Capítulo 5

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Las semanas pasaban y con ellas, se acercaba el momento del cumpleaños de Natalia. Cada vez estaban más atareadas con los preparativos. Entre eso y los trabajos no tenían demasiado tiempo libre. Lara había hablado ya con sus padres sobre lo de salir de fiesta. No se lo habían tomado demasiado bien y habían insistido e intentado de todas las maneras posibles que no lo hiciera. Pero la decisión estaba tomada y en eso no tenían nada que hacer sin declarar una guerra entre padres e hija. Martina era una persona que le gustaba salirse con la suya pero las armas que utilizaba eran sutiles. No le gustaba que se notaran sus intenciones. Así que esos días estaba más que enfadada.

Sólo quedaba un día para que tuviera lugar la fiesta, así que estaban todas nerviosas y contentas a la vez. Además, Lara sabía que, si todo iba bien, no faltaba mucho para que Víctor tuviera el segundo permiso, lo que supondría verle otra vez. A pesar de que no sabía el día exacto, iba preparada para encontrárselo a la puerta de la clase, lo cual sucedió ese mismo día.

Sus amigas volvieron a quedarse atónitas al ver al chico, pero esta vez Lara ya no parecía enfadada, sino alegre. Todas sabían que no era un buen momento para chicos, ya que tenían trabajo. Pero, de alguna manera, intuían que separarla de él sería imposible. No entendían por qué se veían en la universidad cuando él no estudiaba allí, al menos, no lo parecía y no lo habían visto nunca antes. Además, les parecía raro que hubieran pasado tantos días entre visita y visita y que su amiga no contara demasiado de él. Los misterios llaman la atención.

Se dirigieron a la cafetería a comer, cómo la última vez. Esta vez, estaban más cómodos el uno con el otro y la familiaridad que se había instalado en el aula cuando se conocieron, volvió a aparecer entre ellos. Ya no parecían dos desconocidos tensos ante el primer contacto.

Lo que sorprendió a Lara fue, precisamente, lo que sintió después. Le gustó verle y esperaba que tuviera otro permiso para seguir charlando. Sin embargo, se centró en la fiesta de su amiga, que ahora mismo era lo más importante.

El día llegó y con él, la alegría de las chicas. Estaban cenando en casa de Natalia, perfectamente decorada y preparada para la ocasión. Habían pedido pizzas para todos, junto con bebida de sobra. Se habían formado los típicos grupitos de amigos y parecía que todos se lo estaban pasando bien. La música sonaba de fondo, no a mucho volumen para no molestar a los vecinos.

Todas las chicas iban perfectamente vestidas. Lara se había comprado un atuendo para la ocasión, igual que Silvia. La primera lucía un arrapado vestido azul de tirantes, con escote en forma de V, que le llegaba a medio muslo. Mientras que su amiga llevaba un mini top blanco, con escote, junto con unos pegados pantalones de cuero negro acompañados de unos tacones de aguja de una altura considerable.

Silvia y Lara estaban sentadas con Natalia, su novio y unos amigos. Se los habían presentado hacía un par de horas, cuando habían llegado, pero daba la sensación de que se conocían de toda la vida. Reían a carcajada limpia y se hacían bromas entre medio de las anécdotas e historias que contaba cada uno. Era agradable estar ahí y Lara se preguntó por qué no lo había hecho antes. Se lo estaba pasando en grande y ahora entendía cuando sus amigas le decían que se estaba perdiendo mucho.

Había un chico, Alberto, que no dejaba de mirar a Lara. Ésta se daba cuenta y su amiga la presionaba para que fuera a hablar con él. Ella aún no estaba preparada. Era una de las primeras fiestas a las que iba y no quería echarlo a perder. El chico era mono y parecía buena gente y no tardó en aprovechar que Silvia se levantó para ir al baño para acercarse él y sentarse al lado de Lara.

   - Así que estudias Educación Social con Natalia.

   - Sí. Y tú juegas a fútbol con Sergio.

El día que la burbuja se rompióWhere stories live. Discover now