VI

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Theodora había planeado el modo en que terminaría la relación con Patrick con ayuda de su amigo, quien le aconsejó que no lo hiciera en un lugar que estuviera sola porque corría peligro. Y aunque la joven no le había contado que fue golpeada por Patrick, parecía que él lo intuía. No lo hizo por dos motivos que ella creía con certeza: había justificación tras el acto y le daba vergüenza que Ryan se percatara que no era la buena persona que él describía.

Pasado unos pocos días de la propuesta de su amigo, a Theodora se la notaba inquieta. Había escapado del bar cuando Patrick estaba trabajando y fue a ver el departamento de Ryan, quien ya se había mudado e incluso había preparado su habitación con una cama unitaria, una pequeña banqueta y un mueble donde podía guardar sus pocas pertenencias. Si bien el departamento ya estaba equipado, había ciertas cosas que necesitaban cubrir y él no tuvo problemas en pagar todo, pero sí tenía dificultad en identificar cuáles eran esas cosas, por ello, Theodora, se pasaba en sus momentos libres haciendo una ordenada lista de insumos necesarios.

Sus pensamientos estaban divididos por las ansias y, a la vez, por la falta de responsabilidad si lo llevaba a cabo. Una vez más debía enfrentarse a sus cuestionamientos acerca de qué hacer para estar bien enteramente porque si bien irse con su amigo era una oportunidad estupenda, ella no dejaba de creer que solo lo metería en problemas.

Era un cambio muy brusco y no estaba segura de cómo lidiarían ambos con eso, sobre todo por aún no haber diferido en sus alteraciones súbitas de ánimos, pero, por otra parte, estaba esperanzada al saber que ambos tenían actividades que le demandaban mucho tiempo por lo que las horas de convivencia compartida no eran demasiadas, además que una estabilidad espacial le daría a ella las fuerzas necesarias para progresar y estabilizarse emocionalmente.

El dinero era otra de las cuestiones que a Theodora atormentaba, trabajaba de Steve por comida y lugar, pero al ya no necesitar al menos lo último deseó que él pudiera seguir conservándola porque de lo contrario no podría irse con Ryan. Al mencionárselo, su amigo rodó los ojos restándole importancia y le dijo que de todos modos vaya con él, que encontrarían una solución y que no tenía problemas en afrontar el pago mensual solo, ya que esa era la idea, pero Theodora, terca como era, no quería saber de eso.

Por ello se encontró hablando con Steve, quien además de parecer reacio no paraba de observarle los pechos. Theodora optó por fingir que no se daba cuenta, pero a veces sentía la necesidad de decirle que la incomodaba mucho.

—Ese no era el trato...

—Lo sé, pero no es necesario que me pagues la jornada completa. Con la paga de la mitad estaría bien.

—Tal vez solo podría ser los fines de semana...

—¿Qué te parece los fines de semana por la paga acorde a las horas y los días de semana por dos raciones de comida?

—Una ración y tenemos trato —dijo cruzándose de brazos.

—Está bien. Trato.

Cuando le contó a Ryan lo logrado, este se enfadó por haber aceptado un trato tan desastroso y esclavo. Pero, el joven, al notar el desliz en sus bruscas palabras, se disculpó para luego alentarla a que si era lo que ella quería estaba bien porque siempre podía encontrar algo mejor. Theodora, feliz por ya tener al menos un poco de ingreso seguro, decidió que era hora de hablar con Patrick, quién estaba cerca oyendo las conversaciones que mantenía con los clientes.

Cuando se hizo la media noche y se dispuso a cerrar el bar, tomó una bocanada de aire antes de enfrentar a Patrick y terminar con él. Se percató que no había seguido el consejo de su amigo y ambos se encontraban solos en la acera. Ella haciendo tiempo en cerrar las rejas y él fumando un cigarrillo de marihuana esperándola para ir juntos a la pensión.

Estimada confusión (Parte I )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora