Capítulo 15

2.7K 331 253
                                    

Desde ese lunes, Leonardo iba todos los días al colegio donde trabajaba Micaela y la esperaba hasta que por fin salía tras terminar su última clase. A pesar de sus obligaciones y acotados tiempos, se las había ingeniado para estar siempre puntual en la puerta del establecimiento. Se lo había prometido al verla asustada y acostumbraba cumplir con su palabra. Sin embargo, no lo hacía solo por eso. También le preocupaba el que su ex intentase acercarse a ella de nuevo y de ese modo, se aseguraba de que no tuviera la mínima chance de hacerlo.

Aun así, conocía muy bien a los de su tipo y sabía que era cuestión de tiempo para que volviera a intentar algo. Sí, estaba seguro de que esto no había acabado. Por otro lado, una fea sensación de intranquilidad y desasosiego lo invadía de tanto en tanto desde que lo había visto aquella noche y si bien no entendía la razón, suponía que la similitud con lo sucedido en su pasado tenía algo que ver. ¡¿Acaso jamás se iba a librar del mismo?!

Ese viernes, al igual que los días anteriores, se bajó de su auto y permaneciendo de pie junto al mismo, evaluó los alrededores. Nunca bajaría la guardia, no después de lo que había intentado hacerle. Y si se le ocurría cometer el error de aparecer por allí, no lo tomaría desprevenido. El timbre sonó estridente en el interior del colegio y se relajó al saber que pronto la vería. Se apoyó sobre el lateral del vehículo mientras esperó a que saliera esa increíble mujer que lo tenía loco.

Aun le parecía increíble lo mucho que ella lograba provocar en él. Nunca antes una mujer le había atraído para algo más que simple sexo. Eso no quería decir que no la deseara, por el contrario, lo hacía y mucho, pero también quería cuidarla, protegerla, hacerla feliz. No veía la hora de que le permitiese demostrarle lo mucho que anhelaba perderse en ella y complacerla hasta que estuviese al borde de la locura.

Sin embargo, era consciente de que debía ir despacio. Por lo que le había contado, el único trato que siempre había recibido por parte de los hombres había sido agresión y posesividad por lo que sabía que le resultaría difícil volver a confiar en alguien, mucho más abrirse a una relación. Porque ya no había dudas de que era eso lo que quería con ella. La quería en su cama, por supuesto, pero también en su vida. Ese era su mayor deseo y estaba dispuesto a esperar el tiempo que hiciera falta hasta convencerla de que él no haría más que amarla. "¿Amarla?", pensó, de pronto, sorprendiéndose a sí mismo.

Fijó los ojos en aquellas puertas dobles cuando las vio moverse en un loco vaivén para dar paso a enérgicos y entusiastas adolescentes que salían ansiosos por comenzar a disfrutar del fin de semana. De pronto, un grupo de chicas pasó ante él con la clara intención de provocarlo. Lo saludaron con descaro mientras caminaban contoneando las caderas con sensualidad. Negó con una sonrisa, divertido. ¿Acaso pensaban que podría siquiera mirarlas? No eran más que unas niñas para él. No obstante, se sintió halagado. Entonces, Micaela apareció en su campo de visión y todo lo demás dejó de existir en ese mismo instante.

Si bien ansiaba retomar las clases y volver a ver a sus alumnos, había temido que ese momento llegase

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Si bien ansiaba retomar las clases y volver a ver a sus alumnos, había temido que ese momento llegase. Sabía que allí sería fácil para Daniel llegar a ella y eso la hacía sentirse tremendamente expuesta y vulnerable. Seguía sin poder sacarse de la mente el desagradable recuerdo de él tirando de su brazo con violencia para llevársela a la fuerza y aun se estremecía al pensar que, si Leonardo no hubiera llegado justo en ese momento, lo habría logrado. Para asegurarse de que no volviera a pasar algo semejante, había avisado al personal de seguridad para que le negaran la entrada en caso de que apareciera. No obstante, a pesar de sus miedos, no había vuelto a tener noticias de él y eso fue un enorme alivio.

Su mayor deseoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora