No sabía lo que hacía. Era la primera vez que se animaba a tanto y aunque temía no estar a la altura, decidió intentarlo de todos modos. Anhelaba verlo y oírlo disfrutar a pleno, por completo ido ante los estímulos de su boca y su lengua. Con él deseaba probarlo todo. Ansiaba incursionar en lo desconocido. Lentamente, bajó con sus labios hasta su pelvis y sin dejar de depositar besos en la parte baja de su abdomen, sujetó su firme miembro con una mano. Entonces, lo cubrió con su boca. Lo oyó gemir ante el ardiente contacto mientras lo vio alzar el mentón dejando caer su cabeza hacia atrás.
Con cuidado de no lastimarlo, comenzó a deslizarse por su falo a la vez que lo acarició con su lengua dibujando círculos sobre la punta. Sintió cómo su respiración cambió tornándose más dificultosa y eso la instó a aumentar la intensidad de sus movimientos. De repente, lo sintió entrelazar sus dedos en su cabello cuando su miembro palpitó con fuerza dentro de su boca. Excitada por el efecto que estaba teniendo en él, lo introdujo aún más profundo en su boca y siguió con más ahínco. Jamás pensó que podría llegar a hacer algo así, mucho menos disfrutarlo. Se daba cuenta de que la forma en la que lo complacía lo estaba llevando al límite y lejos de detenerse, se dispuso a llegar al final.
Leonardo no podía creer lo que estaba viviendo. Ella no solo lo estaba tomando con su boca, sino que lo hacía del modo exacto en el que a él le gustaba. Le encantaba la forma en la que se movía alternando suavidad e intensidad. Mientras con su lengua lo acariciaba con extrema delicadeza en su zona más sensible, con sus labios lo aprisionaba con fuerza y se deslizaba a su alrededor con una sensualidad nunca antes experimentada. La sujetó del cabello, extasiado por sus besos y la llamó por su nombre al sentir la inconfundible corriente de placer que recorrió su cuerpo de forma violenta.
—Mica, amor —susurró entre jadeos—. Basta o ya no podré detenerme.
Ella obedeció nada más oírlo y alzó la vista hacia él. Vio en su rostro el mismo deseo que la estaba consumiendo por dentro y sorprendiéndose a sí misma, gateó sobre él para volver a unir sus labios. Lo besó con ansia, con anhelo, demostrándole todo lo que provocaba en ella. Sus brazos no tardaron en atraparla y acercarla a su cuerpo para comenzar a devorar su boca con desatada y ardiente pasión.
Leonardo gimió al sentir sus pechos sobre su piel y la sujetó de la espalda para pegarla a su cuerpo. Algo había cambiado en ella. Se comportaba de forma más atrevida y desenvuelta y eso lo enardeció aún más. Ardía de deseo por introducirse en ella y acabar así con esa dulce y deliciosa agonía. Sin demorarse más, se incorporó lo suficiente como para sentarse en la cama y la acomodó sobre su regazo, haciendo que colocara una pierna a cada lado de su cuerpo. Sin dejar de acariciar su espalda, recorrió con sus labios la delicada piel de su cuello llenándose de su dulce aroma.
Micaela dejó caer hacia atrás la cabeza disfrutando de la ardiente caricia de su boca a la vez que emitió un leve gemido al notar su notable dureza contra su ya humedecido sexo. Ansiosa por sentirlo deslizarse en su interior, por llenarla poco a poco hasta volverse uno, comenzó a moverse de forma sensual sobre él, provocándolo. Sus roncos gemidos no tardaron en acompañar los de ella provocando que toda su piel se erizara ante ese erótico sonido.
Aturdido por la vorágine de sensaciones que le provocaba aquella fricción, acunó su rostro entre sus manos y tomó completa posesión de su boca, una vez más. Hurgó con su lengua y acarició la suya con una voracidad que no había mostrado con ella hasta ese momento. Las veces anteriores había procurado medirse, pero eso ya no le resultaba posible. La forma en la que lo había tomado con su boca lo debilitó por completo y sentirla moverse sobre su firme y palpitante miembro, lo estaba volviendo loco.
Sin pensarlo más, estiró su brazo hasta el cajón de la mesita de luz y tomó uno de los preservativos que había dejado allí al llegar. Necesitaba con urgencia recostarla sobre su espalda y hundirse de lleno en su interior. Sin embargo, Micaela tenía otros planes y sorprendiéndolo de nuevo, se lo arrebató de las manos. Tras verla deshacerse del envoltorio con asombrosa rapidez, se apartó para permitirle deslizarlo alrededor de su firme erección. Se estremeció ante la deliberada lentitud y suavidad con la que lo hacía y sin apartar los ojos de los de ella, la vio posicionarse sobre él. Jadeó en el momento exacto en el que se deslizó hacia abajo envolviéndolo por completo con su delicioso calor.
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Su mayor deseo
عاطفيةLibro 2 Serie Obsesión. ♡ Habiendo crecido en una familia que nunca la hizo sentir especial, Micaela lucha, desde su adolescencia, con un leve sobrepeso que solo incrementa sus problemas de autoestima. Ni siquiera el apoyo incondicional de su mejor...