Capítulo 13

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A pesar de las discusiones del día anterior y de las emociones acumuladas, cuando Lara despertó esa mañana se sentía como nueva. Un sentimiento de felicidad le apoderó al ver la cara de Víctor durmiendo, con una expresión de paz inaudita en él. Con una sonrisa en la cara se levantó y se vistió, dispuesta a preparar el desayuno. Aunque era un día perfecto para pasar con su pareja, no tenían mucho tiempo. Ella tenía que ir a la universidad a la clase de media mañana y él, en media hora tenía que salir a trabajar. Parecía un día de fin de semana pero se trataba de un martes cualquiera, levantados a las 7 de la mañana, como cada día.

El olor a crepes proveniente de la cocina hizo que Víctor se despertara. Como era habitual en él, se vistió en un santiamén y fue a lavarse y a peinarse. Para cuando llegó a la cocina, ya tenía el desayuno en la mesa y una sonriente chica delante de él. Sabía que era signo de que estaba contenta, pues ella no se levantaba temprano normalmente y menos para cocinar. Él tampoco era de esos que quería una mujer que le pusiera el plato en la mesa sino que era partidario de compartir las tareas.

Comió las crepes con gusto aunque rápido, no quería llegar tarde al trabajo con lo que le había costado conseguirlo. Tenía que demostrar que valía para eso y que era capaz de tirar adelante. Reinsertarse en la sociedad. Ella estaba orgullosa de su esfuerzo y le apoyaba y ayudaba en todo lo que podía. Cuando salió de casa, se despidieron con un beso. Rápidamente Lara preparó los apuntes y ejercicios de la universidad, dispuesta a salir con tiempo. El trayecto hacia la facultad era algo más largo desde casa de Víctor, puesto que se trataba de un barrio alejado. Ella aprovechaba los ratos que pasaba en el bus para leer artículos o libros que le interesaban y, de esta manera, se le hacía más ameno.

Cuando llegó a la clase, su amiga estaba ya sentada. Se sorprendió al verla y Lara no sabía por qué. Se sentó a su lado, en la segunda fila, como siempre. Sacó el portátil y lo encendió, preparada para la clase y para tomar apuntes a velocidad de un rayo. Le daba la sensación que su amiga Silvia estaba rara, más callada de lo normal y con una expresión seria. Al ver que no le decía nada, decidió preguntarle.

   - ¿Te pasa algo?

   - Déjalo.

   - ¿No quieres hablar conmigo? ¿Acaso te he hecho algo?

   - Pues no, no quiero hablar contigo. Vete con tu novio si quieres hablar.

   - ¿Perdona? ¿Qué tiene que ver Víctor en esto?

   - Me ha llamado tu padre esta mañana ¿sabes? Quería saber si es de fiar, si tiene segundas intenciones, si yo le conozco y si yo confío en él, si me junto con su grupo también, por qué tú vas con ellos, qué les ves, etc. etc. etc. Una puñetera entrevista entera me ha hecho por qué tú decides ir con ellos. Y yo no quiero que me involucréis en vuestra mierda.

   - Lo siento ¿vale? No tenía ni idea de que te había llamado. ¿Qué le has dicho?

   - Pues la verdad. ¿Qué querías que le dijera? Que no me junto con ellos, que no los conozco más que de lo que tú me has hablado de ellos y que no sé las intenciones que tiene pero que tú sí confías en ellos.

   - Podrías haberme cubierto y haberle hablado un poco mejor de ellos. Al menos de Víctor.

   - ¿Y mentirle a tu padre? Paso. Si pasa algo luego me las cargo yo.

   - Gracias por la ayuda. Para eso están las amigas. – dijo irónica Lara, dando por terminada la conversación.

Se levantó, recogió sus cosas y se marchó a sentarse en otro sitio. Se concentró todo lo que pudo en la única clase que tenía ése día. Además era de las pocas que le parecían algo interesantes. Había tenido suerte de tener un buen profesor que explicaba bien la materia.

El día que la burbuja se rompióWhere stories live. Discover now