Capítulo 28

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Al cabo de una hora, tenía la cena lista. Así que se fue a duchar y arreglar. Quería estar presentable para cuando la vieran. Sentía una fuerte presión a causa de esa cena. Ya había conocido a su suegra veces atrás, pero nunca había confiado en Lara. Lo había notado perfectamente. Dudaba de su veracidad. La creía una chica falsa, insegura e interesada. A pesar de eso, ella había insistido a Víctor en que restableciera el contacto con su familia, que le había apoyado durante todo este tiempo.

Eligió un vestido azul que le había regalado su padre. Era de manga larga, arrapado al cuerpo y muy elegante. Le llegaba hasta encima de las rodillas. No quería ir demasiado elegante, pero tampoco dar la impresión de que no le importaba. Se maquilló lo justo y necesario y se sentó en la cama. Un suspiro hondo llenó la habitación. Demasiadas emociones en un día. Quería quedarse ahí toda la noche, sin moverse, no tener que sentir la desconfianza de su suegra. Sin embargo, cuando escuchó el timbre, cogió fuerzas y salió de la habitación.

A Víctor casi se le salen los ojos cuando la vio. Por más que pasaran tiempo juntos, su encanto siempre le sorprendía. Se esforzó para saludar a su madre y a su hermana sin que se le notara nada. Entendía la incomodidad de Lara perfectamente, él también lo había vivido. No obstante, él estaba acostumbrado mientras que a ella le venía de nuevo.

Cenaron hablando de temas sin importancia. Jennifer, su hermana, les contaba cosas del instituto. Por lo que decía, le gustaba mucho estudiar. Aunque tenía claro que no podría asistir a la universidad por falta de recursos económicos. Era algo que a Víctor le pesaba. Su hermana podría labrarse un futuro estudiando, era brillante y le encantaba. Pero el dinero la frenaba.

- ¿A ti te gusta la universidad, Lara? – Le preguntó curiosa Jen.

- Bueno... Ahora ya sí. Pero la verdad es que tienes que escoger una carrera que te guste. A mí no me dejaron y al principio no me gustaba.

- ¿Por qué no te dejaron?

- Mis padres querían controlarlo todo y pensaron que esta carrera tendría salida. Así que me matricularon y no les cuestioné, en ese entonces. Mi madre se movía por interés.

- Pues qué diferente has salido tú ¿no? – el tono irónico de Nati, la madre de Víctor, le dolió a Lara. La estaba cuestionando.

- Digamos que he aprendido lo que no me gusta de la gente. – intentó sacarle peso a la situación.

- Nadie te dirá nunca lo contrario.

- Mamá, ya basta.

- ¿Qué te pasa, hijo? ¿Es que ahora no puedo decir lo que pienso?

- Estás en su casa. No le faltes el respeto.

- Pensaba que estaba en casa de mi hijo.

- Mi casa es la suya. Y yo nunca dejo que nadie le falte.

- ¿Prefieres que le mienta? ¿Que le diga que me cae genial y que la veo sincera cuando no es así? Tu confiarás en ella porque estás enamorado, pero yo veo la realidad. Y que una chica de papá esté contigo, cuando se lo han dado todo hecho, es que quiere algo de ti. Sólo me falta averiguar el qué. Y está claro que ella no te lo dirá. – Para Lara, fue como si le hubieran tirado un cubo de agua helada por encima.

- ¡No tienes ni puta idea de quién es ella, mamá! – Era de las pocas veces que Víctor le gritaba a su madre. Siempre la había respetado muchísimo y aguantado todo lo que no le había gustado de ella. La quería mucho. Pero permitir que hiriera así a Lara, porque sabía que lo estaba haciendo, no estaba en sus posibilidades de aceptar. – Te crees que lo sabes todo y no la conoces. Ni siquiera le has dado una oportunidad. ¿Interés de mí? Vuelve a la realidad, Nati. – Cuando la llamó por su nombre, ella supo que estaba realmente dolido. Siempre le decía mamá. – He salido de la cárcel, me he drogado hasta casi matarme, he robado, traficado y hecho daño a gente. ¿Crees que alguien estaría conmigo por interés? ¿Crees que yo no he tenido dudas nunca? He dudado, claro que lo he hecho. Y a cada vez que dudaba, llegaba ella con otra prueba de amor. Porque nadie se la jugaría por mí como lo hace ella. ¿De verdad piensas que habría salido de la mala vida tan fácilmente si no hubiera estado ella? Nadie aguanta mi mal humor, mis problemas. Nadie pelea por mí, ni va a visitar al jefe por mí. Solamente ella lo hace. Pero a ti no te importa nada ¿no? ¿No piensas en que yo sea feliz con ella sino en que no estoy viviendo contigo? Te quiero mucho pero no voy a permitir que le hagas daño a ella.

El día que la burbuja se rompióWhere stories live. Discover now