Lisa 26

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Sin chance de decidir ya se encontraba en una silla de salón de belleza con Jungkook enfrente, midiendo su cabello y uñas cual estilista profesional.

—¿Rubio platinado? No sé donde termina tu rostro y donde empieza tu cabello.— le dió la vuelta hacia el espejo.—Solo quedan horas así que llevaremos tu rubio a uno más natural.

Sin embargo la chica trataba de huir pues aquellos tratamientos de belleza no eran algo en lo que podría darse el lujo de gastar su dinero, se asustó al sentir como sus repentinas manos lentamente aplicaban fuerza para sentarla nuevamente a la silla.

—Estamos a horas de la fiesta, y créeme que tampoco quiero pasar ese tiempo contigo, así que quédate en la maldita silla para terminar esto de una vez por todas.—Abrió sus ojos al escuchar su voz más grave de lo normal, en lo personal le aterraba esa actitud, así que simplemente obedeció a lo que decía.

Dos chicas se acercaron y el castaño comenzó a darles indicaciones de la transformación que harían, por lo que escuchaba no era nada radical, era una simple manicure con un arreglo en su cabello, una vez terminó de hablar aquellas chicas pusieron manos a la obra.

La última vez que habia pintado el cabello, lo hizo ella misma en el baño del hospital y no fue hasta tiempo después que notó el gran error que cometió al hacerlo. Por eso el hecho de ser bien atendida para arreglar su problema, era como un sueño realmente caro.

Su compañero no tardó en traer un té frío para cada uno, tomando a su vez una silla para sentarse frente a la rubia en transición.

—¿Como van a combinar su ropa?—No entendió la pregunta en sí, miró a los lados en busca de un grupo cercano a quien tal vez iba dirigida, sin embargo un pequeño golpe en su frente devolvió su mirada al chico.—Tu y tus amigas, supongo que al ser tu primera fiesta querrán combinar ropa.

En eso recordó las conversaciones de más temprano donde hablaban sobre llevar vestidos combinados con patrones, cosa que le relució en sus ojos al recordar las fotos en su celular del vestido marrón que escogió. Buscó rápidamente su teléfono para mostrarle la foto.

Su sonrisa se veía realmente forzada al ver la imagen.—Que casualidad, mi bisabuela tiene unas cortinas iguales.—Sorbió su té helado.—No es broma.—Recalcó como si su comentario no fuera lo suficientemente obvio.

—¿Que hago?—Le preguntó cansada de la situación.

—Para ti seré tonto, pero al menos yo si tengo sentido de la moda, dame diez minutos.—Se levantó sorbiendo su té antes de colocarlo en el suelo, mientras estiraba un poco sus piernas y así le entregó su celular.— Coloca el cronómetro.—Pidió.

Realmente estaba haciendo toda esta experiencia una clase de competencia olímpica. Como dijo, colocó el cronómetro y este salió del sitio corriendo tan pronto como lo inició. Era muy entretenido ver al castaño correr de un lado a otro, y era mucho más gracioso verlo pasar con una bolsa más en su mano cada momento.

Justo al reloj pasar al minuto 11, fue cuando el castaño llegó agitado a la tienda nuevamente, con al menos cinco o más bolsas en sus brazos.

Comenzó a señalar cada cosa que había traído, y explicándole así como se lo pondría, para ese momento era mucha información en su cabeza y no era el colocárselo mal lo que realmente la preocupaba.

—¿Qué van a decir los demás?—Preguntó por el cambio general que hacia en ella.

Este que estaba a punto de irse, se volteó hacia ella.—Lalisa, la gente siempre va a hablar, solo... dales de que.—Se encogió de hombros para luego retirarse.

Finalmente llegó para reunirse con sus otras dos amigas quienes esperaban en su carro tomando una que otra cerveza, de un salto se subió a ese auto descapotable acomodándose en el asiento trasero.

La música se escuchaba de fondo mientras las tres chicas cantaban la misma a la luz de la luna, justo frente a una tienda donde habían conseguido sus suplementos, al momento de jennie mirar por el retrovisor vió la vestimenta de su compañera y obviamente no pudo quedarse callada.

—¿Swetpants? ¿En serio Rosé?—Frunció su entrecejo.—¿Vas a una fiesta o a un gimnasio?

Volteó sus ojos al escuchar ese comentario que desde un principio predijo que llegaría.—¿Un sombrero? ¿En serio Nini? ¿Vas a una fiesta o a una de boda de los 1800?—
Mofó su agudo tono al quejarse.—Me harta tener que hablar agudo.—Comentó frustrada con su verdadera voz, la cual era  más grave de lo que aparentaba.

—¡Daebak! ¿Desde cuando tomas testosterona?—Burló en el asiento del conductor al notar su drástico cambio de voz.

Automáticamente le llevó un papel desde atrás.—Al menos mi camisa no es más larga que mi falda.—Hizo notar la vestimenta de la pelinegro, dando a entender que a ojos de todos, se veía extraño.

—¿Lis cree que somos uber o qué?—Preguntó la castaña al no ver indicios de ella.—Si le dijeron que viniera aquí ¿Verdad?

—No hablamos con ella desde que salimos de la escuela.—Contestó la mayor sin siquiera quitar la mirada de su teléfono.

Una mano se apoyó en el auto anunciando su llegada, asustando a las chicas dentro de este, sin embargo su sorpresa fue mayor que un simple espanto.

—¿Lis?—Preguntaron en unísono.

Heartbeat »Lizkook«Donde viven las historias. Descúbrelo ahora