Capítulo 3

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La semana pasó más o menos tranquila. Y Lara se encontraba, otra vez, delante de las puertas que le habían traído un miedo inimaginable y, a la vez, unos bonitos recuerdos y experiencias. Sentía esos nervios en la barriga, que nunca se le irían, pero estaba riendo y hablando con Valeria, así que podía disimular perfectamente.

Después de todo el ritual de entrada, llegaron al aula y, poco a poco, fueron subiendo los internos. Unos más contentos que otros, suponía que por los sucesos de la semana. Faltaba uno de los habituales, así que preguntaron por él. Le habían cambiado de módulo para que hiciera un curso de alcoholismo. Acabaría acostumbrándose a no poderse despedir, a pesar de que sería algo que nunca le gustaría. Ella, como iba poco, se enteraba de las cosas porque se lo decían, pero le gustaría poder despedirse de ellos antes de que se fueran o les cambiaran de módulo. Pasaban horas juntos, hablando y haciendo las actividades, les empezaba a conocer y la sensación de estar allí le era cada vez más familiar. No poder desearles que todo les fuera bien, decirles que no hicieran nada malo, ánimos y <<un encantada de haberte conocido>>... Era algo por lo que se sentía impotente. Aun así, empezaba a ver que era de esta forma cómo funcionaban las cosas allí. Quizás algún día te volvieras a cruzar con esa persona en otro módulo y pudieras decirle lo que te quedaba por decir. Pero si no era la ocasión, nadie te juzgaba, era lo habitual que pasara.

Siguieron con la última actividad que empezaron, pues era entretenida y no habían terminado de preparar las piezas. Uno de los internos, Harold, se le acercó sonriente, enseñándole las piezas que había hecho por su cuenta, en la habitación. Era habitual que intentaran distraerse con algo cuando estaban en la celda, así que él había aprovechado algunas de esas horas en avanzar trabajo. Lara le agradeció el esfuerzo y se sentó a ayudarle y charlar. Sabía que lo que más quería Harold era que le escucharan. Igual que la mayoría de allí. Harold intentaba hacerla reír, que sonriera, porque le encantaba cuando lo hacía. Le contaba anécdotas de su vida que, contadas, eran muy cómicas. Pero si lo analizabas seriamente, eran un problema. Sin embargo, Lara sabía que en esos momentos, lo último que necesitaba Harold era que le echaran la bronca. Lo mejor era que alguien le dejara respirar un poco, simplemente que estuviera ahí.

Valeria estaba enfrascada en una conversación con un interno, que le contaba su vida. Así que Lara no quiso interrumpir y siguió por otro lado. Se acercó a una mesa en la que había dos chicos, uno de ellos Víctor, que no estaban haciendo nada, así que les pidió si querían ayudarles a hacer las piezas que necesitaban. Uno dijo que tenía que ir a llamar, que el próximo día ya ayudaría. Lara supo que era una excusa, sin embargo, poco podía hacer. Pero Víctor, a regañadientes, accedió. Así que Lara se sentó a su lado para explicarle cómo lo tenía que hacer. Iba con pies de plomo con él, porque aún no sabía cómo de dispuesto a hablar estaría ese día. Cierto que la última vez se había abierto y le había explicado prácticamente todo. Pero tenía que averiguar aún si había sido un momento puntual que no se repetiría o si realmente habían avanzado.

   - ¿Cómo te ha ido la semana? – Lara se sorprendió gratamente al ver que Víctor le sacaba conversación, después del silencio que se había quedado instalado al acabar de explicarle lo que debía hacer. Supuso que no quería que ella se levantara y se fuera con otro asunto, así que se obligó a hablar. No fue tan inocente al pensar que realmente a él le importaba lo que a ella le hubiera pasado. Sin embargo, tuvo un profundo deseo, que reprimió, de contarle cosas.

    - Bien. Estudiando para un examen que tengo la semana que viene.

   - ¿Qué estudias? – El hecho de que tuviera que preguntárselo indicaba la poca atención que le había prestado a la chica y lo mucho que la había evitado, pues todos sabían sobradamente los estudios que estaba cursando. Precisamente fue una de las primeras preguntas que le hicieron todos, así que era bien sabida esa información por el resto de presentes.

El día que la burbuja se rompióWhere stories live. Discover now