Una llamada imprevista temprano en la mañana despertó a Leonardo y lo obligó a levantarse para tomarla. Llevándose una mano a su cuello dolorido, lo masajeó lentamente mientras caminó hacia la cocina para no despertar a Micaela. Al parecer, había habido un problema en la obra con una de las habilitaciones y se requería de su presencia inmediata para solucionarlo. Maldijo para sus adentros por tener que marcharse, pero sabía que no podía hacer nada para evitarlo.
Luego de asegurarles que en una hora estaría allí, cortó la comunicación. A continuación, posó los ojos en esa hermosa mujer que aún dormía en el sofá y lo tenía loco. Odiaba la idea de tener que dejarla sola y rogó porque la guardia que había tomado Valeria para cubrir a una compañera —según le había comentado Micaela— fuese igual a la de los viernes y no tardase en llegar. Sin hacer ruido, se inclinó hacia ella y le besó la frente con delicadeza.
Lo que en verdad deseaba era despertarla y volver a deleitarse con esos labios que tanto le habían generado la noche anterior, pero no quería interrumpir su descanso, en especial, después del horrible momento que había vivido horas atrás con su ex. Pensó en dejarle una nota, pero no podía demorarse más, por lo que decidió que después le enviaría un mensaje. Recogiendo su campera de la silla donde la había dejado, se abrigó con la misma y se encaminó hacia la puerta. Nada más abrirla, Valeria apareció ante él.
—¡¿Leo?! —saludó, sorprendida—. ¿Qué hacés acá?
Él exhaló aliviado al verla. Ya no tendría que preocuparse por dejarla sola.
—Vale... mejor que te lo cuente Mica. Disculpame, pero en verdad tengo que irme. Por favor no la dejes sola en ningún momento.
—¿Qué? ¿Por qué? —preguntó, alarmada.
—Solo, prometeme que te vas a quedar con ella.
—Sí, por supuesto —aseguró y permaneció inmóvil mientras lo observó marcharse hacia su auto para irse con premura.
¿Qué carajo estaba pasando? Entendía que el día que había escapado de Daniel y al no haberla encontrado en su casa, él hubiese cuidado de ella, pero ¿qué había sucedido ahora para que hubiesen pasado la noche juntos de nuevo? Porque de algo estaba segura y era de que Leonardo había dormido allí.
Sintiéndose de pronto ansiosa, cerró la puerta y se adentró en su hogar. Lo primero que vio fue a su amiga recostada en el sofá y eso no hizo más que confirmar sus sospechas. Era exactamente la misma escena de la otra vez. ¿Tendría que ver en algo Daniel? Consciente de que no podría dormirse hasta no hablar con ella, decidió prepararse un café mientras esperaba a que despertase.
No había pasado más de media hora y ya sentía que empezaría a caminar por las paredes de un momento a otro. Necesitaba saber de una vez por todas qué mierda había querido decirle él con eso de no dejarla sola. Impaciente, se acercó hasta el sofá y sentándose a su lado, intentó despertarla. Su expresión era de calma absoluta y eso no hizo más que desconcertarla. La tocó en el hombro y la llamó con insistencia, pero al parecer, estaba profundamente dormida. Lo intentó de nuevo, esta vez con más determinación y la sacudió un poco hasta verla abrir los ojos.
—Vale... ya estás en casa... ¿qué hora es? —preguntó con desconcierto mientras miraba alrededor.
—Son más de las ocho. Perdón por despertarte así, pero ya llevo un rato esperando y estoy realmente agotada. Cuando entré, Leo se estaba yendo y no quiso contarme nada. ¿Qué pasó, Mica?
—¿Leo se fue?
Valeria fue capaz de notar la decepción en su voz y eso hizo que frunciera el ceño. ¿Por qué le afectaba de esa manera?
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Su mayor deseo
RomanceLibro 2 Serie Obsesión. ♡ Habiendo crecido en una familia que nunca la hizo sentir especial, Micaela lucha, desde su adolescencia, con un leve sobrepeso que solo incrementa sus problemas de autoestima. Ni siquiera el apoyo incondicional de su mejor...