XV

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—No soporto más esto, demonios —profirió Theodora separándose de Anthony para dirigirse a su habitación.

El licenciado miró el panorama realmente confundido ya no tolerando la incertidumbre, pero Theodora reapareció al momento con una botella de tequila y él, arqueando la ceja, contempló anonadado como ingería de manera brusca.

Ella se dejó caer en el sofá junto a Ryan y quien quedó de pie fue él con más cuestiones que certezas: los dos jóvenes terminarían por enloquecerlo.

—¿Ustedes son novios? —inquirió Ryan de lo más calmo. Anthony abrió la boca y luego la cerró ruborizado por semejante cuestión abarcativa. No sabía por qué, pero sentía que había preguntas con respuestas determinadas. Decidió ser cauto y esperar, algo que lo caracterizaba en gran medida en cuestiones de tensión. Sabía que había un detalle que el rubio conocía de Theodora, algo que la estaba atormentando hacía tiempo.

—¡¿Y a ti que más te da?! —exclamó Theodora a la defensiva levantando los brazos y haciendo que varias gotas del licor salpicaran manchando el alfombrado y el sofá.

—Cariño, por favor, mantén la calma —pidió mirándola. Pero ella se enfurruñó más y se hundió en el sofá para ingerir sin piedad de la botella. A Anthony le preocupó eso y se removió incómodo preguntándose si era adecuado pedirle que dejara de beber.

—No me han respondido, no puedo decirles si no me confirman si son novios o no —señaló de manera calma el rubio. El licenciado optó por tener la palabra al saber que su musa estaba en realidad a punto de desbordar:

—Es algo que aún no hemos charlado. Nos estamos conociendo —dijo pausadamente esperando que su respuesta sea satisfactoria para Theodora, quien solo ingirió más de la botella.

­—¡Ya suelta eso, pendeja! —exclamó Ryan empujándola levemente con el pie y mirándola con el entrecejo fruncido—. La cuestión es la siguiente... —Comenzó lento luego de un momento.

—¡Oh! ¡Por el amor de Dios! —farfulló Theodora hundiendo el rostro en sus manos. Anthony estrechó aún más los ojos y volvió a mirar a Ryan que contemplaba a su musa, divertido.

—Este fin de semana viene Sara y pensé, que quizá, si a ti no te importa Anthony, podrías llevarte a Theodora a tu piso por dos días solamente —dijo de manera lenta.

Se hizo un silencio tan contundente en toda la sala que Anthony creyó solo por un momento, un minúsculo instante, que era eso lo que a su musa atormentaba. Tal vez la vergüenza y su inocencia le impedían manifestar algo tan maravilloso como lo que Ryan se había atrevido.

—No jodas —masculló Theodora lenta y peligrosamente con las manos aun cubriendo su rostro—. Dime que esto es una estúpida broma, Ryan —susurró.

—Lo siento, Theo. Pero quiero intimidad con Sara, ya sabes... para...

—¡Te asesinaré! ¡Juro por dios que te mataré y quemaré tus partes! —profirió soltando la botella para lanzarse sobre él, quien no dejaba de carcajearse.

Anthony salió de su estupor imaginando un fin de semana a solas con su musa para intervenir y separar al dúo.

—Cariño, ya. No te enfades —pidió sujetándola de la cintura para separarla y sorprendiéndose de la increíble fuerza que tenía—. Recuerda controlar el impulso —pidió intentando calmarla.

­—¡Mi impulso es matarlo y pienso hacerle caso! —profirió.

Ryan se levantó del sofá carcajeándose mientras enseñaba las palmas e intentaba explicarse:

—No te enfades, Theo. No estoy entregándote ni tampoco quiero deshacerme de ti... bueno en realidad sí, pero es por tu comodidad, al menos hasta que concretemos con Sara.

Estimada confusión (Parte I )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora