy que tanto me encanta. Le sonrío nerviosa, me está mirando demasiado y no estoy muy acostumbrada en que los hombres se fijen tanto en mí.

-Vaya, pero si está aquí la morena más sexy que ha pisado el Estado de Nevada-. Me sonrojo ligeramente mientras doy una vuelta para exhibirme, puede que le odie, pero no puedo resistirme a que me halaguen, y menos aún siendo él.- Estás preciosa esta noche, si se me permite decirlo

-Y tú tampoco te quedas atrás, eres el Mr. Arrogante más atractivo que he visto en mi vida-. Un momento, ¿¡acabo de decir eso?! Eso último he pensado en voz alta. Veo que se ríe, ¡y qué risa! Nos miramos y hago un gesto para indicar que nos vamos.

Bajamos la escalera y nos vamos a donde están todos reunidos. Las calles están llenas de carteles luminosos que anuncian bares, casinos y tiendas, típico de las Vegas... Al fin llegamos a donde esta todo el mundo reunido. Es un edificio gigante, ¡hasta con una piscina en el tejado!

Nos sentamos y esperamos a que nos traigan algo de beber para dar comienzo a la noche. Nos traen por lo que parece, whisky o algo por el estilo. Brindamos y de un trago nos lo bebemos, me quema la garganta, y por un momento me arrepiento de haberlo bebido tan rápido. En cuestión de segundos y no sé cómo, pero me encuentro bailando entre toda la multitud, y para cuando el baile ha terminado no encuentro a Draco por ninguna parte, ¿se habrá ido? Le busco con la mirada y le encuentro con una mujer rubia tirándole los perros. Me acerco decidida, ¿¡pero esta quien se cree?! Se va a enterar, solo yo puedo coquetear con este hombre.

-Te dejo un momento solo y ya se te echan encima, vamos cariño, no querrás que me enfade.-. Le cojo del brazo y le saco de ahí a rastras mientras la rubia me fulmina con la mirada, y como no, yo no me quedo atrás y se la devuelvo, fresca...

-¿Y eso a que ha venido?-. Me pregunta sorprendido por mi comportamiento

-No sé, cierta barbie te estaba intentando llevar a la cama con sus encantos

-¿Celosa?

-No, solo molesta-. Río. Me voy de nuevo a la pista de baile. Ahora se me acerca un chico castaño, me da un aire a Theo. Pero este tiene los ojos azules, es el típico modelo con que todas las mujeres sueñan.

-Hola muñeca, ¿estás ocupada?-. Me pregunta seductor, y cuando iba a responder, Draco se mete entre medias de nosotros, y no le mira con cara amigable que se diga.

-Te dejo sola y se te echan encima como perros, vámonos nena, no quiero peleas esta noche-. Me coge del brazo y me saca de allí, no puedo creer que Draco este celoso

-¿Ahora quien esta celoso?-. Río

-Nadie, solo te protejo para que nadie intente llevarte a la cama

-¿Cómo lo hiciste tú?

-Bueno, pero mejor yo que nadie-. Me guiña un ojo y con eso ya me dejo

Nos miramos intensamente y esta vez yo tomo la iniciativa de ir a besarle, pero cuando estamos a escasos centímetros me detengo al oír que anunciaban una boda.

Le cojo de la mano y nos dirigimos al salón nupcial, donde se encuentran el novio, la novia, un montón de gente que no conozco y el sacerdote disfrazado de Elvis. Me parece divertido casarse en Las Vegas, sobre todo una forma muy original de comprometerse.

Al terminar de pronunciar los votos sonrío, y una parte de mí me gustaría revivir el momento de volver a casarme, de sentir esos nervios que sentí el día de mi boda, y sentir el amor que sentía al mirar a los ojos de mi prometido. Todo había sido tan bonito aquel día... Pero si hubiera sabido que un año después acabaríamos con hoja de divorcio en mano, nunca habría aceptado casarme con él. Era un recuerdo doloroso, y no merecía la pena seguir recordando. Miro de reojo a Draco, que mira atento a la ceremonia, y por un momento me imagino estando con él, puede que sea mi enemigo número uno en Nueva York y que me saque de quicio, pero fuera del trabajo puedo decir que en cierta medida... Me hace sentir esas traviesas mariposillas en el estómago.

Amor a JuicioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora