Capítulo 15

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El día siguiente, cuando Víctor llegó al trabajo, se encontró en la puerta a Luis, el chico que había descubierto el día anterior que estaba enamorado de Lara. No sabía si fulminarlo con la mirada o pasar olímpicamente y, extrañamente en él, optó por lo segundo. Sabía que Lara no quería problemas, ni que se discutiera con él. Además, lo último que buscaba era crear mal ambiente en el trabajo, no iba a poner en peligro lo que había conseguido por alguien que no tenía nada que hacer con su novia. Aun sin querer reconocerlo, decidió confiar en ella.

- ¿Desde cuándo estás con Lara?

- ¿Qué? – se giró Víctor, perplejo.

- Que desde cuándo estáis juntos.

- Hará tres meses.

- No pegáis.

- ¿Y te crees que tú sí?

- Por lo menos yo puedo darle la vida que se merece.

- Ni siquiera la conoces.

- ¿De verdad lo crees? – hizo una pausa, burlándose. – Su color favorito es el azul, aunque el verde también le gusta. Su comida preferida es la hamburguesa con queso y su restaurante, el Foster's Hollywood. Su mejor amiga se llama Silvia, les encanta estar juntas y ver pelis comiendo palomitas. También pasa mucho tiempo con su prima Raquel, que es más pequeña que ella. ¿Sigo?

- No hace falta. ¿Qué me pretendes demostrar con esto?

- Que no vas a darle la vida que se merece. Crees que la conoces pero no tienes ni idea de lo que siempre había soñado. Y eso yo podría dárselo. Si la quisieras de verdad, no serías tan egoísta. ¿Piensas que su sueño era estar con un expresidiario al que siempre le van a perseguir sus errores?

- Cuando no quiera estar conmigo, ella misma me lo dirá.

- Es demasiado buena como para decirte la verdad a la cara.

Víctor le mandó a la mierda pero la conversación había hecho mella en él. Trabajó a desgana toda la jornada, que ése día era algo más corta. Y cuando plegó, desesperado y destrozado, no fue capaz de ir a casa. Si veía a Lara se derrumbaría. Estaba aterrorizado de que él tuviera razón. Sin meditar las consecuencias entró en el bar de la esquina y pidió un Vodka con limón. Y cuando se lo terminó, otro. Y así hasta perder la cuenta.

Lara estaba preocupada porque Víctor no llegaba. Hacía una hora que había plegado y aún no había aparecido por casa. No le cogía el teléfono y eso era muy raro en él. Empezaba a tener miedo de que le hubiera pasado algo. Intentando calmarse, decidió ir a buscarlo al trabajo puesto que a lo mejor le habían alargado el día. Nerviosa todo el trayecto, no podía dejar de pensar en lo peor. Cuando llegó, solamente quedaba el jefe cerrando la puerta. Le preguntó por su novio y le dijo que estaba raro todo el día pero que había plegado como siempre. Sin saber qué hacer, decidió entrar en el bar de al lado a tomar algo y pensar dónde podría haber ido.

Cuando abrió la puerta, se llevó la mayor de las sorpresas al ver a su novio apoyado en la barra, borracho como una cuba. Casi corrió hacia él y le preguntó al camarero cuánto había bebido. La respuesta no fue agradable para ella. Pagó lo que debía, le cogió y le ayudó a levantarse para llevárselo a casa. Él murmuraba cosas sin sentido, aunque parecía que no estuviera muy de acuerdo con lo que pasaba. Soportó la mirada triste y atónita del jefe, quién los vio salir del bar. Aguantó heroica las malas miradas de la gente en el autobús, puesto que andar con él hasta su barrio era prácticamente imposible. Ya le resultó suficientemente difícil entrarlo en el piso y tumbarlo en la cama. Le desvistió para dejarlo en calzoncillos y que pudiera dormir cómodo, aunque no le importara mucho en esas condiciones. Cuando hubo terminado, se fue a terminar los deberes de la universidad y estudiar un poco, para hacer tiempo hasta la hora de cenar. Víctor no se levantó hasta las seis de la mañana del día siguiente, con dolor de barriga y la resaca normal después de beber tanto alcohol.

El día que la burbuja se rompióWhere stories live. Discover now