Capítulo 22

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A plena luz del día, no podía creerse que había dormido con él. Por muchas vueltas que le diera al asunto y al momento en que decidió que había sido una buena idea, no le veía razonamiento alguno que le pareciera adecuado. Entender que había podido tener una sensación de seguridad estando con Román se le antojaba muy difícil. Aun así, tenía que reconocer que hacía mucho tiempo que no descansaba tan bien. Era como si hubiese notado que alguien la defendía durante toda la noche.

Esa misma sensación le provocaba un conflicto interno. Recordó como hacía dos años una amiga le había contado que le encantaba que su novio la defendiera. Ella no había podido entenderlo de ninguna manera y habían discutido hasta el punto de que algo entre ellas se rompió. Su amistad no volvió a ser la misma y fue desvaneciéndose hasta desaparecer. No fue la discusión en sí sino las consecuencias que trajo lo que acabaron con las dos amigas. Silvia la juzgaba cada vez que la veía, inconscientemente, y poco a poco le molestaba más la manera de actuar que tenía. La creía una chica débil y machista, que no era capaz de valerse por sí sola y necesitaba que alguien la sacara de los problemas.

Ahora, sin embargo, ella misma no se sentía más machista o más débil que otras, sino que se sentía bien porque hubiera alguien que, de alguna manera, participara y la acompañara en su lucha. No era necesidad, pero se agradecía. El sentimiento de soledad puede llegar a afectar a la vida diaria y a la visión de la vida de uno y Silvia empezaba a tener la vista nublada.

Ya estaba preparada cuando llamaron al timbre. Utilizó la pantalla negra del móvil como espejo una vez más y se colgó la mochila al hombro, esperando que Román abriera y dejara entrar a Lara. No obstante, no venía sola. Su padre, vestido con una elegante camisa azul, estaba a su lado. Había venido a buscar a Cristina, quién aún no estaba lista.

- Veo que aún no ha desayunado. Cristina deja que la invite. – Jaime rompió el hielo cortésmente.

- Tuteémonos, por favor. No te dejo invitarme, pero acepto ir a tomar algo fuera.

- Ya veremos quién es más rápido, entonces. – La madre de Silvia se arregló en un santiamén con una sonrisa de oreja a oreja y salieron los cinco de la casa.

Silvia estaba sorprendida de que Román saliera tan pronto pero no se atrevía a decir nada. Estaba callada, siguiendo al chico y a su amiga. Quería tenerle la misma confianza que Lara, hablarle sin pudor y sin miedo. Ser Silvia y no la amiga de Lara.

- ¿De repente te interesan los estudios?

- Ni en mis mejores sueños. – dijo Román riendo.

- Cuidado con lo que haces. – la advertencia de Lara era clara. Silvia era su amiga y la protegería siempre.

- ¿Me lo dice la novia de Víctor?

- Sabes que es diferente. Somos diferentes.

- Lo sé. Joder, lo he notado. Tú no me tuviste miedo ni el primer día. Y para estar con Víctor no puedes tenerlo. Está enchochao contigo por eso. Tuviste los cojones de plantarte delante suyo y no achantarte ni un momento. Tu amiga no me sabe decir ni hola, casi, sin temblar. Sé que sois diferentes. Es sólo que no quiero dejarla sola el primer día, nada más.

- Aún así, por nuestras dificultades me da miedo. No eres tú, es el hecho de que no sé hasta qué punto ella será capaz de decir no cuando lo necesite.

- Todos aprendemos. Enséñale. Tiene que aprender a ser fuerte y ya sabes que a veces es más fácil si tienes a alguien al lado.

No le hizo falta remarcar que él no le haría daño. Lara lo sabía de antemano. No era él el que le preocupaba sino ella. Intentó sacarle conversación a su amiga para saber cómo se sentía, pero le respondía con frases cortas, cohibida ante la presencia del chico. Lara empezaba a cansarse de tanta parafernalia. Una cosa es que no se fiara de él, la otra muy diferente que no hablara ni con ella. Estaba exagerando la situación demasiado. Ella luchaba a contracorriente para que Víctor y su gente se vieran igual que el resto de la sociedad, para que aumentara su autoestima y seguridad. Para que no se marginara a un sector de la población. Silvia se comportaba como si estuviera bajo presión, con alguien amenazándole. Cómo si Román fuera el malo.

El día que la burbuja se rompióWhere stories live. Discover now