Capítulo 18

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Llegaron al restaurante en silencio, sin mediar palabra, con miedo a meter la pata. Los padres de Lara y sus abuelos ya estaban en la mesa cuando entraron. Hubiera sido buena noticia de no haber estado llorando minutos antes. No tardaron en darse cuenta de que había pasado algo, de que Nati estaba rara y Víctor y Lara demasiado tensos. No pudieron hacer mucho para esconder la verdad, menos cuando Pedro empezó a explicarlo todo como quien cuenta un partido de fútbol que vio el día anterior. Las expresiones de los oyentes se agrandaban a causa de la sorpresa, que después pasó a temor y, posteriormente, a enfado.

- Hija, esto ha llegado demasiado lejos. – intervino su madre.

- No lo entiendes, mamá.

- ¿Que no lo entiendo? Hija... entiendo que hayas querido dar un cambio en tu vida, que hayas querido mirar tras las paredes de nuestra casa. Como una especie de rebote contra nosotros. Sé que piensas que hemos hecho algo mal. Pero, ya no por nosotros, sino por ti. Tienes que mirar por tu futuro, para estar bien y ser feliz. Y este chico no es para ti. Estás estudiando, si dios quiere trabajarás y tendrás un buen futuro. Llevas toda la vida esforzándote por eso. No para preocuparte por navajas, problemas, atracos y drogas. Encontrarás un chico que será como tú, con estudios y trabajo, con posibilidades de darte una buena vida, una buena casa y la seguridad que necesitas. – A medida que su madre hablaba, Lara se iba enfadando cada vez más, a la vez que se sentía avergonzada por sus palabras. Su discurso parecía no acabar nunca.

- Para. – le interrumpió de mal humor. – Te equivocas. No puedo seguir escuchándote. Esto no es ningún rebote. Es una decisión que he tomado, la primera decisión que tomo sola. Estoy estudiando, sí. Y espero trabajar. Eso no significa que no pueda hacerlo con él en mi vida. Soy feliz a su lado. No quiero otro chico y me da igual que no tenga estudios. Tiene ganas de hacerme feliz, me apoya y me deja ser libre. Me conoce. Y es uno de los mejores en su trabajo, además. No voy a dejarle, os guste o no.

- Estás bajo nuestro techo. No puedes actuar sin ni siquiera tenernos en cuenta cuando te lo hemos dado todo. Aunque ahora creas que no, será la mejor decisión.

- ¿Me estás obligando a dejarle? – se quedaron en silencio. Madre e hija se miraban a los ojos, con rabia.

- Mari... - intervino su padre, viendo más allá de la mirada de su hija. – No estamos en el derecho de hacer eso, de tomar esa decisión por ella.

- ¿Te estás poniendo de su parte? ¿Has olvidado lo que te dije una vez? – Mari estaba perdiendo los papeles, utilizando las últimas armas que le quedaban para ganar esa guerra que tenía perdida aunque no quisiera darse cuenta. Y sin quererlo, estaba abriendo el baúl de los recuerdos, estaba mostrando la parte de la historia que solamente ellos dos conocían.

- Nunca lo he olvidado. Pero sé que si te apoyo a ti, perderé a mi hija. Ahora ya no me da miedo una custodia, ella decidirá si quiere verme o no.

- ¿Custodia? – Lara estaba perdida. No entendía de lo que hablaban sus padres. - ¿De qué va esto, papá?

- ¿Estás tratando de poner a mi hija en contra mío, Jaime? No me lo puedo creer...

- Solamente estoy diciendo que no pienso perder a mi hija y ahora es decisión suya. He visto cómo se miran y, aunque yo no me hubiera imaginado nunca una pareja como él para mi hija, estoy contento de que ella sea feliz. Quiero darle una oportunidad.

- Esto no va a quedar así. Me ocuparé personalmente de ello. Y algún día Lara verá que lo único que me importa es su seguridad y su felicidad. Si hago todo esto es por ella. – Se hizo un silencio sepulcral en la mesa. Nadie se atrevía a intervenir en su amenaza. – Tienes una semana para sacar tus cosas de casa. Mañana pido el divorcio. Me gustaría pensar que lo firmarás sin insistencias.

El día que la burbuja se rompióWhere stories live. Discover now