CAP. 63 J Y J

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Miro a esas dos bolitas de carne, una la sostiene mi madre y otra mi padre.

¿Cómo es que se me pasó por la mente la idea de no quererlas? Jania y Janne son ahora lo mejor de mi vida. Son tan hermosas, pequeñas y rubias.

Barry y yo estuvimos todo el día de ayer decidiendo los que iban a ser sus nombres, hasta nos peleamos. Yo quería que fueran Mariana y Mackenzie, pero esta vez no me salí con la mía.

—Ya es hora de que nos vayamos —anuncia Barry cuando entra a la habitación. Ni mis hijas ni yo tuvimos ningún tipo de complicacion y estoy muy agradecida por eso, así que me dieron el alta rápido. —Traje tu ropa—dice secamente.—Carlota, ¿podrías ayudarla? —mi mamá nos mira y sonríe.

—Jania ya está profundamente dormida, si la pongo en la cuna se despertará. —Se justifica.

—los esperamos a fuera —dice mi padre. No sé si es buena idea que nos dejen solos, pero es necesario no estar enojados, nada puede opacar la felicidad que los dos sentimos.

Con cuidado me recompongo para sentarme en la orilla de la cama, Barry ni hace ademán de querer ayudarme.

—¿Podemos dejar la pelea de ayer a un lado? ¿Vamos a seguir sin hablarnos?—suspiro irritada cuando no me responde, sólo me lanza el vestido azul que empaqué hace poco. Me lo pongo con cuidado, se arrodilla y me pone las calcetas, si no me doliera un poco alzar las piernas le daría una patada directo en la cara. Termina de ponerme los tenis y yo ya no aguanto las ganas de patearlo y lo hago.

—¿Qué diablos te pasa?—gruñe.

—Deja de ignorarme, me enerva que me hagas eso. Además, acaban de nacer tus hijas, mis hijas y miranos como estamos.

—Lo de ayer no fue nada, ya—se levanta del suelo y me ayuda a levantarme y a acomodarme el vestido.

—Perdón por ponerme así, solamente que esos nombres...

—No le iba a poner a ninguna de mis hijas el nombre de mi mamá, perdoname pero no.—Le pongo el dedo índice en los labios para que no diga más.

—Ya, no hay que tener discusiones tan tontas—le doy un beso en la mejilla. Solamente sonríe ampliamente y salimos de la habitación.

Cuando llegamos a la casa hay un montón de globos rosas y pendones con los nombres de las niñas, ¿cómo es que pudieron hacer todo esto menos de 24 horas? Ayer anunciamos los nombres oficiales pasada de las 8, y hoy en la mañana las registramos en el hospital.

—Felicidades amiga—me abraza con fuerza una Liz muy radiante y contenta.

—Gracias Liz, acompañame al baño—Barry escucha mi petición y es él quien me lleva.—¿Quién organizó todo esto?—me río.

—Tus hermanos, William y Liz.

—Me encantó el pendón rosa con las letras doradas —comento.

—¿El que dice "J y J"? También me gustó, creo que tenemos que ir a comprar las cunas, aunque tan siquiera por unas semanas dormirán con nosotros.

—Ventajas de tener una cama gigante —entramos al baño y me ayuda a sentarme y yo me encargo de todo lo demás. No se va, simplemente trata de mirar hacia otro lado, internamente me río a carcajadas. Ahora mismo se me antoja un baño y unas cuantas horas de sueño profundo, pero es imposible, toda la familia está aquí.
—Quiero dormir—digo.

—¿Puedes con dos horas más? Te prometo que saco a todos para que puedas descansar, si es lo que quieres, haré cualquier cosa por ti.—Me dan ganas de abrazar a Barry pero debo de limpiarme, así que me levanto un poco y hago. Quiero besarlo pero tengo las manos sucias. Tantos peros para cosas tan simples.

—Creo que aguantaré dos horas más, quiero un baño y después me dormiré como piedra. —Mi mente me recuerda la razón por la que estoy tal cansada, hace un día parí a dos bellas niñas, niñas que debo de alimentar y bañar. Ya no sólo somos Barry y yo, ahora somos cuatro. Jania, Janne, Barry y yo.

