Capítulo 26

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Sentado en el sofá del living, Gastón se encontraba leyendo el nuevo libro de suspenso de su autor favorito. Era poco el tiempo que podía dedicarle a la lectura y por esa razón, cuando se presentaba la oportunidad, ni lo dudaba. Tanto Sofía como Belén dormían. Se habían acostado apenas sus invitados se retiraron y ambas se durmieron al instante. Le pareció extraño por parte de ella el que quisiera descansar. Siempre estaba buscando algo para hacer, aun cuando no había nada y solían discutir por ese motivo. Con ocho meses y medio de embarazo, creía que debía ser un poco más cauta con sus actividades, pero no había caso. Ella terminaba siempre haciendo lo que quería.

Había notado el extremo cansancio en su rostro. Sin embargo, cuando le preguntó si ocurría algo, ella se limitó a decirle que no había dormido muy bien por la noche. La conocía lo suficiente como para saber que algo no le estaba contando, pero optó por no insistir. Después de todo, había pasado la mañana con otra médica y, de alguna forma, eso lo tranquilizaba un poco. Haciendo a un lado sus preocupaciones, se sumergió en la lectura y se abstrajo al instante de todo lo que lo rodeaba. La novela había alcanzado su punto más álgido y estaba ansioso por saber quién era el asesino.

El repentino sonido del teléfono lo sacó bruscamente de aquel universo paralelo en el que se encontraba inmerso. Dejando a un lado el libro, se puso de pie y se apresuró a atender. Sonrió al oír la voz de su mejor amiga del otro lado. Hacía varias semanas que no hablaban por lo que era de lo más llamativo que lo llamase justo al día siguiente en el que había pensado en ella. No obstante, estaba acostumbrado. No sabía por qué, pero siempre había sido así. Bastaba que uno pensara en el otro, para que alguno de los dos se comunicara.

Luego de un cálido saludo en el que preguntó por su hija y su mujer, le relató sobre los pormenores de su trabajo. Antes de que Belén naciera, Bárbara había dejado la universidad en la que ambos trabajaban como docentes para acompañar a su novio —en ese entonces compañero de carrera de su hermana Eugenia y Sofía—, a una misión sanitaria en la provincia del Chaco, una de las más pobres de Argentina. Esa experiencia sin duda le abrió muchas puertas y por eso al volver, la llamaron del diario local para ofrecerle un puesto de trabajo. Poco tiempo después, se convirtió en corresponsal de uno de los periódicos nacionales con mayor tirada en el país lo cual le permitió viajar a diferentes lugares para cubrir las noticias.

—Supongo que no compraste el diario de hoy —lo acusó a modo de reproche.

Una de las premisas del periodismo es siempre estar informado y cada vez que hablaban o se veían, ella se aseguraba de recordárselo.

—Suponés bien —respondió, divertido—. Pero algo me dice que me vas a contar lo que sea que haya salido en él.

—¡Dios, sos terrible! Escuchame, acabo de ver una nota sobre un nuevo centro comercial que están construyendo en la Ciudad. Hay todo un revuelo ya que, al parecer, el arquitecto que lidera el proyecto es joven y tiene ideas muy originales. Te cuento esto porque junto a la entrevista, salió una pequeña biografía de él y resulta que es oriundo del pueblo en el que estás. Gastón, creo que deberías llamar a su estudio e intentar hablar con él. Me parece que es la persona ideal para las refacciones que querés hacer en las cabañas.

—Barby —intentó detenerla para decirle que ya había contactado a un arquitecto, pero estaba tan acelerada que siguió hablando.

—No va a ser fácil que te atienda, pero estoy segura de que se interesará cuando sepa de donde sos. ¿Tenés para anotar? Se llama Leonardo Vázquez y su número es...

—¡Bárbara! —alzó el tono de voz para que lo escuchase—. Él está acá.

—¡¿Qué?! ¿Cómo que está allá?

Su mayor deseoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora