Capítulo 1

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Se encontró en la entrada con una chica que, por la apariencia, supuso que era su compañera. Se acercó tímidamente y la saludó, siendo correspondida y sabiendo que sus suposiciones eran ciertas. Se presentaron brevemente y esperaron que el educador las viniera a buscar. Acordaron qué tipo de información darían y cuál no, para ir de acuerdo. Estaban las dos un poco perdidas, aunque a Valeria le daba un poco menos de miedo la situación.

El educador se presentó como Pedro y las acompañó hasta los despachos, dónde podrían dejar las llaves del coche si era necesario. Después, bajaron unas escaleras y pasaron unas cuantas puertas más, travesando un inmenso pasillo al aire libre que llevaba directamente a los módulos. Pasaron por el patio interior del módulo, donde estaban todos los internos. Lara sentía todas las miradas centradas en ellas y quería convencerse de que era normal. Realmente eran las nuevas, acababan de llegar y era lógico que los presentes se fijaran de sobremanera en dos personas que no habían visto nunca. Les enseñó el aula donde realizarían su actividad y el cuarto dónde guardaban el material. Él estaría en un despacho que daba al lado del aula, pero que estaba separado por una pared de cristal. Si necesitaban algo sólo tendrían que decírselo. Una vez dicho esto, las dejó solas a medida que iban subiendo internos que querían asistir a la actividad.

Pronto se dieron cuenta de dos cosas: la primera, que la mitad de los que subieron, lo hicieron para chafardear. Y, la segunda, que la mitad de los que se quedaron, estaban ahí solamente para mirarlas a ellas. Valeria parecía llevarlo bien y saberse desenvolver siendo observada todo el rato, pero Lara sentía una opresión en el pecho que amenazaba con derrumbarla. Aunque sabía disimular a la perfección, pues era algo que sus padres le habían enseñado desde que era pequeña, siempre había odiado ser el centro de atención. Sabía que contra más te miraran, más te juzgaban y eso, en su mundo, siempre era malo. Criticaban todo lo que podían y lograr la perfección que querían sus padres en esas circunstancias solía ser más difícil que si conseguías pasar desapercibida, al menos, en parte. Esa presión contribuía a que se presionara a sí misma por hacerlo bien y le impedía ser ella misma. Aunque no era de extrañar, pues siempre le habían dicho que la fachada era más importante, que tenía que mostrarse perfecta, pues los errores se pagaban caros y no podía permitirse ese lujo.

Explicaron la actividad a todos y propusieron la primera manualidad, sin embargo, se dieron cuenta rápido que a ellos les interesaban otras cosas. Las manualidades que prepararan tenían que tener una utilidad para ellos, sino no perderían el tiempo en hacerlas. Así que observaron cómo cada uno cogía el material disponible para diferentes cosas, lo cual fue provechoso para conocer el ingenio que tenían y sus prioridades y gustos. Con poca cosa construían mucho.

Poco a poco, pasando por cada mesa, se iban presentando todos y Lara intentaba aprenderse todos los nombres, lo cual no era fácil teniendo la escasa memoria con la que contaba para esas cosas. Pero, entre una cosa y otra, las dos horas se pasaron y tuvieron que recoger para irse. Se sorprendió al ver que los internos estaban dispuestos a ayudarlas. Así que entre todos, y haciendo recuento de cada cosa, ordenaron la sala y guardaron el material en el cuarto indicado. Los internos se despidieron mientras ellas esperaban al educador para irse y, así, terminar el primer día de prácticas.

Cuando llegó a casa, después del interrogatorio al que le habían sometido sus padres durante el trayecto en coche, se metió en la ducha y se permitió derrumbarse. A pesar de que había sobrevivido, no quería volver allí. No era lo suyo. Seguía sintiendo una incomodidad en el pecho que le impedía estar tranquila. Su cabeza no paraba de darle vueltas a lo que había pasado esa tarde, a las personas que había conocido, al miedo que le provocaba sentirse obligada a responder determinadas preguntas y no saber cómo evitarlas. Plantarse y hacer valer su opinión o posición no era lo suyo, ya lo sabía, pero no quería compartir con ellos determinada información. El agua caliente le ayudó a calmarse antes de irse a la cama, sin ni siquiera cenar. Se le había quitado el apetito con tantas emociones juntas.

El día que la burbuja se rompióWhere stories live. Discover now