Anthony se arrepintió de haber aceptado ir al viaje en cuanto vio a Theodora bajar las escaleras de su departamento.
El deseo, aquel sentimiento ardoroso que intentó esquivar durante mucho tiempo desde que la conoció, lo golpeó tan violentamente que tuvo que apartar la mirada porque verla solo hacía que sus pensamientos fueran notables.
Marcus, su amigo que había aceptado sin dudar en acompañarlos, soltó un silbido en cuanto la vio y murmuró un comentario alabando su belleza que a Anthony molestó en gran medida, pero tuvo que cerrar la boca al saber que él no podía hacer nada al respecto a no ser que fuera inapropiado o incomodara a Theodora.
Los saludos pronto acaecieron y, como predijo, Ryan se encontraba de buen humor congeniando en seguida con su amigo. Theodora, por su parte, aún parecía somnolienta, ya que bostezó varias veces e incluso le recriminó que fuera tan temprano a por ellos, pero él se excusó remarcando que era el horario que habían pactado; no señaló que fue el que ella específicamente eligió por una cuestión de cortesía. La joven le rodó los ojos y Anthony rio por su actitud molesta.
Ambos hombres se posicionaron en la parte trasera del vehículo y Theodora a su lado de copiloto, tal como debía ser por regla. El licenciado estaba demasiado enfocado en su conducción y en no mirar las piernas de su musa, por lo que se encontraba tenso para participar de la conversación que se desarrollaba con empeño de parte del trío.
En un momento su musa lo tomó del brazo para buscar su atención y preguntarle si podía comprar café para llevar. Al él asentir, de inmediato se llevó como premio una sonrisa deslumbrante y un rubor encantador.
Notó que Theodora era inquieta, algo que ya había descubierto, pero ahora ese hecho lo desequilibraba porque no paraba de moverse en el asiento, dejando al descubierto más porción de esas endemoniadas mallas negras que le estaban devorando el juicio.
En un momento quedó de rodillas en el asiento para hablar más cómoda con el dúo y el trasero expuesto hizo que el licenciado se ruborizara por la posición y los pensamientos carnales que lo asaltaron. Agradeció que ella llevara una chaqueta extremadamente grande, de lo contrario, acabarían teniendo un accidente.
—Demoni —masculló en italiano cuando percibió la erección en sus pantalones y se revolvió incómodo pretendiendo ocultarla. Theodora lo miró brevemente con preguntas en los ojos azules, pero él fingió que no había dicho nada.
No hacía media hora que habían salido y ya pronosticaba un desastre. Maldijo su deseo y maldijo su libido por no ser más discreta. Pero ¿quién podía culparlo? Era extremadamente hermosa.
Ryan incluso le palmeó el hombro preguntándole si se encontraba bien, su silencio debió alertarlo y para no preocuparlo, el licenciado de inmediato lo tranquilizó afirmando enfáticamente. Podía oír cómo Marcus estaba esmerándose en hacer reír a ambos jóvenes y lo lograba en gran medida porque el vehículo era inundado por la risa cantarina y musical que a él solo le depuraba las heridas. Amaba oírla reír, estaba seguro de que no existía melodía igual.
—¿De dónde lo sacaste? —preguntó en un momento Theodora inclinándose sobre él mientras carcajeaba—. ¡No deja de decir chorradas!
El licenciado tuvo que hacer un esfuerzo para concentrarse en la pregunta y no en la sensación de tenerla tan próxima, sintiendo su temperatura y sus senos que rozaban su brazo. Tragó con dificultad y se obligó a sonreír, aunque parecía que se estaba incendiando vivo, por lo que no fue un gesto muy convincente.
—Es la mejor descripción que he oído de Marcus —comentó ahogado y sofocado.
—Oigan, sigo aquí.
ESTÁS LEYENDO
Estimada confusión (Parte I )
Roman d'amour《Y he aquí el estado inocuo de tu alma que no sabe dónde morar, pero será recibida con un sendo abrazo de suspiros y enredos de mi corazón aún puro, que es tuyo amada. Mi alma clama por recorrer los caminos junto a tu sombra. 》 Theodora Anderson es...