Era pasado el mediodía cuando Valeria despertó. A pesar de que la noche anterior había estado de guardia, el sueño había sido reparador. Se desperezó emitiendo un gran bostezo y miró alrededor. Sonrió al darse cuenta de qué día era y con renovada energía, apartó el cobertor para salir de la cama. Su cumpleaños siempre había sido especial y a diferencia de la mayoría de las personas que solían experimentar una sensación de nostalgia, a ella la revitalizaba.
Con la certeza de que su amiga estaría esperándola abajo con el desayuno listo, se metió en el baño con la intención de darse una rápida ducha y comenzar la jornada con todas las pilas. ¿Habría decorado con globos, tal y como siempre hacía su familia cuando aún vivía con sus padres? Micaela había participado muchas veces de esa tradición y sabía lo mucho que le gustaba. Contrario a sus expectativas, un absoluto silencio reinaba en su casa. No solo no había ningún tipo de decoración, sino que se encontraba completamente sola.
Desde que se había reconciliado con Leonardo, era raro que durmiese allí y aunque le alegraba mucho verla feliz, no podía evitar extrañarla. Se había acostumbrado a tenerla cerca. Su presencia le brindaba una calidez que, sin saberlo, su corazón añoraba. Era extraño. Siempre había sido una mujer independiente y jamás le había molestado la soledad antes. Sin embargo, desde su inesperada llegada, sus prioridades cambiaron por completo. Su trabajo había dejado de llenarla y de pronto, se encontró a sí misma deseando regresar a su hogar para poder compartir junto a su amiga una cena o una simple charla hasta que el sueño las venciera a ambas.
¿Y si se había olvidado de su cumpleaños? Con todo lo que le había pasado, podía entenderla, pero no por eso, dolía menos. Resignada a empezar el día sola, se dirigió a la cocina y encendió la cafetera. Todo siempre era mejor luego de un buen café. Tras responder algunos mensajes de felicitaciones, vagó por la galería de fotos de su celular repasando las imágenes de la noche anterior. Sonrió al recordar cómo sus compañeros la habían sorprendido al comprar entre todos una torta en su honor.
Intentando no seguir dándole vueltas a la idea de que Micaela había pasado por alto esa fecha, comenzó a limpiar la casa. Si se quedaba quieta no haría más que elaborar teorías innecesarias que solo harían que su enojo aumentase. Tampoco llamaría a su amiga para sacarse la duda. Si en verdad no se había acordado de su cumpleaños, no sería ella quien se lo recordase. Luego de varias horas, se recostó en el sofá para descansar un rato mientras miraba algo en la televisión. Cualquier cosa que apagara el bullicio de su mente, era más que bienvenida.
El sonido de una llamada entrante la interrumpió provocando que dejara el control remoto a un costado para atender. Frunció el ceño, sorprendida, al ver de quien se trataba. Su asombro fue en aumento cuando, con una increíble dulzura, Ignacio la felicitó por un nuevo año de vida y la invitó a salir a cenar esa noche para celebrar. Por un instante, pensó en negarse, pero aceptó cuando recordó el más que evidente olvido de su amiga.
Si bien él no había querido decirle adonde la llevaría, le remarcó que no sería un sitio demasiado formal y que con un jean y botas estaría más que perfecta. Le llamó la atención que hiciera tanto hincapié en la vestimenta, pero decidió no indagar. Después de todo, se trataba de una sorpresa y no quería arruinarla con sus preguntas. Entusiasmada con sus nuevos e inesperados planes, volvió a ducharse —esta vez tomando el tiempo necesario para relejarse en la bañera— y dedicó los siguientes treinta minutos en ponerse linda. Podría ir de jean, pero eso no quería decir que no se maquillara ni arreglase su cabello.
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Su mayor deseo
RomanceLibro 2 Serie Obsesión. ♡ Habiendo crecido en una familia que nunca la hizo sentir especial, Micaela lucha, desde su adolescencia, con un leve sobrepeso que solo incrementa sus problemas de autoestima. Ni siquiera el apoyo incondicional de su mejor...