XXXVIII

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Responsabilidad. Uno de los más altos valores del ser humano se truncaba cuando la moralidad la ponía en jaque. Su obstinada ética se retorcía de escepticismo en aceptar la veracidad de las circunstancias, produciendo también en ella, que esa palabra le pesara sin escrúpulos la mayor parte del tiempo.

La responsabilidad solía caminar sobre su sombra con frecuencia y, la mayor parte del tiempo, la ignoraba, pero sabía que en ese momento debía ser cauta y serena en mostrarse determinada, aunque no lo quisiera, porque la irresponsabilidad la terminaría por sepultar y conocía demasiado bien esas consecuencias.

Por ello fue dura en cuanto repitió:

—No iré. Ocúpate del congreso académico, es en estos tiempos que debemos ser sensatos —había dicho sirviéndose la tercera taza de café humeante.

Convencer a Anthony e intentar terminar un proyecto artístico le estaba llevando más energías de lo que consideró.

—Cariño, sé que te preocupa y en serio valoro tu extremada sensatez, pero es en otra ciudad y lejos de testigos, no tendremos problemas.

—La graduación es el problema —había sentenciado llevándose la mano a la frente para restregarla dejando, de ese modo, restos de carboncillo.

—Iríamos el sábado, cariño, no te arrebataría tu fiesta.

­—No pienso ir a ninguna maldita fiesta —había farfullado, pero el licenciado no la oyó—. Es en serio, Anthony, estos días son del asco para ti.

—Que sea un tiempo ajetreado no quitará que podamos compartir al menos un momento.

—El viernes me darás el diploma, disfrutemos de nuestro momento ilícito. Será una broma privada: logramos superar el semestre.

—Cariño, no es gracioso.

Y Anthony tuvo razón, no fue gracioso.

Con el ajetreo y las oleadas de exhibiciones apresuradas de los días, había dejado escapar la voluble necesidad de hacer algo al respecto. Ahora era tarde.

Theodora ya se hallaba en medio de la masa de estudiantes que se mostraban eufóricos ante el acontecimiento esperado, no solo por ella, sino por todos. Era increíble ver como se mostraban amistosos hacia el otro sabedores que la hora había llegado y con ella, la obligación de separarlos en la manifestación imperiosa de continuar fijando otra meta, sea cual sea, la que rija el camino que se espera de la vida.

Pero, ¿qué esperaba ella ahora de la vida? Se peguntó. Bufó al no tener idea y previó continuar con pesadez el resto de la jornada pensando en que su vida, de ahora en más, cambiaría. No sabía si era menester estar afligida o feliz, después de todo, algo sentía, pero no podía reconocerlo.

Estaba negadora a hablar con su amigo, no quería arruinarle el momento de felicidad junto a Sara que, como amiga, se presentó a acompañarlo; pero no dejaba de reflexionar que solo le quedaban pocos días de los cuales hacer méritos de su amistad para al menos intentar solucionar su situación. Lo veía radiante en su ridícula y encariñable manera de enfrentar al mundo: siempre con una sonrisa, un comentario burlón, una ignorancia enternecedora o una madurez crucial para los momentos exactos.

La joven soltó un suspiro al caer en la cuenta que su propia característica más grande era su pesimismo agotador y perjudicial para el otro.

La graduación: momento donde significa el quiebre de una etapa, luego de eso llegaba la incertidumbre porque, generalmente, nunca sucede lo que se ambiciona. Las circunstancias no lo permiten.

Percibió a Anthony junto a sus colegas docentes que no dejaban de hablar. Como siempre, vestía elegantemente robándose miradas de cualquiera que sepa apreciar la belleza y el encanto del que hacía gala; su seguridad y entereza para presentarse al mundo era grande, así como su sabiduría para enfrentarlo.

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⏰ Última actualización: Aug 27 ⏰

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