—Bien, yo me encargo entonces —me da un beso en la mejilla en cuanto estoy totalmente de pie.

Dos horas después como me lo prometió, no hay nadie más en la casa. Todo está limpio, no hay basura ni ruido, las niñas duermen y yo estoy en la tina cómodamente. Mamá las dejó bañadas, obviamente fue una clase, jamás he bañado a un bebé.

—Kelly—despierto bruscamente —llevas dos horas aquí, ya estás toda arrugada —me miro la piel.

—Es más que evidente que me dormí —Barry me saca de la tina en brazos sin importar lo empapada que estoy. Toma una toalla y me lleva directo a la cama, lanza la toalla a modo de que quede estendida para poder recostarme allí.

Va por más toallas, las niñas ni se inmutaron del movimiento en la cama. Barry llega con las toallas y empieza a secar cada parte de mi cuerpo. Besa mi vientre flácido y algo arrugado, tengo oportunidad de mirar las estrías que me dejó el embarazo.

—Tengo estrías —susurro

—Casi nada, diría yo—vuelve a besarme y me da cosquillas.

—Por más que me eché todas esas cremas y aceites —digo decepcionada.

—¿Con el tiempo se quitan? —pregunta ingenuo, apuesto a que quiere escuchar un sí para no sentirse mal por mí.

—No lo sé, creo que no.—No quiero hablar más de eso —No importa si estoy llena de estrías o si no tengo ninguna, por mí está bien, así que no te preocupes. Todo está bien, valen la pena.

—Bien—respira exhausto —Alza los brazos—lo hago y el me pone el vestido para dormir que usé los últimos meses del embarazo.

—Ya no me queda—digo feliz.

—En dos meses, nada de lo que usabas  te quedará. Poco a poco recuperarás tu hermosa figura, estoy seguro.

—No quiero hacer ejercicio. —Tendré que cuidar a dos bebés, no creo poder siquiera despegarme de ellas.

—Habrá tiempo y yo te ayudaré.

Las niñas duermen en medio de Barry y de mí, yo poco a poco empiezo a caer en la inconsciencia.

El sonido del lloriqueo de una de mis hijas me empieza a sacar de mi sueño, trato de no perderlo pero finalmente, después del grito desgarrador de la bebé, despierto.

—¿Qué pasa?—digo asustada.

—Nada, pienso que tiene hambre—me la ofrece para que la cargue pero...estoy tan cansada. Sin embargo la tomo y me alzo el vestido.

La niña empieza a tomar la leche, sí, tenía hambre. Pasan 5 minutos y la niña finalmente deja de tomar, le pellizco ligeramente la mejilla. Jania está hermosa, está roja pero poco a poco tomará color. Janne empieza a moverse y a inquietarse, Barry la supervisa.

Le reviso el pañal a Jania, solamente ha hecho pipí, se lo cambio y la recuesto en mi pecho para sacarle el aire.

—Revisale el pañal a Janne—le ordeno a Barry.

—Creo que está seco, pero no estoy seguro.

—Bien pues toca el pañal y si está húmedo hay que cambiárselo si no mañana estará irritada—todas lecturas sobre tips para mamás primerizas me están ayudando mucho y creo que hasta ahorita Janne es la más inquieta, en cambio Jania se quedó hasta dormida. Aprovecho para recostarla con cuidado en la cama, mi mamá dejó hecha una barrera con almohadas para que las niñas no se rueden, aunque nuestra cama es bastante amplia. Miro la tontería que está hizo el hombre que más amo, el pañal está al revés.
—Así  no va, corazón. Esta es la parte que va atrás y está es la de adelante —indico.

—Perdón, no me di cuenta —Le doy un beso en la mejilla y empiezo a componerle el pañal a Janne.—Estoy feliz de que en tu familia haya gemelos, y que nosotros tuvimos una alta probabilidad de tener a estas dos preciosas.

—Pues sí, tienes razón. —Le ajusto los guantes a la niña y la recuesto junto a su hermana. —Hay que volver a dormir —Barry me sujeta de la nuca y me da un beso en los labios, beso que obviamente extrañaba que me diera, que necesitaba más que nada.

Bebé Por Contrato (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora