Capítulo 31

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Antonio y Martín se encontraban reunidos con el comisario cuando reportaron un accidente vial en la ruta a pocos kilómetros de la salida del pueblo. Nerviosos, se dirigieron al lugar del siniestro junto con los patrulleros que acudieron al llamado. Al parecer, un auto había impactado contra un árbol y una persona se encontraba gravemente herida. Sin embargo, al llegar, se toparon con un escenario por completo diferente. Al parecer, luego del accidente, un camión con acoplado que pasaba a mayor velocidad de la permitida, había atropellado a un hombre cuando sus ruedas patinaron en el asfalto mojado deslizándose hacia el costado. El resultado fue fatal.

Mientras que el detective se dirigió hacia donde se encontraba el oficial a cargo, Antonio corrió en dirección a sus sobrinos. Sintió que el alma regresó a su cuerpo en cuanto comprobó, por sí mismo, que ninguno estaba malherido. Los paramédicos, que habían llegado en la ambulancia casi al mismo tiempo, procedieron a revisar a Micaela. A pesar de que no tenía heridas visibles, era preciso descartar posibles contusiones internas o bien, chequear que no estuviese sufriendo ningún tipo de desorientación debido al estrés. Leonardo no se apartó de su lado en ningún momento.

Cuando Maximiliano comenzó a contarle a su tío lo que había sucedido, Martín se acercó para avisarles que en unos minutos uno de los oficiales se acercaría para hacerles algunas preguntas. Tras asentir en silencio, miraron a su alrededor. La policía científica ya había llegado y se estaba preparando para comenzar con los peritajes correspondientes. En otro lado, varios agentes precintaban la zona afectada para que nada ni nadie contaminase la escena del crimen, en tanto otros procedían a limitar la circulación de la ruta a un solo carril. Los bomberos, por su parte, revisaban los vehículos involucrados asegurándose de que no hubiese riesgo de explosión.

Si bien nunca habían estado en un accidente de semejante magnitud como testigos, estaban al tanto de que en casos así —en especial si alguien resultaba muerto—, no podrían irse hasta que algún representante de la fiscalía lo autorizara y para eso, podían llegar a pasar horas. De hecho, nadie se había presentado todavía. Cuando terminaron de efectuar las pruebas de alcoholemia correspondientes al conductor del camión y verificaron que no se encontraba en estado de ebriedad o dormido al momento del impacto, los llamaron para que relataran su versión de los hechos. Martín se quedó con ellos hasta el final.

—Me acaban de confirmar que un fiscal ya está en camino —les dijo cuando estuvieron a solas luego de que el oficial se alejara para continuar con sus tareas—. Sé que deben estar agotados, pero lamentablemente tienen que esperar la autorización de él para poder irse. No se preocupen que todo va a salir bien. La policía ya estaba al tanto de la situación con Marcos López y, además, todo lo que contaron coincide con lo que dijo el conductor del camión. No creo que tengan ningún problema. Lo que sí les va a pedir es que se acerquen a la fiscalía ahora o bien mañana por la mañana para tomarles declaración.

—¿Vamos a necesitar un abogado? —preguntó Maximiliano.

—No creo que sea necesario, pero tienen derecho a hacerlo si así lo prefieren —respondió—. El padre de Gastón lo es y aunque esta no es su especialización, sé que estará gustoso de ayudar.

—Bueno, mi abogado se encuentra de viaje así que no creo que venga mal consultarle —señaló Antonio intentando anticiparse a cualquier eventualidad.

—Seguro, ahora lo llamo para que venga mañana a primera hora.

—Gracias —dijo Leonardo extendiendo la mano hacia él—. Por todo —aclaró.

—Por nada —respondió, estrechándosela—. Ojalá hubiera podido hacer más. Si lo hubiesen apresado a tiempo, nada de esto habría pasado.

—Aun así, las pruebas que presentaste son fundamentales para comprobar que tanto mis sobrinos como Micaela son las víctimas acá.

Su mayor deseoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora